Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa
Si usted vive en Sayula, seguramente se ha sentido fascinado por la arquitectura de sus fincas, sobre todo en el primer cuadro del Centro Histórico. Habrá notado que primer cuadro de Sayula es muy especial, muy diferente a otros municipios del estado. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que la belleza arquitectónica de Sayula y su trazo urbano, sólo es comparable a la capital del estado. Guadalajara y el Sayula actual fueron fundadas en el mismo periodo histórico, Guadalajara 1542 y Sayula 1546 (hay quien opina que fu fundada Sayula antes que Guadalajara 1540 o 1541, sin que haya registro de ello hasta hoy). ¡Imagínese! Sayula fue pensada para ser la capital de una región del occidente de la Nueva España. Entonces Jalisco no existía como denominación política análoga a la actual, existía el reino de la Nueva Galicia fundado por Nuño de Guzmán, cuyo primer nombre fue Del Espíritu Santo de la Mayor España con capital en Compostela; pero la reina Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, en su ausencia, no le gustó la denominación de Nuño de Guzmán y mediante real cedula en 1531 renombró a los territorios por éste con quistados como Reino de la Nueva Galicia, a pesar de los ruegos de Nuño a la Corona para que se conservar el nombre original, pasando a ser su capital Santiago de Galicia de Compostela, hoy Tepic Nayarit. Sayula no pertenecía a la jurisdicción de la Nueva Galicia judicial ni políticamente, era junto con Colima parte de la Intendencia de la Nueva España, con sede en México. Por ello se tenían planes para que Sayula, como una ciudad en la frontera norte de la Nueva España, fuera la capital de otro reino independiente tal vez. Protegida por el propio Hernán Cortés, Cuyo pariente Alonso de Ávalos había recibido la encomienda de esta región, Sayula recibió la atención del poder colonial, sin embargo, la política en la Nueva España cambiaría por motivos económicos. Las minas en Zacatecas cambiaron el contexto, quedando Guadalajara en una posición privilegiada con respecto a la ruta rumbo a la ciudad minera de Zacatecas, iniciando el auge económico y comercial de esta, que en 1540 se volvió sede del obispado y en 1786 pasó a ser la intendencia de la Nueva Galicia y Sayula una de su subdelegaciones. La importancia de Sayula a pesar de esto siguió siendo clave para el desarrollo de la región y la propia intendencia, por su situación estratégica, por ser la puerta de entrada de la intendencia a los litorales del pacifico y punto intermedio entre el sur de la capital de la intendencia y esta. Los grandes comerciantes de Guadalajara tenían nexos con Sayula familiares como de negocios, y algunos de ellos contribuyeron a la urbanización de Sayula en el siglo XVIII. Tras la lucha de independencia y luego la guerra entre centralistas y federalistas, a principios del siglo XIX Sayula fue saqueada por ambos bandos en dos ocasiones, sus elegantes casas, incluso sus edificios públicos fueron incendiados, como ya lo anotamos anteriormente, eso hizo necesaria una reconstrucción de su propuesta urbanística. Entre 1530 y 1550 un acaudalado comerciante, vecino de Sayula, don Claudio Gutiérrez, liberal, se propuso restituir la grandeza urbana y arquitectónica de Sayula, y junto con otros vecinos, reconstruyeron y edificaron casas acordes a la tradición con adaptaciones arquitectónicas de la época. Una de sus máximas obras, hoy perdida, en un estilo neoclásico, fue el Teatro Alfaro, que luego se llamó Teatro Cueto, que se encontraba en las esquinas de Jose Antonio Torres y Escobedo, donde hoy hay una escuela de artes marciales y varios locales comerciales; teatro que durante casi cien años fue el segundo en importancia en el estado después del teatro Degollado de Guadalajara. También, fue el artífice de la edificación y lucimiento de la hoy Calle Porfirio Díaz en su primera cuadra, donde se edificaron casas de hermosa arquitectura contemporánea con reminiscencia colonial, en cantera y talavera Sayula-Vargas, que aún hoy, pese a la pésima intervención de algunas de sus fincas las más reciente, este año, aun se puede disfrutar del ideal Urbanista de don Claudio Gutiérrez, que de forma visionaria consideraba el urbanismo como parte del desarrollo económico de Sayula: La casa de don Claudio Gutiérrez se encontraba en lo que hoy es la esquina de Jose Antonio Torres y Porfirio Díaz, lo que sería la parte poniente de su propiedad que incluía el citado teatro Alfaro, casa que aunque en abandono e intervenida, conserva su belleza y un misticismo que atrapa, tanto como otras casas en esas calles de Sayula.
El espectáculo arquitectónico del primer cuadro de la ciudad nos es tan familiar a los sayulenses que ya casi no lo notamos. Pero basta con darse lo oportunidad de sorprenderse, para darse cuenta como tal del patrimonio que nos han heredado, personas como don Claudio Gutiérrez al prever lo importante de la belleza de Sayula para su futuro. Así como han existido aciertos en este rubro, existen desaciertos, producto de las circunstancias económicas, políticas y sociales que vivió Sayula en los últimos ochenta años; como la demolición del teatro Alfaro o Cueto, como se le conocía también; la edificación del mercado Benito Juárez y la venta ilegal de parte de la plaza de comercio a particulares que suprimió tal plaza y sepultó los portales en su flancos en los años sesenta; la intervención sin asesoría de fincas privadas, que destruyó su valor histórico; cómo olvidar, aunque fue en la segunda mitad del siglo XIX, la demolición del hospital de indios y su capilla anexa de la cual quedó solo la cruz que se encuentra en el atrio de la parroquia, para edificar la actual casa habitación, de bella arquitectura, en el propio siglo XIX; hasta intervenciones afortunadas del centro histórico como el Parían (1882) o el Cine Edén (1940), y otras desafortunadas como el Cine Mario Moreno o el hoy polémico Jardín de Niños Celso Vizcaíno del decenio de los cuarentas del siglo pasado. Que pese a que en redes sociales y un periodiquito local se le da a estos tres últimos el estatus de arquitectura Austrica, nada tienen que ver con tal ni con el estilo mismo entre estos edificios; siendo el Cine Edén de arquitectura modernista, muy rescatable y afortunado; mientras que el Jardín de Niños es un ejemplo de arquitectura nacionalista, muy reciente, llamado neocolonial, y el cine Mario una tendencia kisch de este mismo estilo; ambos con un valor estético dentro de la arquitectura, medio. En Sayula sus diez Portales de distintas épocas y siglos son sin duda un deleite para la vista. Pero, no menos hermosas son las fincas habitación que en las primeras cuadras del Centro de Sayula podemos encontrar. Las que han sido preservadas por sus dueños, reconstruidas o simplemente has resistido el abandono y los años debido a la calidad con que fueron construidas. Pasear por una calle antigua de Guadalajara, como la avenida Reforma, donde se conservan casas antiguas, es como pasear por Ávila Camacho, Silverio Núñez, 16 de septiembre, 5 de Mayo, Ramón Corona, Porfirio Díaz o la Avenida Juárez en Sayula, con la excepción, que en la ciudad lucen estas fincas grises, mientras que aquí, conservan la luminosidad del marco que las rodea.
La parroquia de la Inmaculada Concepción en Sayula, con su convento anexo y presbiterio, también fue intervenida, su nave, y reconstruido su atrio en el siglo XIX, luego de temblores y que fuera cuartel en varias ocasiones (1860), su fachada de canteara estilo neoclásico, con incrustaciones en cantera rosada y su torre del campanario, datan de apenas los años cincuenta del siglo pasado. El atrio, templo y claustro del frustrado convento que ahí se planeó, San José, originalmente san Roque, de mediados del siglo XVIII, conserva su estilo colonial toscano, con fachada austera, reconstruido en varias ocasiones, respetando su arquitectura original; la última, su techo, en los años treinta del siglo pasado y mas recientemente su adecuación como sala de velación de los claustros del convento citado. Sin olvidar la hermosa arquitectura con reminiscencias moriscas del Santuario de Guadalupe, su atrio, convento y templo del la tercera orden del finales de 1700 y principios de 1800.
La joya colonial que representa Sayula, está mal aprovechada, principalmente por la ignorancia y el prejuicio que de ella nace. Es ignorante y bárbaro, calificar de arquitectura teutona, y obras maestras de la arquitectura europea, a humildes intentos de un estilo propio en la arquitectura de la revolución mexicana en Jalisco, pasando por alto, la majestuosa belleza de la herencia colonial y mayoritariamente del urbanismo del siglo XIX en Sayula. El estilo colonial fue el barroco, un barroco propio de América, del cual encontramos reminiscencias en edificaciones del siglo XIX , como en dinteles de las puertas y ventanas de algunas fincas; atrios; altares y pilas bautismales. Si vemos el conjunto completo del centro histórico, como un todo conceptual, encontramos, como he dicho antes, nuestra propia historia labrada en cantera. Historia que impactaría a viajeros de todo el mundo que el siguiente año pudiesen llegar con motivo de los cien años del nacimiento del escritor Juan Rulfo, lo que podría ser o representar un auge económico para el municipio en servicio turísticos que captarían divisas para todos; pero antes debemos convencernos a nosotros mismos de la belleza e importancia de nuestro Sayula, y no ser pusilánimes al abordar polémicas informados por los desinformados; ciertamente no todos tenemos el tiempo para consultar fuentes fidedignas de información, los más fácil es leer a los chismosos de internet o el periodiquito de marras, pero el sentido común y nuestra formación básica, nos pueden advertir de las fuentes dudosas y maliciosas; con esto quisiera invitarles a informarse del proyecto de rescate del centro histórico, que actualmente está en formación, sin un peso aún de presupuesto, esperando la aportación de ideas de la gente de Sayula, y que ve en el proyecto de la Ruta Juan Rulfo la oportunidad para pasar de la idea a lo concreto. Gracias. (Obras consultadas: La Provincia de Ávalos, de Federico Munguía Cárdenas; La revolución del año 1858 en Sayula, de José I. Vázquez Bravo y De nueva Galicia a Jalisco de José M. Muriá).
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