
La Carreta y los Bueyes...
Por Rodrigo Sánchez Sosa
El Carretero…
La guerra secreta…
La guerra de la cual somos testigos, deja si se lee entre líneas, muchas interrogantes, la primera es, ¿quién contra quién pelea esa guerra? Tenemos a un enemigo del estado dividido, los distintos cárteles pelean entre sí, y tienen que, al mismo tiempo, defenderse del estado mexicano que les declaró la guerra en este sexenio, por lo menos hay que reconocer su capacidad logística para hacer esto. Pero un momento, no sólo ellos están divididos, también las fuerzas policiacas y militares del estado. Los grupos delictivos están formados y dirigidos por ex policías y ex militares; las corporaciones del estado están infiltradas y sus efectivos se corrompen fácilmente, las confrontaciones entre las distintas instituciones que representan la fuerza de fuego del estado no son raras, ni siempre son por confusión. El poder judicial, junto con los restantes dos de la federación, son acusados constantemente de tener nexos con el enemigo en esta guerra. Luego pues, quién es el enemigo, se debe preguntar. Si el ser civil o alguien neutro a este conflicto, no le garantiza al ciudadano mexicano nada, surge otra pregunta: ¿contra quién es esta guerra? según los medios han muertos más civiles a manos de las fuerzas del estado que de delincuentes, aunque también, asegura la parte oficial, la mayoría de muertos y desaparecidos son gente vinculados al crimen organizado. Sin embargo los casos más escandalosos como los estudiantes del TEC, los niños en Tamaulipas, los estudiantes en Juárez y los deportistas en Torreón, hacen confusa esta versión maniquea del asunto. Acaso somos los civiles los verdaderos objetivos de esta guerra, ¿por qué? Luego de la muerte de candidato a gobernador de Tamaulipas, una carta a la Jornada firmada seguramente con un alias, justificaba este tipo de violencia contra los políticos, dado su involucramiento en el negocio de los cárteles: decía que las promesas de los políticos a un grupo que luego eran traicionadas, para favorecer al contrario, donde mediaba no el honor sino el dinero, estuvo detrás de la muerte del candidato priista. El coche bomba en Juárez que era una advertencia a las fuerzas federales que favorecían a uno de los carteles, como lo hizo saber una narco manta en esa ciudad fronteriza, esta en la misma sintonía que lo anterior. No es una guerra son varias guerras, sin sentido. El fantasma tétrico del paramilitarismo de ultra derecha, se deja sentir en las muertes de adictos en centros de recuperación en distintos estados, por más que le buscó no encuentro el sentido de estas muertes en la lógica del narco; esto se parece a los escuadrones de la muerte de la ultra derecha fascista: el exterminio selectivo. Una guerra fuera de la ley, como esta, no puede ser más que una guerra contra el pueblo, como lo estamos atestiguando…
La peor burrada de Cabildos, ¡¡¡histórica!!! …
Aquí, en este espacio, comenzó una de las polémicas que finalmente llegó a cabildos. En el municipio de Sayula, no se vaya usted a reír amigo lector que nos lee por Internet, a las once de la noche, de acuerdo a un abusivo reglamento municipal, se cierran bares y discotecas. Pero no crean ustedes, amigos de la red, que por ello se deja de consumir alcohol, claro que no, las calles, todo el municipio se convierten en cantina improvisada, después de ese horario. ¿Pero qué estupidez es esa? Dirá usted; pues nada, que nuestro alcohofóbico presidente municipal, que no conoce la historia de Al Capone, desde su primer trienio inicio una cruzada personal, nunca mejor dicho, contra el alcohol en Sayula, abusando del poder que se le otorgó, convirtió en reglamento municipal su concepto moral del asunto. Los gobiernos siguientes, tan faltos de aval moral, consideraron políticamente intocable este reglamento, so pena de tener costos políticos demasiado altos dada la aceptación que tenía la mocha mediada entre la gente mocha del municipio. Incapaces intelectual y políticamente de ver más allá de este conservadurismo de marras, lo perpetuaron, y hasta lo utilizaron para justificarse. Después de diez años de esta "ley seca" de Rivas, los costos sociales se empezaron a ver, en lo económico, la seguridad publica y la moral. La gente se da cuenta que lejos de disminuir el consumo, esta medida lo incrementó clandestinamente (beber en las calles, canchas de futbol, en los automóviles); las ofertas al turismo de estos servicios, por la medida restrictiva, hacían poco atractivo el negocio; el alcohol en las calles disparó los índices de violencia, y la autoridad comenzó a meterse en la vida privada de la gente, juzgando el actuar de los padres frente a sus hijos, mayores de edad (puesto que legalmente pueden beber alcohol). Por unanimidad, históricamente, el H. cabildo de este ayuntamiento, rechazó la petición formal de modificar el reglamento, haciendo responsable a los padres por cualquier cosa que les pase a sus hijos que no obedezcan el toque de queda y decidan seguir la parranda fuera del municipio, en una de las aberraciones mas vergonzante para la historia de un ayuntamiento en Sayula (ni Pepino, en su peor momento)…y ahí se ven, porque hacen falta huevos… para el pan…
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