lunes, 4 de septiembre de 2017

Especial para Horizontes...
Sayula Microhistoria y regionalismo
¿Para qué la historia?....
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 


Para el público en general los métodos de la ciencias particulares son desconocidos, aun conociendo estas particularidades de forma indirecta, ya sea porque se topa con ellas en algún libro especializado, como porque alguien las mencione, se está lejos de entender, ya que no se está familiarizado con los contexto implicados en estas herramientas conceptuales del estudio científico de la realidad, y puede ser uno víctima de los charlatanes y oportunistas, que aun sin conocer estas herramientas las utilizan para impactar en el ánimo del público manipulando la opinión para sus particulares fines. El estudio científico de la historia, no es la excepción. Un concepto importante en el estudio general de la historia es la microhistoria, que a continuación el texto que leerá, trata de explicar. Es importante este tema dado los acontecimientos recientes de trascendencia en Sayula: la celebración del 470 aniversario de su fundación el año pasado, los cien años del nacimiento de Rulfo, los cien años del carnaval, y el lamentable deceso del señor Federico Munguía Cárdenas, el año que corre. Esto ha puesto el tema de la historia a discusión pública. No es para menos. Sayula jugó un papel importante como región en la colonia, la independencia, la Reforma y los primeros años del siglo XX,  su arquitectura es prueba irrefutable de ello. La importancia de Juan Rulfo a nivel mundial es indiscutible y la obra de investigación de Federico Munguía Cárdenas es una de las más importantes de historia regional en Jalisco y México, y es reconocido por ello en todo el Estado. Esto ha suscitado declaraciones neófitas al respecto de la mismísima historia de Sayula, la postura de Rulfo sobre su lugar de nacimiento, y hasta lo confiable de Munguía Cárdenas como investigador. Aunque se deben tomar las cosas de quien vienen, las personas en Sayula merecen saber que la historia no se aborda desde la improvisación y la especulación neófita, sino que todo tienen un rigor científico que permite conocer nuestro pasado al abordar conceptos como la microhistoria para estudiarlo. Podemos estar orgullosos del trabajo de Federico Munguía Cárdenas que, pese a no tener una formación profesional universitaria, realizó una labor titánica que difícilmente alguien podrá igualar. El excelente trabajo metódico de Munguía Cárdenas, permite los acercamientos a la historia de Sayula que usted ha leído los últimos meses en este espacio. Todo lo que usted leerá en esta columna, tendrá siempre un sustento en el trabajo de Munguía Cárdenas, así como en la metodología aconsejada para abordar la historia regional:
"Antiguamente se creía que el recuerdo o evocación de una ciudad o región era cosa del cronista local y que no tenía mayor trascendencia, lo cual era un grave error porque las investigaciones eran escasas y solamente se tenían en cuenta las generalidades. Hoy se utilizan las síntesis históricas, refiriéndonos a algunos estudios locales o institucionales, proyectos de grado o tesis, entre otros, pues la historia global o total en la que se abarcan temas que tienen que ver con diferentes poblaciones de origen diferente "no es posible hasta que no se hayan realizado suficientes monografías de Historia Regional". La historia que trata de regiones, grupos o instituciones ha servido para cobrar conciencia de la pertenencia de los individuos a una etnia, a una comunidad cultural, a una población; al hacerlo, ha propiciado la integración y perduración del grupo como colectividad. La historia nacional, regional o de grupos cumple, incluso sin proponérselo, con una doble función social: por un lado, favorece la cohesión en su interior y, por otro, refuerza actitudes de defensa y de lucha frente a grupos externos. Las fuentes directas, materia prima de la historia, se hacen necesarias y se precisan a nivel local, departamental y regional. El rigor científico para la historia global será mucho mayor partiendo de la historia regional. Paralelamente a ello, los habitantes conocerán mejor su historia, la experiencia local de sus antepasados y los elementos para su identidad, entre otros.
Para el siglo XX, la historiografía más científica surgió de la historia por regiones. Citemos, en América Latina, a los mexicanos Luis González y González y Enrique Florescano, quienes podrían mencionarse como investigadores que hacen y estimulan estudios a nivel regional. El primero con su famoso trabajo de año sabático "Pueblo en vilo" y publicaciones como "El Oficio de Historiar y Nueva invitación a la microhistoria". Por su parte, el segundo, con su participación en "Para qué la Historia" y el Seminario de Historia de México en la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Si conocemos la historia de quienes habitan o son de determinada región, las estructuras sociales en las cuales viven, sus instituciones económicas y políticas, sus conflictos, tenemos que comprender cómo fueron vividos esos hechos, la manera de sentirlos, sus medios materiales, las relaciones entre hombres y cosas, hombres y entorno, hombres y herramientas y muchos más elementos. La historia regional no puede ser generalizada, ni menos deducida de una global. Si se quiere recuperar la memoria de un pueblo hay que hacerlo con la colaboración de ese pueblo. Si tenemos en cuenta las tres grandes divisiones de la historia que Juan Brom nos señala en su libro "Esbozo de Historia Universal": Por grupos humanos y por regiones geográficas; por temas y actividades; y por períodos, apreciamos que es en la primera clasificación en la que entran las historias por regiones o las locales, consagradas al estudio de provincias, ciudades, pueblos o aldeas. Igualmente, hacer uso de una temática o un período, colabora al método en una investigación o enseñanza de la historia regional.
Para poder trasmitir, difundir o compartir a quienes hagan parte de un proyecto de investigación de historia local o regional, se deben tener claros los conceptos sobre grupos humanos, región, tema, actividad y período, o precisar las delimitaciones o comunes denominadores con los cuales se va a trabajar o determinar, por ejemplo, la región. En cuanto a qué o cuáles métodos y técnicas se van a utilizar en el conocimiento investigativo de la historia en la práctica es difícil y con frecuencia innecesario establecer la frontera entre método y técnica. Sin embargo, es conveniente recordar, según Ario Garza Mercado (1973,4) que el método nos ayuda principalmente a pensar las cosas, mientras que la técnica nos ayuda a hacerlas. El método es el conjunto de operaciones intelectuales de ordenación y evaluación de la materia prima de la historia. A partir de los métodos aplicamos unas técnicas a esa Historia regional y microhistoria. Una necesidad inmediata son las técnicas de comprobación, de sistematización, de cuantificación y de comparación, que nos permiten ir conociendo los objetos históricos y sus relaciones. Como toda ciencia en formación, la regionalística tiene todavía un largo trecho por recorrer. En América Latina se ha avanzado en este campo, especialmente en México…Hernán Venegas (1991) nos presenta unos indicadores fundamentales para definir a la región histórica. Mencionaremos los siguientes:
a. El medio geográfico
b. El tipo de economía
c. La estructura de clases
d. Las migraciones y el problema étnico
e. El plano político
f. El urbanismo y la arquitectura
g. El nivel cultural y educacional
 …La importancia de trasmitir, investigar o enseñar la historia regional para América Latina… es poder entregar a la sociedad una de sus bases, o sea, el conocimiento de quiénes somos, cómo hemos edificado nuestra organización social y, por lo tanto, contribuido a su desarrollo. El conocimiento histórico se construye para ser difundido, en este caso, a la juventud que se encargará de compartirlo; igualmente, para propiciar investigaciones interdisciplinarias de carácter regional, con el fin de saber de dónde y de quiénes procedemos, cómo vivían nuestros abuelos, nuestros antepasados y de dónde procedían los pobladores de la región que se va a estudiar. El ejercicio de la historiografía circunscrita a una pequeña zona tiene que utilizar todos los recursos de la metodología histórica y de varios más. Desde el inicio se presentan los problemas. No es fácil partir, como en otros campos de la historia, con un equipo adecuado de esquemas anteriores, de interrogatorios hechos, de hipótesis de trabajo y de modelos. Muchas veces no puede conocerse la historia de alguna comunidad parroquial porque faltan los documentos esenciales. Los hechos de la vida del campo y pueblerina no suelen dejar huellas numerosas, algunos testimonios tienden a perderse, extraviarse y hasta dispersarse. Pero hermanada a la revisión y manejo de fuentes escritas de notarías, archivos parroquiales, registros catastrales, prensa, cartas epistolares, etc., podemos nombrar la historia oral, esa recuperación de la memoria individual y colectiva como un ejercicio necesario y fundamental para descifrar los misterios de un pueblo, comarca o región. Es muy válida la sabiduría que representan las vivencias de los mayores, de aquellos que tuvieron que cultivar la transmisión oral de conocimientos para preservar su identidad. Miguel Barnet lo manifiesta al recordarnos que "Lo mejor que hay para la memoria es el tiempo. El tiempo conserva los recuerdos. Cuando uno quiere acordarse de las cosas del tiempo nuevo, no puede. Sin embargo, mientras más atrás uno mire, más claro lo ve todo".
Entre otras fuentes de investigación histórica que debemos consultar, no sólo para la enseñanza de la historia regional, sino para investigar en el mismo campo, citaremos las siguientes:
o ESCRITAS: Documentos públicos, privados y prensa; memorias; correspondencia,
etcétera.
o ICONOGRÁFICAS: Obras Plásticas, gráficas.
o TESTIMONIOS ORALES: Directos, grabados.
o OTRAS: Instrumentos de trabajo, fotografías, útiles de la vida diaria, etcétera.
La microhistoria, entonces, nos permite conocer a los pueblos, los municipios, el sino vital de sus protagonistas, las comunidades, todo aquello que las distingue de sus conciudadanos; en una palabra, semejanzas, diferencias, deficiencias, manías y obsesiones. A través de la historia regional descubrimos también que todos tenemos historia, que podemos reconstruir la historia de aquellas personas, villas, comunidades o sociedades que nunca la han tenido. La pequeña historia es ejercicio para rescatar el alma pueblerina.
"La microhistoria sirve antes que nada para señalar las lagunas en los territorios de las otras ciencias sociales". (González y González, 1992,11)
Si para la historia general el tiempo constituye la categoría central, para la microhistoria lo será el espacio breve, el espacio de la patria chica, del terruño. Podemos decir que no es posible conocer y reconstruir la pequeña historia sin la memoria individual y colectiva, sin retomar la experiencia de sus protagonistas. La nueva microhistoria no sale al encuentro de su pequeño mundo sin un buen equipo de preguntas, sin programa, sin marco teórico, sin ideas previas y prejuicios, y en definitiva, sin la imagen provisional del pasado que se busca. El nuevo microhistoriador, que ha recibido formación universitaria para investigar el pasado, se somete a rigores de método más penosos, en algunas etapas del viaje, que los padecidos por quienes practican las demás historias. En la etapa heurística, de aprendizaje para uno mismo, de recopilación información, la especie microhistórica está sujeta a leyes más ásperas que las demás especies metidas en la averiguación del pasado."
(Molina Hurtado, María Mercedes HISTORIA REGIONAL Y MICROHISTORIA. UNA NECESIDAD GRANCALDENSE Revista Latinoamericana de Estudios Educativos -Colombia-, vol. 2, núm. 2, julio-diciembre, 2006, pp. 149-166)

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