Especial para Horizontes...
Centro ceremonial y Dioses prehispánicos
en el antiguo Sayula
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
Todos conocemos el cerrito de Santa Inés en Sayula; el parque al sur de la cabecera Municipal. Lo que pocos saben es que este es un sitio arqueológico en el abandono, saqueado, destruido por la ignorancia y dividido tontamente por una barda perimetral que ha dejado que la parte sur del complejo se convierta en un basurero público. Los tres montículos, que no cerritos, que sobre viven, están deteriorados; los dos frente al CBETA#19, en mitad de un vertedero de desechos. El montículo principal se le construyó, desafortunadamente, un balcón y un altar; se removió un tercio de su volumen para construir una calle y se le colocaron escaleras hasta su cúspide. Alguien tuvo la "brillante idea" de sembrar pinos en las caras del montículo y se cercó con tela de alambre asegurada con candados la parte superior. El predio donde se encuentra la parte sur del complejo arqueológico que data del 900 después de cristo, es particular y está intestado, el lugar que además de los dos montículos, aun preserva lo que podría ser un plaza o juego de pelota, se encuentra en parte en terreno donado al Ayuntamiento de Sayula. Pese al la voluntad de rescatar este sitio la autoridad federal en la materia no parece estar muy interesada y los estudios han sido pocos y ninguno de importancia. De acuerdo a especialistas el sitio podría extenderse entre 6 y 15 hectáreas más hacia el sur, de tal suerte que parte del mismo está debajo de las casas de la colonia Belisario Domínguez. Un sitio más de los muchos olvidados en el país, El complejo Santa Inés sede alguna vez del gobierno prehispánico del poderoso señorío Tzayulteco.
El centro ceremonial "Cerrito de Santa Inés" al sudoeste de la moderna Sayula, evidencìa el lugar donde pudo estar la cede del señorío de Tzaulan a la llegada de los españoles, y desde 500 o 600 años antes, durante toda la fase Amacueca y los últimos siglos de la fase Sayula. Éste lugar, hoy un parque con canchas deportivas, que posee tres montículos de origen prehispánico, datados para el año 900 de nuestra era, fue el centro político y religioso de todo el señorío en los años previos a la conquista española. Los señores y sacerdotes principales de los pueblos indígenas, acostumbraban a vivir cerca de estos centros ceremoniales, por ello, las crónicas de los conquistadores, hablan de que, en ese lugar, al que llamaron Lomas de Santa Inés, se fundó el primer asentamiento español durante la conquista, pues ahí se concentraba el poder político y religioso del cuenca prehispánica a su llegada.
"Se puede afirmar que la cuenca de Sayula sobresale, durante el periodo prehispánico, por una marcada personalidad regional que se fundamenta en tres factores complementarios: 1) la riqueza de los recursos bióticos presentes en sus distintos sectores; 2) la presencia estacional de un mineral valioso, escaso y estratégico para el desarrollo de toda sociedad: la sal, y 3) una población estable que ocupó integralmente su territorio, compartiendo, en las diferentes etapas, una misma identidad sociocultural. La capacidad de cohesionarse y funcionar coma un sistema social articulado es sintomático de grupos que han desarrollado una organización política estable pero poco coercitiva, del tipo cacicazgo. Se puede pensar que, inicialmente, la autoridad regional funcionó de manera casi imperceptible entre los grupos dispersos, fomentando la interacción y complementariedad de sus efectivos. Un medio natural prodigo permitió, en un principio, el desarrollo de una vida aldeana autónoma, donde pequeños grupos fueron interrelacionándose hasta organizar una amplia sociedad con desarrollo complejo, que compartió las mismas pautas culturales, ejerciendo aparentemente un impacto importante en las transformaciones socioeconómicas en un ámbito panregional…"
Santa Inés es un sitio importante por su complejidad arquitectónica. Según el arqueólogo Otto Schöndube, en una extensión original de 1250 metros cuadrados, pensándolo conservadoramente, se levantó Santa Inés como centro cívico prehispánico, sin que se haya precisado exactamente aún la fecha exacta de su construcción; pero infiriendo, por la cerámica ceremonial, que fue en un tiempo a finales del clásico tardío entre 900 y 1100 d. C, cuando se convirtió en un importante centro de reunión regional. El sitio presenta cinco montículos: dos elevaciones y tres plataformas con una plaza ceremonial central. Entorno a este complejo arquitectónico prehispánico, por lo menos se han detectado una decena de sitios habitados de aquel tiempo, sin contar con los que quedaron bajo la construcción de la actual Sayula , los cuales nunca formaron en sí un bloque urbano como en las ciudades mesoamericanas del Valle Central, sino una ciudad en red o reticulada. En uno de estos sitios cercanos a Santa Inés, habitaba él o los gobernantes del señorío de Tzaulán, que se extendía hasta Cocula al norte de la cuenca, y de la sierra de Tapalpa en el oeste a la del Tigre en el este, desde donde pudieron venir atraídos por el centro ceremonial y en cumplimiento de su fidelidad cívica al Tzaulán, como muchos otros, los súbditos del señorío tzayulteca.
Estos fueron algunos de los dioses adorados por los habitantes prehispánicos de Sayula:
El legado del panteón teotihuacano, influencia otomí, reconocía el culto al sol, la luna y Venus; pero las deidades principales pudieron haber sido, según las crónicas y las investigaciones arqueológicas Tlaloc y Quetzalcóatl; Munguía Cárdenas menciona el culto al dios niño azteca Teopilzintli en el valle y en la región (Ameca y Tzapotlàn), que incluía el canibalismo . El culto a los dioses locales persistió mucho tiempo después de la conquista. La orientación de complejo Santa Inés, como sede del poder político y religioso del Tzaulán, y sus montículos posiblemente alineados con puntos en el horizonte, donde sale y se mete el sol, la luna y venus, apunta a un culto al dios teotihuacano Quetzalcóatl, en oposición a Tlaloc, que se asociaba con la cuenca, el agua, la lluvia, el inframundo y posiblemente la producción de sal. Lamentablemente no hay estudios al respecto, sólo se ha clasificado arqueológicamente el sitio Santa Inés, etiquetándolo como una plaza central rodeada por plataformas y montículos de carácter cívico religiosa. Al parecer la evidencia de tumbas al oriente de la cuenca (la casa del sol) sugiere el mismo culto a Quetzalcóatl.
"Al noroeste de la exploración se encuentra el área 3, de aproximadamente 220 m cuadrados , con 31 entierros depositados entre 23 y 98 cm de profundidad…El área 3 contuvo 45 individuos en 11 entierros colectivos y 20 individuales…En 8 esqueletos no se pudo identificar el sexo, y de los otras 37, 32 fueron masculinos y sólo 5 femeninos. La mayor mortalidad es en adultos jóvenes, y la población no adulta…Así, el área 3 parece destinada a hombres j6venes, en la que a veces se depositaron mujeres, también j6venes, pero donde los infantes estaban exc1uidos, pues los pocos que hay son secundarios en entierros colectivos…el área 3 no representa una población normal, ya que los femeninos son escasos y los pocos infantes, secundarios…estaría destinada solo a ciertos individuos no necesariamente familiares y más bien unidos por otras características de estatus compartido en la que la localidad de inhumación era importante…En lo referente a patología, en el área 3, de los 32 individuos masculinos 6 presentan fracturas -principalmente en costillas-, politraumatismo en una tercera parte de los casos…Es interesante señalar que el área 3 tiene la mayor cantidad de puntas de proyectil asociadas a entierros…los esqueletos del área 3 se haya una pérdida dental ante mortem que inicia antes de los 25 años y tiende a ubicarse en los dientes del frente por lo cual podría ser efecto de golpes, sugiere que fue un área especial de uso exclusivamente funerario para cierto grupo de la poblaci6n posiblemente involucrado en actividades militares. Fray Bernardino de Sahagún menciona que entre los mexicas los fallecidos en guerra iban a la parte oriental de la casa del sol; esta orientación prevalente en el área 3…Entre los mexicas, las mujeres muertas en parto o (en particular las primerizas) batalla se consideraban el equivalente femenino de los guerreros y se creía que iban también a la casa del sol"
De acuerdo a la monografía sobre la Providencia de Ávalos de Lucía Arévalo Vargas, se conoce que, antes de la llegada de los españoles, en Sayula y la región, existió un culto a la rana, quizás asociado a Tlaloc; Igual se daba culto a Xipe-tótec, dios de la sarna y las enfermedades de los ojos o el dios desollado; Itlacateotl, dios al que se le sacrificaban niños ahogándolos, esto por el rumbo de Zacoalco; Huhueteotl, dios del fuego y las erupciones volcánicas; Teocoatl- Atlaquaquila, al que también se le sacrificaban niños, se piensa que el toponímico "Zacoalco" deriva del nombre de éste dios (aunque algunos otros lo traducen como "lugar de la pirámide" o "donde está la pirámide"); Centeotl, dios de las cosechas y Teopitzintli, el dios niño . El panteón es una mescla de dioses teotihuacanos y nahuas, con la posible excepción del culto a la rana, que podría ser local. (Sayula: del antiguo Tzaulan la Sayula de los Pérez Rulfo. Inédito.)
Pies de foto, de arriba hacia abajo en página 5:
Foto 1 Montículo principal en Santa Inés, dedicado al sol, muy probablemente.
Foto 2 Montículo abandonado en el sur del complejo arqueológico Santa Inés, probablemente dedicado a la luna
Foto 3 Pirámide en Oaxaca cubierta por la maleza; la semejanza con el estado actual de los montículos en santa Inés, es muy obvia.
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