Fibras e indumentaria tradicional, uso
y fabricación en la historia de Sayula
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
¿Cómo fabricaban la gente de esta tierra su ropa? ¿Qué textiles usaban antes de la llegada de los españoles los habitantes de Tzaulan para fabricar su vestimenta? ¿Qué forma le daban? ¿Cómo se trasformó en la colonia y cómo sobrevivió casi hasta nuestros días? Son preguntas que el estudio de la historia de nuestro municipio a través de los siglos, luego de dedicarle tiempo y esfuerzo entre archivos, permite develar. Es el caso de don Federico Munguía, quien, en este estudio aparecido en un pequeño libro editado por el municipio de Cd Guzmán, proporciona interesantes datos. En el libro participan otros cronistas del Sur de Jalisco describiendo la importancia cultural e histórica de esta milenaria región del Occidente de México que tantos y tan preciosos tesoros guarda para las actuales generaciones. El libro citado es: El sur de Jalisco: identidad, Riqueza y Cultural; editado por El Archivo Histórico de Zapotlán el Grande Jalisco en 2006:
El mezcal o maguey fue plata universal en el mundo indígena. El historiador Alfredo Chavero en el tomo primero de "México a través de los siglos" asevera que
"El uso más importante del maguey era el de las fibras que extraían de las pencas, lo que les producía el ixtle o pita. Para obtener ese filamento recogían las pecas ya secas y las echaban en agua a fin de que se destruyera la parte carnosa y recogían entonces las fibras. Según la clase de maguey empleaban el filamento grueso, llamado lechuguilla, en hacer cordeles, sogas, cactli, que eran una especie de sandalias que usaban los indígenas, chimalis o escudos, hondas e ixhuipilli o sayos de defensa para los guerreros, de la clase fina del filamento tejían mantas y telas".
Cuando acababa de florecer el xitli o quiote del maguey como se conoce en esta región, les servía de viga para sus xacali (jacales) y las pencas u hojas las usaban como tejas, esto techos eran de difícil combustión y no estaban expuestos a los incendios; pero los desperdicios de las hojas si eran perfectamente combustibles y les servían cómo leña, Las cenizas de las pencas las empleaban de dos manera; para abonar la tierra y como lejía, además cierta parte de las raíces servía como jabón para lavar la ropa. Como las hijas son acanaladas les servían con distintos fines domésticos, guardando en ellas el maíz molido y otras sustancias. De la epidermis de las hojas sacaban un papel blanco, compacto, sedoso y duradero en el cual pintaban sus jeroglíficos, Igualmente utilizaron estas pencas como fondo de sus mosaicos de plumas que eran apreciados y hermosos ornamentos.
Empleaban también los distintos sumos del maguey para curar enfermedades, en 1570 el medico enviado por el rey Felipe II, para estudiar la historia natural de La Nueva España, cuenta que con el tepecmexcali se curaba la falta de movimiento de los miembros del cuerpo; con le tlacametetl se volvía la fuerza a las mujeres débiles y con el xolometl se quitaban los dolores del cuerpo, especialmente las de las articulaciones. Las pencas de mezcal les servían de sustento y regalo y aún hoy es un alimento muy agradable. Cuando están las cortan con el tronco y las meten en un hoyo hecho en la tierra, en donde han hecho fuego, las tapan con ramas y así las ablandan; a fuego lento son sabrosísimas como manjar.
De esta misma planta sacaban el vino, hoy muy estimado, llamado mexcal. El procedimiento era sencillo, pues ser educían a machacar las pencas y meterlas en vasijas de agua hasta que se producía la fermentación y se formaba el licor. Si a todos esto agregamos que los magueyes les servían para hacer lienzos alrededor de sus casas y campos de cultivo, comprenderemos el significado de esta planta y por qué se le llampo Agave que significa admirable. Dice Chavero.
Después de leer estas interesantes apologías del Maguey, se entiendo el desarrollo de la civilización indígena y su forma de saber aprovechar exhaustivamente estas plantas.
Otra labor del tejido que realizaban con el ixtle obtenido del maguey, era la elaboración de los costales salineros a cuyo trabajo en la región se le llamó "Hacer guangochea". Estos costales se conducían a Colima para cargarlos con sal. Se vendían al bajísimo precio de real y medio la carga…La costalera era principalmente elaborada por mujeres y se tejía principalmente en Sayula, Jalpa, Usamajac, Atlaco, Apango y Chiquilistlán. Todavía a mediados del siglo pasado se fabricaban estos costales en Tapalpa y eran apreciados por su resistencia y buena calidad, añadiéndose hechuras de prendas…
En la época colonial el algodón era matería pirma para le vestuario, junto con la lana, en las cuales elaboraban los indígenas en telares de cintura o los españoles en telas mayores, huipiles, jolotones, fajas y cintas que servían de adorno de las mujeres conforme el traje de la región (fray Antonio Tello). La confección de telas se iniciaba con la elaboración de hilo de lana o algodón. En rústicos telas se producían, desde la simple sabanilla que usaban las indias como enagua, hasta los paños de primera calidad con que se fabricaban los trajes varoniles y los sobreros de lana finos y corrientes. En Tapalpa, Atemajac de las Tablas, Sayula, Teocuitatlan, Atoyac, se fabricaban, en talleres familiares, frazadas, chalecos y otras piezas de lana, rebocería, ceñidores y mandiles de jerga para los arrieros.
El atavío de las indígenas era una prenda de algodón cerrada, blanca, angosta, que les llegaba hasta la media pierna y encima se ponían una manta pintada, los cabellos largos y en las orejas zarcillos y cuentas (relación geográfica de la diócesis de Michoacán). En la época española, adoptaron la camisa o jubón una especie de casaca larga y sin botones con que se ataviaba la gente pobre, y los saragüeyes o calzones blancos de manta que usaron los campesinos todavía hasta mediados del siglo XX.
En la relación de tributos de los indígenas a la Corona española del siglo XVI, aparece el pago que hacía Atoyac, Sayula, Amacueca, Cocula, Teocuitatlán Zacoalco, Techaluta, Tepec y otros, aportando ropa menuda, mantas, naguas, camisas servilletas y manteles de algodón entre otras contribuciones en especie.
En la relación española del pueblo de Ameca hay esta descripción: "las indias andaban desnudas de la cintura hacia arriba, usaban mantillas o faldellines llamados "queytl", tejidos de una hierba llamada " zacahuitl", del cual hacían mantas y frazadas para cubrirse de noche. Durante la colonia las mujeres indígenas cambiaron su atuendo y se cubrieron con una tela de algodón y lana desde el cuello hasta los tobillos. El faldellín lo llevaban de la cintura hacia abajo, y en la parte superior un género de ropillas cortas de color blanco y negro con motivos florales…
Los elementales telares indígenas fueron sustituidos por los españoles, la primera constancia es de 1642: El virrey Palafox y Mendoza concedió a Francisco Delgadillo y Carbajal nieto de Alonso de Ávalos, licencia para fundar un obraje de labrar sayales, frazadas, y jergas, en la estancia que había heredado en cerca de Amacueca llamada Chiquiquila. Habiendo constancia de que, para 1793 se fabricaban en Sayula mantas de algodón, sayales y sabanillas de lana, a lo que se dedicaban varios vecinos de esa época, que fabricaban también baquetas, gamuzas, calzones y medias de cuero. Todavía en los años setenta del siglo pasado, 177 años después, familias como una de apellido Larios de por del barrio del santuario, fabricaban en Sayula en talleres familiares cobijas de lana y zarapes; también el curtido de pieles era un oficio que se ejerció aún Sayula, por mucho tiempo, como fue el caso de don José Camacho, más conocido por el mote de "El Chile Huevón", que tuvo su taller de curtiduría hasta muy entrados los años ochenta, por el rumbo del barrio de la Asunción.
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