martes, 12 de junio de 2018

Política y Eros.   
Por Rodrigo Sánchez Sosa
                  
"Somos los políticos eróticos" Jim Morrison.
"¿Es posible el amor en el siglo XXI? Se pregunta el filósofo coreano Byung-Chul Han. Su respuesta es poner en duda la viabilidad del amor actualmente, en virtud de la multiplicidad de opciones que existen para entablar relaciones humanas, lo que amplia las posibilidades y la búsqueda de un ideal del amor, esto cuestiona la real concreción de un vínculo amoroso en la actualidad. Considera que existe un desgaste de la idea que tenemos del otro del semejante, que genera que todo tienda a resumirse siempre en uno mismo. Todo se centra en lo propio. Se produce, dice Han, un extremo narcisismo (amor enfermo por uno mismo); a raíz de lo cual, el otro va desapareciendo. En el infierno de lo igual, el otro no tiene espacio, porque la idea misma del otro requiere la diferencia de aquel que me niega a mi y por lo tanto es un otro distinto de mí. El eros, el amor, se dirige al otro en sentido enfático, es el otro lo fundamental para el eros. El amor no puede alcanzarse en el régimen solitario del  Yo. El eros requiere de la diferencia y de la existencia de un adentro y de un afuera, el eros es espaciamiento de lo propio en el otro. Por lo que, para rescatar al eros la consigna debe de ser, rescatar al otro.  Este extremo narcisismo hace que la libido se termine asentando en la propia subjetividad y que aumente la dimensión cada vez mayor de uno mismo. El mundo entonces se va pareciendo a uno. El mundo se va reduciendo a los propios limites que establece el Yo. Es una proyección de uno mismo.
Una derivación de esto, dice Han, es la necesidad de poder y la posibilidad del no poder. En el tiempo de la sociedad disciplinaria, de la vigilancia y el castigo, prevalecía la presencia del deber. Hacíamos las cosas en base a los factores externos que nos dominaban y nos indicaban qué es lo que había que hacer. Pero, durante el siglo XX la capacidad productiva del deber, dice Han, alcanzó un límite. El sistema, para superar ese límite, modificó la coacción productiva, cambiando la lógica del deber, por la lógica del poder. "El yo debo" es remplazado por el "yo puedo", lo cual refleja lo que Han llama, la sociedad del rendimiento. Ahora yo hago las cosas no porque me las indiquen desde fuera sino por que me las impongo desde mi mismo. Las hago porque puedo, la motivación y el compromiso, remplazaron al látigo y la coacción física de la sociedad disciplinaria, el hombre neo liberar no es una persona obediente sino una persona que se obedece así mismo y se ordena así mismo, ordenándose auto explotarse hasta el agotamiento definitivo, hasta el cansancio, con una idea de libertad basada en esta supuesta capacidad de decidir sobre uno mismo. Han retoma la idea de que no hay peor amo que uno mismo. En este marco, la astucia de la razón neoliberal es instalar la idea positiva de que uno es dueño de su propi destino, porque si uno es dueño de su propio destino, es responsable eventualmente de sus propios fracasos. Como si los fracasos dependieran únicamente de la capacidad del individuo y no de otro condicionamiento.
La lógica del rendimiento no se limita a la esfera productiva, dice Han, sino que inunda todos los otros niveles de la vida humana, el rendimiento también se hace presente en el amor. El amor se va igualando al placer y se expresa a través de lo sexual. Por lo tanto, el amor y el sexo se trasforman en conceptos simbióticos que hacen posible calcular al amor a través del rendimiento sexual. El cuerpo se va convirtiendo en un objeto de exposición (formas atléticas de gimnasio) tomando la forma de mercancía, y ese cuerpo vuelto mercancía deriva en el otro como objeto (hacemos objetos de los demás) y la exposición del cuerpo como mercancía nos acerca a la idea de lo Porno. La amenaza a la sexualidad no es la moralidad como lo era en el siglo XX, lo que hoy amenaza a la sexualidad es la extrema sexualidad, la presencia absoluta de la sexualidad que aniquila al eros pero, el porno no es hipersexualidad, sino por el contrario el porno es ausencia es una sexualidad trasparente, de exhibición, es una sexualidad sin contradicción, absoluta, el porno se trasforma en placer garantizado, el objeto del porno es el otro ausente y su ausencia deriva de la ausencia del eros. Si bien el eros se alimenta de la posible ausencia del otro, no contempla la efectiva desaparición del otro; porque sin otro, no hay eros.
Otro concepto que aborda Han, es el concepto de la vida, de la Mera Vida. Han plantea que en la antigüedad existían una forma de relación entre las personas que incluía de manera protagónica, conceptos tales como la angustia, el dolor y la vulnerabilidad humana. Pero que actualmente, esas mismas relaciones humanas, se ven vaciadas de aquella negatividad y como se vuelven positivas, la total positividad de las relaciones aparecen caracterizadas como la calma, la suavidad y la ternura; se plantea Han la pregunta de que si el amor actual es un amor feminizado, Han no esta de acuerdo con esta descripción, cree que el amor es un amor domesticado, el amor hoy es un amor que prefiere no correr riesgos, que se parece a un bien de consumo, a una mercancía elegible, garantizada y sin aquél rasgo de locura típico del siglo pasado.  Y obviamente este amor esta domesticado porque prescinde del dolor y el sufrimiento. Sin aporte de la negatividad el amor pierde su capacidad de trascender y trasgredir. Se trata entonces de un amor que se siente cómodo, cómodo en lo igual.
Han relaciona La Mera Vida con otro imperativo (obligación) muy actual, la salud, la salud como un puente, el acceso a la felicidad. De la tradicional dialéctica, vida-muerte, dice Han que hoy sólo va a quedar el patrón positivo de la vida. Una vida trasparente, no cualquier vida, una vida liberada de la muerte, una Mera Vida, que no alcanza el escalón superior de la buena vida, la Mera vida es el eros cada ves menos presente, menos presente a nuestro alrededor, agonizante. En su esencia el eros niega al trabajo, pero hoy el trabajo se ha vuelto un factor central en nuestra vida, el trabajo se ha vuelto religión para un sujeto de rendimiento, totalmente sometido a un objetivo que no es otro que rendir. Ese sujeto de rendimiento está vinculado a la dualidad típica de Hegel del Amo y el Esclavo, que hoy se resume en un único factor positivo y trasparente, un esclavo que se ha vuelto amo de sí mismo. Un sujeto libre, pero ¿Libre de qué? Estamos ante un sujeto libre para auto explotarse, un sujeto agotado, un no muerto dice Han, un vivo incapaz de morir, pero por eso mismo, incapaz de vivir.
Es en este marco en el que el capitalismo neo liberal y tardío hace su aparición, y se nutre de la obligación de acumular, consumir y rendir. El capitalismo actual deserotiza la vida, lo expone todo al consumo y lo convierte todo en mercancía. Hegel decía que la vida no es La Mera vida que elude y le teme a la muerte, para Hegel la vida es la Buena Vida que enfrenta a la muerte y la reconoce. A partir de ese reconocimiento La Buena Vida es posibilidad de resignificar la experiencia erótica, en cambio la Mera Vida que ignora la muerte y elimina el erotismo, va perdiendo vivacidad. Porque dice Han que el espíritu no vive en la absoluta positividad de la vida; sino por el contrario el espíritu vive en una vida que se enfrenta a la posible contingencia de la muerte. Para Hegel amar es renunciar a la consciencia de sí mismo, olvidarse así mismo en otra mismidad. Esta idea hegeliana quiebra la absoluta presencia del Yo narcisista, porque el amor no se trata de apropiarse del otro sino de volcarse y darse al otro.
También Han aborda en este libro el concepto de la fantasía, que se ve afectada por la agonía del eros y la desaparición del otro, la suma de la amplia capacidad de opciones, de la que se hablaba inicialmente, y la libre elección de estas, da como resultado la racionalización del deseo. Pero la imaginación requiere el espacio de lo incierto. Requiere de esa oscuridad que nos obliga a cerrar los ojos para sumergirnos en las posibilidades infinitas de esa imaginación, por el contrario la sobre carga de información de datos, nos termina abriendo los ojos de una manera eterna, nos volvemos incapaces de atrapar la fantasía. Esta inmensa suma de datos eleva el umbral del deseo y la información se corporiza toma la forma del consumo, por consecuencia aumenta la posibilidad de fracasar y decepcionarse en esa búsqueda de la fantasía y la imaginación. El fracaso no surge entonces de un exceso de imaginación, el fracaso surge del exceso de expectativas por el exceso de información.
Otro factor que se ve afectado es el de la política. Platón decía que el eros conduce el alma humana y domina a la razón y al deseo, el problema es que, ante la agonía del eros actualmente el eros ya no conduce a la razón, y la razón positiva se trasformado en mero cálculo y el eros que se confunde con placer, en este giro, termina siendo el que domina al alma humana. La política en su acepción más noble es amor, compromiso, entrega, trasformación, en tal caso la política es la eliminación del narcisismo o egoísmo, porque Política es privilegiar al otro, pero la política actual es Mera Vida, que se resume en mero trabajo y por ello una tendencia neoliberal a la despolitización, por eso Han platea la necesidad de re- erotizar a la política, volver a darle vitalidad a la política.
En la cuestión del pensamiento, Han plantea el Fin de la Teoría. Heidegger decía que, el pensamiento sin eros es un mero trabajo intelectual repetitivo, así como el amor sin eros es mera cesibilidad sin ninguna trascendencia.  Como vemos la diferencia la hace la presencia o ausencia de eros. Ese pensamiento sin eros pierde su rasgo desafiante, hoy estamos sometidos a la informática al dataísmo, que termina dominando al intelecto. Lo que hacemos no es exactamente pensar, lo que hacemos es calcular, por lo tanto, no pensamos, nos enteramos, lo cual no genera ninguna consecuencia, no genera ninguna trasformación, esta situación nos vuelve conservadores al sumirnos en un mundo de cálculo y algoritmos, por eso vivimos en una sociedad de la información, pero esa sociedad es adictiva y consumista sin efectos trasformadores. Pensar es logos más eros, si eros agoniza el pensamiento pierde vitalidad y se vuelve represivo y reaccionario, concluye Han."   -Claudio Alvarez Teran.


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