lunes, 17 de junio de 2024

 EDITORIAL: Calor ambiental

La descripción de la ONU del cambio climático descrito por esta organización dice:

"Se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos".

Las causas pueden ser naturales como las variaciones en la actividad solar; erupciones de volcanes y un poco menos impactante los incendios provocados por la misma naturaleza como las descargas atmosféricas.

A partir del siglo XIX el primero en la cadena de afectación al ambiente es el humano, con las modificaciones a la tierra, desmonte de bosques, uso de máquinas funcionales en base a carburantes como gasolina, gases y leña; las industrias de todo tipo: transporte, generación eléctrica, transformación, producción, extractiva y manufacturera.

Las mensajes de dolor que nos envía el planeta, los sufrimos los habitantes con inundaciones como las alcanzadas en Brasil que tapan edificios de hasta 7 metros de altura; bolas de granizo en Italia que miden lo mismo que una pelota de frontón; sequías prolongadas y extremas como las sufridas a la mitad y en el norte de México; lagos de 12 mil años de antigüedad desecados ahora como el de Cuitzeo en Michoacán.

La mayor causa es la avaricia mimetizada en un sistema económico llamado neoliberal; la tesis es que las industrias de todo tipo como la agrícola, extractiva, productiva, manufacturera, constructora afectan todo lo natural como selvas, aguas, aire, cerros, subsuelo, bosques, desiertos, playas, mares y mundo submarino. Lo hacen sin pensar en la reparación del daño provocado como reciprocidad al beneficio obtenido. (Lo miramos con Larrea y su mina Buena Vista en sonora que contaminó de manera crónica los ríos Sonora y Bacanuchi sin reparar ni al 20% el daño causado).


 


Un caballo parado sobre un techo por las inundaciones y la quema de la Amazonia, reflejo de la acción humana


Este sistema económico, ideológico, cultural, político y social nos lleva a estas afectaciones climáticas enormes donde los daños humanos son incalculables.

El capitalismo sólo tiene como objetivo el acrecentamiento de la riqueza en pocas manos, ese es su único fin. Las mismas guerras son negocios sin importar el sufrimiento y dolor de otros seres tanto homínido como de otras especies.

Estas extensas sequías, torrenciales y atípicas lluvias, tornados y ciclones cada vez más furiosos, inviernos más crudos y calores excesivos serán cada vez más enérgicos.

De acuerdo con los expertos de la ONU, el problema ya no es reversible, nos deslizamos en un tobogán infinito rumbo al final de la vida, no hay freno ni asidero, nada nos detendrá.

Lo único que nos queda es tomar conciencia y obligar a los gobiernos a poner límites a los permisos que se otorgan; que exista un control equilibrado entre daño y reparación. Tendremos que luchar contra la corrupción de funcionarios y explotadores; pelearemos para que la naturaleza no se sobreexplote ni se monopolicen los bienes como el agua y el suelo contra esos hipócritas que fingen servir y son cómplices del deterioro. Enfrentarnos a los gobiernos que permiten a industrias el uso y abuso del agua llevando líquido limpio y abundante al nivel de abuso y regresan fluidos venenosos que contaminan ríos, lagos, lagunas, subsuelo, pozos, presas y el ambiente en general.

Espero seamos conscientes lo que nos grita el ambiente con estos fenómenos y por el bien de los que aún estamos y los que se quedarán, lleguemos a aminorar los efectos y, posible un día, logren detenerlo por bien de la humanidad.

Moises Zepeda Gómez. / Para Horizontes


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