Opinologìa y opinocracia, peroratas inútiles
Por Rodrigo Sànchez Sosa
"Me cuesta encontrar otro país que, como México, se haya dado tantas soluciones a sí mismo. Si bien sus problemas se encuentran lejos de resolverse, éstos han dado la impresión de estar claros o medianamente comprendidos y diagnosticados: corrupción, violencia, derechos humanos, injusticia, impunidad, inequidad, etcétera. Pese a eso, parte del análisis se ha perdido entre estudios políticos y peroratas, entre la etnología, un poco menos en la sociología, y mucho más en la opinología y la opinocracia.
Parece que todos sabemos qué no funciona y, a su vez, afirmamos tener las respuestas que podrían dar paso a resolver nuestros problemas. Hemos logrado hacer de casi cualquier frase, conflicto o intención, un lugar común que sufre los vacíos de la pérdida de los significados. Si en verdad somos un país con tantas voces que saben cómo resolvernos y aún no lo hacemos, hemos estado dando, de manera sistemática y masiva, brazadas de ineptitud -cosa probable en ciertos sectores-. O quizá, esos diagnósticos no se han detenido a hacer las preguntas correctas" -Maruan Soto Antaki, Pensar México.
Resulta increíble como la opinología y la opinocracía, neologismo de este escritor especialista en zonas de conflicto como medio Oriente, reconocido a nivel internacional hijo de migrantes siros y españoles, mexicano; se adapta completamente a Sayula. Todos en los periódicos locales y ahora en los grupos activistas conocen la solución para Sayula, incluido este servidor. Los gobernantes siempre son ineptos y tienen la culpa de todo, llegando al extremo bizarro de ufanarse una conocida director de un pasquín local, de expresar públicamente que todo el que ejerza un cargo público en el ayuntamiento de Sayula es para ella por ese sólo hecho su enemigo durante tres años, sin importar quién sea; incluso, exigió para apoyar a cierto grupo activista local, que los líderes de este, firmaran un acuerdo en el que se comprometían a no competir electoralmente por un puesto público en Sayula en estas lecciones de 2018. Claro que no aceptaron su propuesto por obvias razones, y está bien, están en su derecho, es un derecho otorgado a todos los mexicanos constitucionalmente, el votar y ser votado, bueno a tal grado la opinología y opinocrcia en Sayula, que le da autoridad moral a esta señora para hacer esto y cosas peores, escudada según ella en el derecho a la libertad de expresión.
Ya no pensemos en qué tan válido es esto, pesemos a que obedece el fenómeno que permite esto tan absurdo. Dice Soto Antaki, que los mexicanos, todos, hemos encontrado la manera de que las palabras pierdan su significado según el contexto. Que la multiplicidad de significados de una palabra, la hace ambigua, así que, esta no significa siempre lo mismo, depende del contexto. En México depende del contexto y el grupo, que la palabra corrupción no sea corrupción, que violencia no sea violencia, que delito no sea deliro y que "puto", "chinga tu madre" o a la verg…no signifique lo miso en un contexto que en otro. Así en México la palabra "puto" gritada en un estadio, no es lo mismo que dicha a una persona homosexual, o que "Chinga tu madre" no sea un insulto dependiendo a quien se le diga y en qué contexto; sin embargo, las palabras deberían significar lo mismo siempre. .A los mexicanos nos parece tan trivial el asunto que cuando uno hace preguntas concretas a los actores improvisado de la política local, por ejemplo, estos salen con que es puro rollo ¿qué significa eso me pregunto? O si ya no saben de qué les hablan se escudan en una bufonada de mal gusto haciéndose los tontos, se dicen ser ignorantes como el pueblo en cuyo caso cambian el significado de la palabra "ignorante" que en otro contexto dicha, los ofendiera. El problema es que esto ya llevado a asuntos más serios se convierte en un problema mayúsculo, impide que entendamos y resolvamos nuestros problemas.
Siguiendo a Soto Antaki, nos parece que, efectivamente, quienes deben quitar esa ambigüedad de las palabras, son las elites, no las económicas que están en la misma problemática que el pueblo común, sino las elites políticas, intelectuales, culturales, sociales etc. Aquellos que usan el lenguaje de manera más certera para hacer las preguntas concretas, en México, han fallado, tenemos generaciones en una comunidad de babel, hablando el mismo idioma cuyas palabras tienen tantos significados que permiten ver como normal el crimen, la violencia y la corrupción, y no pueden plantearse las preguntas correctas que lleven a la solución de nuestra problemática. No se pueden plantear preguntas con un lenguaje ambiguo, es imposible. Menos se puede, por lo mismo, llegar a soluciones. Ese, en el fondo, es nuestro problema como país. El leguaje nos humaniza, dice Soto Antaki, es una herramienta de precisión cuando los temas son de vida o muerte. En la especulación de la filosofía y en la estética del arte, podemos jugar con el leguaje para llegar a lo profundo del alma humana; pero en la política no se puede dar tal juego al grado de que se convierta como el leguaje de los sueños, sólo representación indirecta de la realidad, porque entonces volvemos la realidad un sueño o como en nuestro caso una pesadilla, una psicosis, una psicosis social ¿De qué otra manera describiríamos el país actualmente sino así?
Mire déjeme describirle este mundo que de tan "normal" ya nos acostumbramos; pero, verlo desde una reflexión así, nos permite correr ese velo y observar aterrorizados lo tenebroso del asunto: ¿Niños sicarios? ¿niños vigías y señuelos en las guerras más sangrientas actualmente en el continente? ¿una persona de lejos psicótica abanderando una causa social que ya por ello dice mucho de la misma? Bueno hay tantas cosas que me da miedo numerarlas y sufrir represalias por ello ¿no le dice nada un país así, donde el derecho de expresión es mejor no expresarlo? Es surrealista, dicen que cuando Bretón el creador del surrealismo en el arte estuvo en México le fue tan incomodo que no pudo quedarse, porque dijo que no podía soportar vivir el surrealismo real. Eso por años a muchos nos ha enorgullecido, ¡imagínese! vivimos en un cuadro de Dalí, estéticamente suena bien; pero, ¿qué tal cuando el surrealismo se vuelve la santa Muerte colgando del cuello de un niño de 16 años que está apunto de decapitarnos o volarnos los secesos con una AK-47 (hasta el nombre en México de esta arma es surrealista: ("Cuerno de chivo" ), mientras alucina que está en un juego de video que le proporciona una droga sintética que cuesta los mismo que tres megas, como leyó en el letrero de la esquina de su casa? ¿Qué tal cuando se da cuenta que la presidencia de la república se compró un avión particular, el más caro del mundo, mientras la gente pobre hace colas interminables para una cita médica en los hospitales públicos o para obtener medicamentos para la gripa? ¿Qué pasa cuando ve esos pesados convoyes militares pasearse inútilmente en su ciudad persiguiendo sombras y siendo perseguidos por estas? ¿qué tal cuando una madre ve a su hijo jugando futbol en la calle y un segundo después está tirado en un charco de sangre? ¿o como cuando no se dio cuenta a qué hora dejó de llevar a su hijo a la guardería y terminó con él llevándolo a un centro de rehabilitación y ahora el que llora es usted? ¿No es surrealista, digno de Dalí? Las notas principales de los semanarios en de Sayula son dignas de poemas surrealistas, las columnas de opinión podrían perfectamente ser un ejercicio de escritura automática u obras de teatro escritas por Artuad en uno de sus ataques de psicosis más profundos.
La política en Sayula, ¡caramba!, créame que la ambigüedad de nuestro lenguaje político es tan eficiente que pude convertir un terreno ejidal en un KIOSKO y nadie lo nota; puede cambiar los terrenos del tianguis con valor de millones de pesos, por lámparas lead que nunca existieron. Puede soportar insultos racistas de alguien más loco que una cabra, que quiere hacer de Sayula España (¿Cataluña?) o Alemania; puede hacer invisible al principal activista de oposición de este trienio y pagarle por conspirar contra Sayula o que quien vive del a corrupción organice protestas contra esta. Es que el lenguaje lo permite, su ambigüedad, su multiplicidad de significados, como dice Soto Antaki, nadie lo cuestiona; pero si, todo el mundo tiene la solución para ello: más psicosis; más amarillismo; más corrupción; más ambiciones de poder; más no saber de qué carajos se habla ni qué carajos se quiere. Sentémonos los responsables a definir que carajos significan las palabras Democracia, Libertad, Igualdad y fraternidad, por lo menos, digo yo.
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