martes, 16 de diciembre de 2025

 EDITORIAL : LA JUSTICIA TARDA...PERO  LLEGA


Es oficial: 16 escuelas públicas de Tlaxcala cambiarán oficialmente su nombre al de María Josefa Ortiz Téllez–Girón, dejando atrás el de Josefa Ortiz de Domínguez, informó el jefe del Departamento de Estadística de la Secretaría de Educación Pública del Estado (SEPE), Alberto Montiel Mendoza, quien detalló que se trata de 12 primarias, tres preescolares y una telesecundaria.

Resulta por lo menos justo el que se renombre a las instituciones que llevan el nombre de Doña Josefa Ortiz agregando el segundo apellido el materno, en lugar del apellido de su esposo el Corregidor, que ninguna aportación tuvo en el movimiento independencista y que por el contrario, la enorme doña Josefa, tenía que realizar su trabajo a escondidas del marido por temor a que el movimiento fuera descubierto.

El cambio de su nonbre completo a un sinnúmero de instituciones resulta pues más que justo, obligado en el ánimo de corresponder con justicia al valor de una auténtica revolucionaria que luchó por la causa de independencia de México.


En iguales circunstancias pero al revés, el cambio obligado a quitar el nombre de Gustavo Díaz Ordaz a la Unidad Deportiva de Sayula


Y ya entrados en este tema de justicia, qué le parece que borremos para siempre la memoria de un expresidente al que se le considera culpable de la masacre del movimiento estudiantil de 1968 que culminó en el asesinato de cientos de estudiantes y civiles inocentes desarmados en la Plaza de Tlaltelolco tan sólo por protestar por cambios en el país y mejores condiciones de libertad y que por ello fueron reprimidos con tanques de guerra y el ejército por órdenes del mentado Díaz Ordaz, como el mismo lo presumió y reconoció personalmente ante todo el pueblo de México.

Un cato de esta naturaleza en estos días, sería considerado un acto de genocidio que como tal ocurrió aquel aciago día del 2 de octubre, un asesinato de cientos de  jóvenes (cifras oficiales) pero que en la realidad fueron muchos más, cuerpos que nunca aparecieron porque ls conseja popular denuncia que fueron tirados al mar por aviones del ejército, un acto tan criminal como inhumano que aún hoy en día los verdaderos culpables, que los debe haber hasta vivos, siguen completamente en la más completa impunidad.  Así que, quitar el nombre del genocida a escuelas, calles, unidades deportivas, etc., en Sayula y en todo el país, apenas es un acto de respeto a tantas víctimas que murieron por este gobierno represor del PRI. 

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