Leyendas y Mitos de Sayula, personajes
que se volvieron legendarios
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
José Ignacio Vázquez Bravo,
Rico terrateniente y conservador, nacido en Sayula en 1799, quien fuera diputado al Congreso Local en 1835 y miembro de Consejo del Gobierno Imperial de Sayula en 1865, narra así el comienzo de la guerra de Reforma o Revolución de 1858 como la llama en su crónica:
"El malestar de la nación a consecuencia de la odiada constitución de 1857, se deja percibir en toda la República, y al fin parte de la guarnición de México con el general Zuloaga al frente, se pronuncia en contra del gobierno, el día 11 de enero de 1858, y después de las proclamas y alocuciones de estilo, y contestaciones por ambas partes, rompieron la hostilidades, parapetándose ambas fuerzas en los principales edificios, hubo un sitio que duró pocos días y al fin triunfó Zuloaga, y el presidente Ignacio Comonfort salió fugitivo de la capital el día 17 de enero de 1858. En todos los estados de la confederación mexicana dominaba el partido exaltado liberal, y el suceso de México alarmó fuertemente a los gobernantes, quienes se prepararon para contrariar la revolución, mandando fuerzas sobre México que se reunieron en Celaya. Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Michoacán y Querétaro fuero los que más se distinguieron…cuyos gobernantes se distinguían (a su vez) en sus bruscos manejos contra el clero y el partido conservador. En Celaya se reunieron cosa de 8 mil hombres y más de treinta piezas de artillería…el mando de estas fuerzas se confió al general Anastasio Parrodi. De México salió el general Osollos con cosa de 5 mil hombres y 20 piezas de artillería con objeto de atacar a los constitucionalistas en Celaya…el 10 de marzo los derrotó completamente huyendo (estos) en varias direcciones…El general Parrodi con cosa de mil hombres y algunas pizas de artillería, de l a División Jalisco, siguió camino para Guadalajara y en su alcance venía Osollos…"
Ignacio Vázquez Bravo un conservador a ultranza, sayulense, amigo personal del General Miramón y simpatizante del gobierno imperial al que representó; hombre muy rico, nos narra hechos acaecidos hace 160 años. Este personaje que hace crónica de su tiempo, se volvió también una leyenda. Cuenta este mito que Vázquez Bravo era altruista y filántropo, que ayudaba a la gente de Sayula que más lo necesitaba en ocasiones de forma anónima. Dice que, en navidad, se disfrazaba de un extraño personaje con capa y máscara que repartía dinero y regalos entre la gente pobre de los barrios de Sayula. También se dice que proporcionaba ayuda a las personas que se lo solicitaba para cubrir los gastos de enfermos pobres. Se le menciona como un caballero, educado y con mucha clase.
El contructor de “La Pilita”
Él construyó en honor del general Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo, La Pila del Ave María al final de la calle de 5 de mayo, de Sayula; pidiendo para su amigo, que ya había fallecido, a las personas que les dotó de agua por ese rumbo dicha obra pública pagada de su peculio, un ave María para el descanso de su alma. La fuente citada sobrevive hasta nuestros días, curiosamente, ningún gobierno liberal se atrevió a tocarla. También pagó de su bolsa la construcción de la torre de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, encargado su diseño al mismo arquitecto que construyó las torres de catedral en Guadalajara.
Este personaje se volvió legendario en Sayula por representar al buen patrón, al rico filántropo. No pocos lo quisieron emular, algunos, como es el caso de nuestro siguiente personaje, incluso derrochando toda su fortuna en ayudas a los necesitados y la gente en desgracia. El rico bueno, el paternalismo del poder local, marcaron el carácter de los sayulenses y personas como Vázquez Bravo se volvieron leyenda, mitos locales que permitieron cierto orden social durante los tiempos convulsos del país como la revolución de 1910 y por supuesto la guerra de 1858 que este año cumple 160 años.
Bernabé El Güero Bobadilla.
El 3 de diciembre de 1919, a los 80 años de edad, falleció el filántropo sayulense Bernabé Bobadilla, conocido popularmente como el Güero Bernabé. Este simpático personaje nació en Sayula en 1839, fue hijo de Mariano Bobadilla y su esposa María Sánchez Mambrillo. Su vida la dedicó a practicar la caridad entre los pobres y desamparados. Contaba con una regular fortuna producto de su trabajo como propietario de dos expendios de carne en el municipio. Si embargo, en sus últimos años quedó en la más absoluta pobreza por haber repartido sus bienes entre los desposeídos. Una de sus caridades más distintivas era costear el sepelio de los indigentes, obsequiaba el cajón, las velas, pagaba los derechos del entierro, mandaba abrir la tumba y los acompañaba personalmente hasta ella.
Otro aspecto era que en cuanto el Güero se enteraba que algún preso llegaba a la cárcel local, tomaba la tarea de llevarle a diario sus alimentos y cuando pasaba una cuerda de presos a Guadalajara, adquiría toda la comida a fonderos, birrieros y demás del mercado local, para llevarla a aquellos desafortunados. Su esposa le reprochaba llegar a tales extremos de caridad y gasto de su patrimonio y él, por toda respuesta, contestaba: "Es mi gente, es mi gente".
El Güero Bernabé, llego al límite del altruismo volviéndose leyenda por ello. La gente en Sayula podía esperar mucho de personajes así, comprometidos con su gente, acaudalados o de regular fortuna. Las prestaciones sociales del gobierno en esos tiempos eran mínimas, sobre todo si uno vivía lejos de las grandes capitales, de tal suerte que estos personajes eran estimados por proveer a las personas de menos recursos de asistencia social y obras, como nuestro siguiente personaje, alivianando la carga de los desafortunados y justificando un orden social monolítico herencia de la colonia. La división de clase era aceptada como el orden natural de las cosas y la filantropía de las clases altas lo confirmaba.
Paula Gutiérrez
Nació en Sayua el 7 de junio de 1851, hija del agricultor José Gutiérrez Anguiano y la rica heredera Petra Díaz. Su madre murió siendo ella pequeña heredándole cuantiosa fortuna. Su padre se volvió a casar y obstaculizó e matrimonio de su hija lo más que pudo temeroso de perder la fortuna de a que su hija era beneficiaría. Finalmente se casará con José Bobadilla, un hombre sin riqueza. Las diferencias entre yerno y suegro llegaron a tal grado, que el suegro mando traer a uno de los medios hermanos de Paula, José C Gutiérrez, de Sinaloa donde radicaba, para planear el asesinato del yerno, ejecutado por el mozo de estos de nombre Ambrosio Carbajal. Gutiérrez hijo y Carbajal enfrentaron el paredón de fusilamiento en 1897 en Guadalajara, se dice que Paula Gutiérrez hizo valer su dinero e influencias para que no le fuera concedido el indulto a su medio hermano. Luego del fusialamieno0t le padre mando un telegrama a Paula con el siguiente texto: "José ha muerto ya estará satisfecha tu venganza" a lo que Paula contestaría con otro telegrama de esta manera: "Enterada justísimo fusilamiento de José. Ya puedo apellidarme Gutiérrez."
Dado que no hubo hijos en el matrimonio, Paula Gutiérrez se dedicó al altruismo, protegió y adoptó huérfanos, ayudó a los pobres. Benefició al Santuario de Guadalupe y reconstruyó la Parroquia. Falleció en Guadalajara el 17 de agosto de 1904. Su capital heredado a un sirviente de su casa fue para que este dedicará a la caridad y el bien común su fortuna. En 1910 se fundó la casa de beneficencia privada "Paula Gutiérrez Viuda de Bobadilla y Felipe Cisneros" se comenzó a construir un hospital de servicios gratuitos que no llegó a terminarse y que desde 1955 hasta el día de hoy sirve como cuartel al regimiento militar asentado en este municipio de Sayula. También se especifico en el testamento que se fundaran escuelas y un reparto anual de fondos para pobres de Sayula. Los administradores de este fondo no fueron honestos y la mayoría de los planes de beneficencia no se llevaron a cabo, perdiéndose la fortuna entre la corrupción del patronato y los gobiernos.
La leyenda de esta benefactora pasó de generación en generación hasta que los sayulense la olvidaron. Una calle de Sayula llevó su nombre hasta 1950 que un ayuntamiento le regresó su antiguo nombre, anterior al de Paula Gutiérrez, Calle Independencia. El carácter de la mujer sayulense se refleja en esta historia que se volvió leyenda, de la pequeña y rica heredera a la que su propio padre y hermano le asesinaron al esposo y cuyo dolor lo volcó en ayudar a los más necesitados. Sus restos reposas en una cripta sin nombre cerca del altar de la Parroquia de Sayula, donde fueron depositados luego de ser exhumados del panteón el Tepeyac.
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