Por Rodrigo Sànchez Sosa
En estos momentos coyunturales para el país, en que los mexicanos estamos hartos de la corrupción, de la violencia, del crimen organizado, de los fraudes electorales y del saqueo de nuestros recursos; es entendible que salgan a la luz los problemas rezagados, esos que son tabú, de los que no se habla abiertamente, pero, evidentemente, son de una u otra forma un lastre tan dañino como los ya enunciados. Uno de ellos y el más importante, por lo que representa dado el daño estructural que ha causado a México, es sin duda, El Racismo.
Seguramente hemos escuchado cosas como "Indio pata rajada", "Indiorante", "Indio bajado del cerro a tamborazos", "Indio testarudo", "prieto", "chutaro", "la indiada", la tan de moda: "chairo" (que en el fondo tiene la misma intención) o simplemente la palabra "Indio" con entonación despectiva. Los dichos populares rezan sin pudor: "No tiene la culpa el indio…" y nos hemos divertido morbosamente, las mayores, con el indio "Madaleno", "Chano y Chón", "La india María", " Doña Lencha" y actualmente, los más jóvenes, con todas las imitaciones de estos personajes que hacen del indígena un bufón ridículo con todos los prejuicios implícitos: sucio, ignorante y pobre. Una de las más aplaudidas, aunque no la más popular, de las actuaciones del ídolo de México Pedro Infante, fue al lado de María Félix en Tizoc. Los valores que esa película muestra respecto de nuestra mitad genética, como mestizos, la indígena, quedan claros. Si bien vemos esa otra parte de nosotros como noble, la asociamos con la pobreza, la ignorancia y los prejuicios para con los rasgos y color de piel indignena a los que consideramos feos. Pero sobre todo parece que asociamos al indígena con minusvalía mental.
Esto no es una mera especulación mía, recientemente el INEGI dio a conocer el resultado de sus estudios estadísticos con respecto al color de piel y las oportunidades laborales, sociales y académicas en México; el resultado, un vergonzante racismo hipócrita. A muchos esto no les gustó, y pusieron el grito en el cielo, pero los datos eran duros y definitivamente el tono de piel en México condicionaba las oportunidades de una persona. Esto repercutió a nivel internacional, aunque los medios masivos en México lo ignoraron. La BBC, el diario El País y medios en Estados Unidos, retomaron los datos estadísticos del INEGI e hicieron sus propias investigaciones. Efectivamente, el racismo en México es una realidad innegable. Los grupos de poder y las clases sociales altas, así como los puestos ejecutivos en la iniciativa privada y el gobierno, tanto como el mundo exclusivo de la farándula y académico, se diferenciaban por el tono claro de piel de sus miembros que se oscurecía conforme el escalafón de importancia descendía.
Si hiciéramos una encuesta sobre las implicaciones de este prejuicio racista nos sorprendería no sólo cuántas personas estarían de acuerdo en que los indios son ignorantes, pobres y feos, sino cuántos de nosotros mestizos, con color de piel oscura, nos ajustaríamos casi por voluntad a las etiquetas de este prejuicio, ajustando nuestra vida y comportamiento a este racismo: El pobre nace pobre y se muere pobre, la gente con tez más clara son más inteligentes y guapos, nuestro color oscuro de piel nos avergonzará tarde o temprano. Es verdad que estaremos dispuestos a negarlo, pero allí están las estadísticas que no mienten. Y a pesar de que la realidad del día a día desmiente los prejuicios, estos se reproducen porque responden a un sistema, este sistema corrupto y sus grupos criminales.
Aunque no parezca esto tiene una particular incidencia en el orden político. Por ejemplo, la representante de nuestro distrito ante el congreso del estado, es literalmente una barbie, Susana del Toro, PRI (media forzada la cosa pero güera al fin); Nuestro diputado federal en el distrito es José Luís Orozco, PRI. Un tipo con facciones muy europeas, como muchos en México, cierto, pero nada que ver con el genotipo indígena. Y bueno, el tener facciones más indígenas no los haría ni mejores ni peores diputados, pero es claro que el electorado los prefiere rubios. Y en ese tenor, el PRI sabe vender a su gente, allí está EPN, "el presidente guapo". Con eso juega el sistema político, con nuestros prejuicios racistas ¿verdad que un candidato prieto se ve más delincuente que uno güerito? No es difícil deducir de aquí todo el juego de poder que descansa sobre estos prejuicios. La forma más vil y baja de desacreditar a un gobernante es por su aspecto, así mismo a cualquiera que sea mi enemigo político. No hace falta que sea yo un europeo, simplemente que acuse a alguien en base a este racismo, me da ventaja, aun siendo yo muy parecido a mi contra parte. ¡Patético!.
No es algo que se razone, claro que no, es algo inconsciente. Así, los líderes sociales que de repente saltan al ruedo en el actual contexto político; por ejemplo, aquí en Sayula, quienes en nombre del pueblo hablan y exigen cuentas, acusan y señalan. Son más creíbles si son güeritos, pertenecen al grupo de poder o acusan a otros de prietos, rateros, mugrosos, muertos de hambre, ignorantes y nacos; sin más razón que el prejuicio racista ¿Dónde están las pruebas? No hacen falta, la gente no confía en el indio porque "No tiene la culpa el indio…" O "¿Quién se cree que es ese pinche indio?..." y "los indios son ignorantes ¿qué va a saber ese?…" Lo que es ridículo porque el 90% de los mexicanos tenemos sangre indígena.
Esto es un rezago del autoritarismo heredado de la colonia, del vulgo concretamente, porque las leyes estaban entonces, al inicio de la colonia, en contra del abuso de los indígenas, y no fue sino el vulgo español ignorante y sus prejuicios los que terminaron por imponerse en la sociedad colonial de castas en México. El asunto en el México independiente y el de la Republica después, tuvo que ver más con la política, el indio era incomodo como una condición aparte en la ciudadanía del México independiente, para el nuevo modelo político no había indios y mestizos, sólo había mexicanos, ciudadanos mexicanos. Pero claro que eso no pasó, el racismo de la colonia continuó y la resistencia cultural del indígena abonó a su marginación y discriminación en una sociedad que construía un país en el modelo europeo liberal del siglo XIX. Incluso se les trato de extinguir como etnias durante el porfiriato, sin olvidar que el mismo Benito Juárez fue indígena y la madre de Porfirio Díaz lo era también. La reivindicación llegó con la revolución, y la tensión en el racismo fue un elemento que detonó esa lucha en el campo mexicano. A pesar de la Revolución y el nacionalismo del cardenismo que rescató en los libros de texto y murales de Rivera y Siqueiros, la dignidad indígena, el racismo no se erradicó, se volvió hipócrita y mientras en las pinturas y los libros se idolatraba al indígena, en la realidad seguían siendo explotados y discriminados, y los son hasta el día de hoy que por primera vez los pueblos indios de México se unen para lanzar una candidata indígena independiente al gobierno de la República. Los memes racistas y crueles en redes sociales no se hicieron esperar contra Marichuy la candidata del CNI este 2017, como hemos sido testigos todos.
En un documental, "¿México Racista?", difundido por el periódico español El País, uno de los entrevistados, Tenoch Huerta, un actor moreno de rasgos indígenas dice casi llorando una verdad cruel que no hemos querido ver: "El mayor problema de este país es que no nos queremos, no nos queremos nada…" nuestra dignidad es tan poca que apenas uno de nosotros sobre sale, los demás lo desacreditan en lugar de apoyarlo, fenómeno que popularmente se conoce como el cuento de los cangrejos en la cubeta. Algo conocido y aceptado por nosotros mismos los mexicanos, pero no superado. Tenoch Huerta lo resume muy bien, un país que se quiere así mismo, no envenena a sus niños, no asesina a sus jóvenes, no corrompe sus instituciones, no tolera la impunidad, no se vende al extranjero. Todo parte de este prejuicio racista: no nos aceptamos a nosotros mismos, vivimos enajenados, siendo otros siempre.
El racismo en Los Estados Unidos por ejemplo está focalizado, de una etnia a otra; pero, por ejemplo, los negros, rara vez se discriminan a sí mismos, y aunque terminarán algunos adoptando los prejuicios racistas del blanco, su identidad, como comunidad, les ha permitido sobre vivir y sobre salir en una sociedad que hace apenas 140 años los esclavizaba, nosotros tenemos casi 500 años sin poder superar esto mismo. Eso es nuestro principal problema.
Hablar de la totalidad del territorio nacional es complejo, el racismo se da de forma diferente; pero, concretamente en nuestro entorno es claro que el prejuicio está allí incidiendo en nuestra vida cotidiana y determinándonos como municipio, jugando un papel importante en la conformación de nuestra sociedad. Cuándo y cómo esto podrá revertirse, creo que es cuestión de educación, ya que no se considera el racismo un problema local, a los niños no se les exige superar tal prejuicio ni en casas ni escuelas y por el contrario el güerito siempre será bien visto en prejuicio del morenito o prietito, que por lo regular son los pobres del salón de clases. Es una pena que haya gente tan vulgar que cínicamente esgrima su racismo como argumento en lo social aquí en Sayula, estos, los que si son en verdad los legítimos patanes de esta historia. Y peor, que la ignorancia con voz los publique, los apoye, y algunos les aplaudan, afortunadamente cada vez menos. Por dignidad deberíamos firmar para que los pueblos indígenas tengan por primera vez una candidata al gobierno; como ellos saben, no para ganar, sino para recuperar su dignidad como pueblos y personas. Regalemos una firma y voto de confianza a Marichuy la candidata del CNI (Congreso Nacional Indígena) originaria de la comunidad nahua de Tuxpan que estará por estos días en nuestro municipio, para que pueda competir como candidata independiente al gobierno de la República.
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