Maximiliano de Hasburgo, segundo imperio mexicano y el distrito imperial de Sayula 1865
Por Rodrigo Sànchez Sosa/Cronista de Sayula
Luego de la segunda mitad del siglo XIX a 33 años de la independencia de México, comenzaría el segundo imperio mexicano. El 16 de marzo de 1864 el imperio se repartió en ocho comisarias Imperiales, siendo Guadalajara una de estas. Se crearon departamentos con delegados del emperador por decreto de este en abril de 1865; la Prefectura Política Superior de Jalisco se le otorgó al general Mariano Morett, ya en 1864 en octubre se le entregó la cuarta Comisaría del imperio a Jesús López Portillo. En julio de 1865 se instaló el gobierno imperial en Sayula… el titular fue Antonio Bobadilla; el juez letrado Juan Rufo Alzaga; el administrador de rentas José María Romero, y los representantes de los dueños de fincas y terrenos José Ignacio Vázquez y Justo García. El distrito del Sayula imperial comprendía Amacueca, Atoyac, Techaluta, Atemajac, Tepec y la Congregación de Barrancas…el mismo año llegará a Sayula y se hospedará en el número siete de la hoy calle Porfirio Díaz el comisario imperial del gobierno del Maximiliano en Jalisco, José de Jesús López Portillo, permaneciendo dos días en el municipio en lo que se supone eran implicaciones de su cargo que le hicieron visitar tres ciudades de Jalisco: Ameca, Cocula y Sayula. La percepción en esta última debió ser que el imperio de Maximiliano, finalmente estabilizaba la situación en Sayula en favor del orden tradicional y conservador. ("Sayula del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo)
"Auspiciada por las fuerzas intervencionistas del emperador francés Napoleón III que en 1863 ocuparon la Ciudad de México, el 10 de julio del mismo año, una asamblea de 35 notables (conservadores), organizada por el mariscal Federico Forey, decidió adoptar el sistema monárquico como forma de gobierno y ofrecer la corona a Maximiliano de Habsburgo. Una vez satisfechas las demandas del archiduque, éste aceptó el trono el 10 de abril de 1864, firmándose los Tratados de Miramar con los que se formalizó el apoyo de Francia al nuevo Imperio. Antes de embarcarse rumbo a México, el emperador viajó a París para dar gracias a Napoleón III y, posteriormente, visitó al papa Pío IX con quien acordó el envío de un nuncio para discutir los términos de las relaciones entre la Santa Sede y el Imperio. Maximiliano y Carlota desembarcaron en el puerto de Veracruz el 28 de mayo de 1864, mientras el gobierno constitucional republicano de Benito Juárez se encontraba establecido en Monterrey. El Segundo Imperio fue un régimen de facto que gobernó en las regiones bajo su control. Aunque efímero, sus propuestas, proyectos y acciones forman parte de nuestra historia y merecen ser conocidos y analizadas:
Maximiliano tuvo tres etapas distintas en su gobierno. En la primera practicó una política conciliadora con el papa Pío IX, con la intención de firmar un concordato que le permitiera ejercer el patronato sobre la Iglesia. Napoleón III recomendó a Maximiliano que no se comprometiera con el papado. En un segundo momento aplicó una política liberal que le permitió conquistar el apoyo de los moderados, quienes tomaron parte activa en su gobierno. Dentro de su gabinete destacan Manuel Siliceo y José Fernando Ramírez. Los liberales puros permanecieron alejados. Ante el abandono de Napoleón III, quien antes de lo convenido en los Tratados de Miramar retiró las fuerzas militares que sostenían el Imperio mexicano, obligó a Maximiliano a claudicar de su política liberal y solicitar abiertamente el apoyo de la Iglesia y de los conservadores. Maximiliano había concebido su imperio como una monarquía constitucional. No obstante, ante la imposibilidad de realizar un congreso, con el estatuto provisional del imperio estableció una monarquía absoluta. Un amplio espectro de leyes intentó dar forma y soporte al imperio desde el punto de vista administrativo, económico y social. Intentó impulsar la modernización del derecho mexicano que en muchos aspectos se encontraba sustentada en la legislación novohispana. En el Segundo Imperio, Teodosio Lares elaboró un código civil y un código de comercio. Dentro del repertorio normativo destacan las leyes de contenido social como la Ley de liberación del peonaje y la Ley sobre el fundo legal de los pueblos, que junto con la creación de la Junta Protectora de las Clases Menesterosas y las casas de beneficencia y de maternidad formaron parte de la política de liberalismo social que caracterizó el periodo. Las monarquías europeas dieron su reconocimiento al Segundo Imperio en México. Estados Unidos fijó una política de neutralidad, la mayoría de las potencias de su época establecieron relaciones diplomáticas con el Imperio. Ningún Estado americano, con excepción de Guatemala y Brasil, le otorgó su reconocimiento, e incluso éstos no establecieron una representación oficial. Para finales de 1864, México contaba con el mayor número de legaciones en el extranjero de su historia, firmando tratados con Prusia y Turquía, entre otros
La intervención napoleónica fue acompañada de la Comisión Científica dirigida por Michel Chevalier. Bajo el amparo del Imperio se llevaron a cabo numerosos proyectos de carácter científico en los que tuvieron participación destacados estudiosos mexicanos como Manuel Orozco y Berra, José Salazar Illarregui, Francisco Pimentel, Joaquín García Icazbalceta, Antonio García Cubas, José Fernando Ramírez, entre otros. El conjunto de sus investigaciones dio frutos en materias muy diversas entre las que destacan: lingüística, botánica, etnografía, geografía, arqueología y mineralogía. Por iniciativa de Maximiliano fue creada la Academia Imperial de Ciencias y Literatura; sin embargo, la ya existente Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística fue el órgano que concentró el mayor número de los esfuerzos científicos. Apoyarse en la investigación científica fue una estrategia del Imperio como forma de allegarse información que permitiera dictar las medidas de gobierno más adecuadas al momento y obtener recursos. Un ejemplo de lo anterior fue la ley elaborada por Orozco y Berra que dividió el territorio nacional en 50 departamentos.
Como parte de su discurso legitimador, el Segundo Imperio llevó a cabo un amplio programa de apoyo a las artes que tenía como objetivo fundamental hacer público el esplendor de la monarquía materializada en la traza de amplias avenidas, la erección de monumentos, la construcción de bellos y magníficos edificios públicos, pretendiendo demostrar que el nuevo orden político correspondía a la historia y a las necesidades de México. Parte central del proyecto fue una institución ya existente que fue rebautizada como la Academia Imperial de San Carlos. En ella se impulsó la construcción de una historia nacional, a través de retratos y paisajes que hacían hincapié en la fundación del México prehispánico y la emancipación de España. La imagen de los emperadores reproducidos por medios fotográficos o litográficos fue distribuida ampliamente. Durante el Imperio los alumnos de la Academia, recibieron importantes estímulos para su carrera futura. Los pintores Pelegrín Clavé, Santiago Rebull, los paisajistas José María Velasco y Luis Coto o el escultor Miguel Noreña fueron algunos de los beneficiados.
La infatigable resistencia republicana evitó la consolidación del gobierno imperial. El constante amago de las guerrillas obligó a las fuerzas intervencionistas francesas a pagar un alto costo material y humano. La imposibilidad de establecer un sistema financiero eficiente llevó al agotamiento de los recursos del Imperio. Las presiones internacionales contribuyeron de forma significativa, pero no determinante.
Después de más de cuatro años de combatir contra los conservadores imperialistas y sus aliados extranjeros, las fuerzas de la República acorralan a Maximiliano de Habsburgo y sus aliados en la ciudad de Querétaro. La estrategia militar de Mariano Escobedo consistió en cercar, atacar e impedir la salida de los sitiados y hostilizar al enemigo con el propósito de desgastarlo. Tras 72 días y ante la falta de municiones, víveres, dinero y refuerzos, cayó el Imperio. El emperador, sus generales, oficiales y soldados fueron hechos prisioneros. Maximiliano y sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron sometidos a un proceso que se desarrolló del 13 al 15 de junio en el teatro Iturbide de Querétaro, en donde se les sentenció a pena de muerte. El 19 de junio fueron fusilados en el Cerro de las Campanas.”
(La llegada de Maximiliano / Patricia Galeana, SECF)
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