Por Rodrigo Sànchez Sosa
Definitivamente en este 2018, el enfrentamiento electoral en las urnas marcará un antes y un después en este país. El viejo aparato de estado totalitario y su cultura de corrupción y autoritarismo, se enfrenta a un mundo que cambió tan vertiginosamente que este monolito del pasado, apenas se dio cuenta. El estado mexicano y su sistema partidista, su dictadura disfrazada por muchos años de democracia, hoy impresentable e inoperable, políticamente incorrecta y económicamente inviable, se enfrenta a un reto apurada por una sociedad que no puede más con las circunstancias a las que ha orillado el mantener este dinosaurio. En nuestro atraso, la ciudadanía en México seguimos creyendo que somos los mexicanos los que determinamos nuestro destino político y por ello hasta económico; con todo y los fraudes y corruptelas, al fin es asunto nuestro. Tan es así que nos adjudicamos los vicios del sistema como adjetivos necesarios a nuestra condición de mexicanidad; es decir creemos que la corrupción es parte de nuestro ADN como pueblo, que somos culpables de la sobrevivencia de este régimen inepto y ladrón, porque lo merecemos. Pues fíjese que no, y ojalá fuéramos consientes en las urnas de esto, a la hora de votar. Recientemente se desclasificaron en EU documentos de inteligencia que acusan a varios expresidentes mexicanos de agentes de la CIA gringa, agencia de espionaje del gobierno gringo ( López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverria, según estos documentos). Por si fuera poco, entrando el siglo luego del salinato, fuimos sometidos a un nuevo orden mundial donde ya no fue necesario que agencias de espionaje extranjeras tuvieran en nómina a políticos y gobernantes mexicanos. Los amos del mundo mediante el control financiero y económico, controlaron el país, y nos sometieron imponiendo una forma de ver y entender el mundo, a la mayoría de los mexicanos. Hoy ingenuamente creemos que la carrera electoral entre productos por que esos son los candidatos partidistas, del mercado global, cambiaran nuestra vida, como promete cualquier publicidad barata de un jabón o un desodorante en televisión. Esto nos explica cómo funciona el mundo y que las elecciones en México no son un chivas América; todo esta dentro de un contexto global donde los intereses internacionales también juegan en las elecciones de 2018, no solo es el PRI contra AMLO son interés y compromiso, riesgo e imposiciones, globales y locales, ese es el juego, cheque:
Nuevos Poderes:
"En este siglo y lo que va del milenio, nuestras sociedades están perdidas. Ningún fundamento de los Estados parece a salvo de una ola de dudas. Los actuales dirigentes siguen traumatizados, a escala planetaria, por el brutal derrumbamiento de la arquitectura política edificada tras la Segunda Guerra Mundial. Se multiplican las guerras civiles entre Estados. En Occidente, todo un sistema de valores, establecido en la época de la Ilustración, queda también trastocado con el fin de la Guerra fría y el desmantelamiento de la Unión Soviética.
Nos enfrentamos a una crisis de inteligibilidad: la distancia se alarga entre lo que se debe comprender y los instrumentos conceptuales necesarios para esa comprensión. Con esta desaparición de las certidumbres y la ausencia de proyecto colectivo, ¿tenemos que resignamos a vivir lo que Max Weber llamaba el desencanto del mundo-? Un mundo muy zarandeado por las formidables mutaciones tecnológicas, por la persistencia de los desórdenes económicos y por el incremento de los peligros ecológicos. Estos tres tipos de agitación se reflejan, en particular, en el desasosiego social, la explosión de las desigualdades, la aparición de nuevas formas de pobreza y exclusión, la crisis del valor-trabajo, el profundo malestar del poder, el paro masificado, el progreso de lo irracional, la proliferación de los nacionalismos, los integrismos, la xenofobia y, a la vez, en un auge de las preocupaciones éticas.
En este contexto de decepciones e incertidumbres, dos nuevos paradigmas estructuran la manera de pensar. El primero: la comunicación. Ésta tiende a sustituir, poco a poco, la función de uno de los más importantes paradigmas de los dos últimos siglos: el progreso. Desde la escuela a la empresa, desde el gobierno a la justicia, sólo hay una consigna en todos los ámbitos y para todas las instituciones: comunicar. La sustitución de la ideología del progreso por la de la comunicación conlleva unas transformaciones de todo tipo, y altera la misión misma del poder político. De ahí surge la rivalidad central, cada vez más feroz, entre poderes y medios de comunicación. Lo que produce, en particular, que algunos dirigentes rechacen abiertamente objetivos sociales de primer orden, establecidos por el lema republicano de -igualdad. y -fraternidad.. El poder ejecutivo considera que las redes sociales cumplen, realizan, aplican mejor que él mismo este nuevo paradigma, por ejemplo. De donde se desprende una rivalidad mayor, cada vez más feroz, entre poderes y medios de comunicación
El otro paradigma es el mercado. Sustituye al de la máquina, de organización cuyos mecanismos y funcionamiento garantizaban la evolución de un sistema. A la metáfora mecánica, heredada del siglo XVIII, le sucede la metáfora económica y financiera. Ahora, todo debe regularse según los criterios del-maestro mercado, la última panacea. Ocupan el primer lugar de los nuevos valores: el provecho, los beneficios, la rentabilidad, la competencia, la competitividad. Las -leyes, de éste suceden a las leyes de la naturaleza, o de la historia, como explicación general del movimiento de las sociedades. Aquí también, sólo ganan los más fuertes, con toda legitimidad. El darwinismo económico y el darwinismo social (llamadas constantes a la competición, a la selección, a la adaptación) se imponen como algo evidente. Los mercados financieros, en particular, se convierten en el modelo hacia el que tienden ya -gracias en particular a las nuevas tecnologías de la comunicación- todos los sectores de la actividad. Un sistema así es planetario, permanente, inmediato e inmaterial (PPII); es la punta de la lanza de la globalización, el fenómeno más importante y determinante de nuestra época. El -sistema PPII. hacia el que ahora tienden -gracias en particular a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, así como a las nuevas redes electrónicas- todos los sectores de la actividad. ¿Qué es el sistema PPII? El que es: planetario, permanente, inmediato e inmaterial. Cuatro características que recuerdan los cuatro atributos principales del mismo Dios. Y, de hecho, este sistema se erige en divinidad moderna, exigiendo sumisión, fe, culto y nuevas liturgias. Ahora, todo tiene tendencia a organizarse en función de los criterios PPII: valores bursátiles, valores monetarios, información, programas de televisión, multimedia, cibercultura, etcétera. Motivo por el que tanto se habla de -globalización. o de -mundialización. El modelo de los mercados financieros impone como ciencia de referencia no ya las ciencias naturales, la mecánica de Newton o la química orgánica, sino el cálculo de probabilidades, la teoría de los juegos, la teoría del caos, la lógica difusa y las ciencias de lo viviente. Azar, incertidumbre, desorden son los parámetros fuertes de medición de la nueva armonía del mundo.
En el corazón de este sistema: el dinero. -Prima el dinero, constata el economista Michel Beaud, se dedica a su cuidado más inteligencia y recursos que a ayudar a los hombres con dificultad en el mundo. Es más que nunca en nuestras sociedades el criterio, la guía, el valor supremo; fascina y ciega.. Azar, incertidumbre y desorden se convierten entonces en los parámetros fuertes de medición de la nueva armonía en un mundo donde la pobreza, el analfabetismo, la violencia y la enfermedad no dejan de crecer. Un mundo en el que la quinta parte más rica de la población dispone del 80% de los recursos, mientras que la quinta parte más pobre apenas dispone del 0,5%. Un mundo, finalmente, donde el importe de las transacciones en los mercados monetarios y financieros representa unas cincuenta veces el valor de los intercambios comerciales internacionales...
Fascinados por el corto plazo y el beneficio inmediato, los mercados son incapaces de prever el futuro, de anticipar el porvenir de los hombres y del medio ambiente, de planificar la extensión de las ciudades, de cuidar, finalmente, la fractura social. -La riqueza no puede reducirse al PIB per cápita -admite hoy Ralph Dahreñdorf después de ensalzar el mercado durante mucho tiempo- debe tener en cuenta todas las condiciones que intervienen para proporcionar bienestar. La exclusión es mala desde el punto de vista económico, pero, sobre todo, es corrosiva en lo social y explosiva en lo político.. ¿Quiénes son, en este siglo, los verdaderos amos del mundo? ¿Quién posee, fuera de las apariencias, la realidad del poder? Plantear estas preguntas equivale a constatar que, la mayoría de las veces, los gobernantes, elegidos tras homéricas batallas electorales, se vuelven impotentes ante unas temibles fuerzas, de alcance planetario. Éstas no constituyen para nada, como lo imaginan algunas novelas y teorías de la conspiración, una especie de Estado Mundial clandestino que conspira en la sombra para conquistar el control político de la Tierra. Se trata más bien de fuerzas que obran a su antojo aplicando estrictamente la Vulgata neoliberal. Que obedecen una consigna precisa: librecambio, privatizaciones, monetarismo, competitividad, productividad. Y cuyo eslogan podría ser: -¡Todos los poderes a y para los mercados!. Las finanzas, el comercio, los medios de comunicación, entre otros ámbitos, estimulados por las nuevas tecnologías, han experimentado una verdadera explosión, produciendo el nacimiento de imperios económicos de nuevo estilo que elaboran sus propias leyes, deslocalizan sus establecimientos de producción, desplazan sus capitales a la velocidad de la luz, e invierten de un extremo a otro del planeta. No conocen fronteras, ni Estados, ni culturas. Se burlan de las soberanías nacionales. Indiferentes a las consecuencias sociales, especulan contra las monedas, provocan recesiones y sermonean a los gobiernos; que, cuando no son sus cómplices, parecen desamparados. Son incapaces de resolver, a su nivel, miles de problemas más importantes --entre ellos el desempleo masificado- provocados por el mercantilismo de los nuevos conquistadores. Ante una situación así, los ciudadanos se sienten cada vez más presos de la desconfianza de cara a las -élites. Caen en la tentación de la disidencia. Y se preguntan por la reforma política que cabría emprender, a escala internacional, para imponer un control democrático a estos nuevos amos del mundo."
Ignacio Ramone. Director de Le Monde Diplomatique.
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