Por Arturo Fernàndez Ramìrez
No es la primera que nuestro país se ve seriamente afectado por desastres naturales como los sismos, pero de igual manera, tampoco es la primera vez que la solidaridad de los mexicanos y de otras naciones se pone de manifiesto.
Pero, lamentablemente hasta que ocurren los desastres es cuando salen a relucir actos de corrupción que dieron origen a que hubiera más damnificados de los que probablemente hubiera habido si las cosas se hubieran realizado conforme a la ley.
En efecto, ahora con los sismos, nos damos cuenta que muchas edificaciones se vinieron abajo porque fueron construidas en lugares no aptos para urbanizar o bien, porque nadie supervisó la obra y esta fue de mala calidad.
Ciertamente la fuerza de la naturaleza es superior a muchas construcciones del ser humano y por más bien hechas que estén, se corre el riesgo de que sean destruidas por fenómenos naturales, pero los desastres son mayores cuando las edificaciones se realizan en lugares no aptos o se hacen obras de mala calidad.
En el sismo de 1985 se detectó lo anterior y parece ser que ahora, simplemente, se repite la historia.
Por eso, aunque podemos atribuir los desastres a los fenómenos naturales, no podemos soslayar que mucha responsabilidad también la tiene el ser humano.
Ahora bien, si las anteriores son causas, resulta que después de los siniestros, también hay efectos que hacen más compleja la ayuda a los damnificados, ya que se dan también actos de corrupción.
Efectivamente, aunque parezca increíble, hay quienes lucran y se aprovechan de las desagracias humanas para sacar ventajas y beneficios de diversa índole.
Y si en estos momentos las televisoras y medios de información dan una amplia cobertura a los desastres, conforme pasa el tiempo, en forma dolosa van haciendo que la gente se olvide de estos sucesos, dejando en el desamparo a muchos damnificados.
Así ha ocurrido muchas veces, primero toda la difusión y después, nada y menos cuando los afectados claman justicia a las autoridades.
Y en cuanto a la ayuda material, afortunadamente la solidaridad de los mexicanos y de otras naciones no se ha hecho esperar, pero debemos cuidar que realmente toda esa ayuda llegue a los damnificados, porque, en muchas ocasiones, se desvía para otros lados y los afectados quedan en el desamparo.
Esperemos entonces que ahora se pueda evitar lo anterior y que toda la ayuda llegue a sus destinatarios.
También confiemos en que para los medios masivos no será un tema de moda que después ignorarán.
Debemos mostrar nuestra solidaridad hacia todos los damnificados pero hasta que todos sean resarcidos de sus daños. Comentarios y sugerencias al correo electrónico artuferam@hotmail.com
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