Por Federico González Alfaro
David Marcial, escribió para El País, un muy interesante ensayo sobre Juan Rulfo titulado: "El Jalisco agonizante de Juan Rulfo".
La nota comienza así:
"En la habitación donde nació Juan Rulfo hay colgado en la pared un Cristo de madera, sin ombligo ni pezones, clavado en una cruz de tres metros. Es un Cristo agonizante-dice el hermano Bruno- Nos enseña a afrontar el sufrimiento con serenidad, fe y silencio".
Esa estrofa me pareció maravillosa para describir a la Sayula del día de hoy, la Sayula que todos ven y que nadie se atreve a reconocer.
La narrativa rulfiana, su realismo mágico, está más vivo que nunca en esta tierra moribunda llamada Sayula, como decía Rulfo: "un suelo duro como pellejo de vaca, esa tierra deslavada, una llanura rajada de grietas y de arroyos secos, donde ni maíz, ni nada nacerá".
Esta profecía rulfiana, créanme que se les va a cumplir.
Muchos ignoran lo que realmente está sucediendo en Sayula. Cuando solo les quede el hedor caliente de la laguna seca, hundidos en el puro calor sin aire, entonces, solo entonces se acordaran de su falso "Vergel" que un día desapareció sin ni siquiera despedirse de ustedes.
(Fotografía tomada de la red)
¿Qué está matando esté falso "Vergel", se han de preguntar?
La ambición, que puñito a puñito, paso a pasito, esta robándoles solamente la vida. Cuando se den cuenta, de nada les va a servir lamentarse. Fueron ustedes cómplices de su misma muerte.¿Qué les hizo Sayula para dejarla morir lentamente? La respuesta la encontraran en otras serie de preguntas ¿Qué hicieron cuando se les advirtió que les estaban contaminando sus tierras, que estaban succionando su agua, donde estaban cuando el narcotráfico se metió hasta la cocina, cuando mato a sus niños, a sus jóvenes, cuando desapareció a sus seres queridos? Esa Sayula que desde las alturas de la sierra de Tapalpa se veía como un "Vergel", solo existe en sus recuerdos.
Esa Sayula donde sus niños y jóvenes jugaban y reían sanamente ya no existe, ahora sus niños y jóvenes juegan a ser halcones y ríen cuando se les corrige. Las drogas, la apología del delito disfrazada con narcocorridos, las borracheras incontrolables de la explanada de "nuevo" tianguis, toleradas por una policía omisa o sumisa o corrupta. Una agricultura "prospera" por el dinero de unos socios que no perdonan, que como les dan les quitan y aún así, les salen debiendo.
Sin darse cuenta, esa Sayula, esa hermosa Sayula de sus recuerdos, se les muere por cobardes. Por no saber decir basta. Esta no es la Sayula que quieren para sus hijos y nietos. No todos tienen la fortuna de tener dos países, dos casas, dos futuros a escoger. En fin, "La muerte no se comparte como si fuera un bien". Si quieren que Sayula se muera, que así sea. Es su Sayula y es su propia muerte, al fin y al cabo. Sin embargo, como dice Rulfo:
"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces… Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar"
El futuro lo tienen en sus manos. Pero, no lo hagan esperar, que el tiempo y la vida de Sayula se les escurre entre sus dedos, como si fuese agua.
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