La música y la política.
Por Rodrigo Sànchez Sosa
¿Cuánto cuesta que La banda Cuisillos, Los Tigres del Norte, La Banda el Recodo, Julión Álvarez o Espinosa Paz le hagan una canción a un candidato durante una campaña política? que sea ha dado el caso. Si el arreglo es bueno hasta dos o tres millones de pesos. No es broma, no es barato el asunto. Pero ¿Por qué? Bueno, el efecto de la música en la psique humana es muy profundo ¿Qué siente usted cuando escucha el himno nacional? ¿Y cuando escucha una canción de su adolescencia que asocia con recuerdos gratos? Los ejemplos puedes ser muchos, innumerables, y en todos los casos la respuesta será una emoción que influirá en una acción. Pero hay algo más, existen respuestas inconscientes a la música, asociaciones que el cerebro hace, independientemente de nuestra voluntad, de ahí que la música sea un gran negocio hoy y todo el tiempo, durante la historia de la humanidad, acompañe desde rituales religiosos hasta guerras, funerales y manifestaciones colectivas de unidad como los himnos nacionales.
Pero ¿Qué es la música y por qué tiene ese poder sobre individuos y masas? La definición clásica es, que es un método para ordenar los sonidos en el tiempo y se compone de ritmo, armonía y melodía. Pero eso no dice mucho al común de la gente, es una definición fría. La música no se puede negar, tiene un poder devastador capaz de construir o destruir realidades individuales y colectivas, por ello le interesa a la política, al poder. Es difícil imaginar un mundo sin música, inspira, relaja, anima, deprime y une.
La propaganda fue un método de control de masas surgido a raíz de la segunda guerra mundial, los relatos ideológicos de izquierda, derecha y el fascismo que emergía utilizaron los métodos del arte para propagar entre las personas sus ideas y venderlas como formas sublimes sólo traducibles a lenguaje estético del arte y por ella divinas. Así cada relato ideológico tuvo su estética propia, por ejemplo, el nazismo con su impecable estética militar austera, de una virilidad sombría y hasta oscura, tenia la intención de resaltar la sobriedad honorable del pueblo ario, su bravura guerrera y origen mítico. Aun hoy fascina tal estética al mirar los uniformes de las SS nazis. Con ello olvidamos la catástrofe que representaron para la humanidad, y en su tiempo esto encubría lo negativo de esta ideología fascista. Si uno ve la estética comunista verá también la utilización de un relato estético entorno a esta ideología. Esas largas líneas de los edificios públicos, enormes y faraónicos monolitos austeros; las imágenes de obreros con torsos marcados, empuñando los mismo fusiles que martillo u oses de labranza, con cascos de mineros o pantalones de pechera de obreros, arracimados mientras simbolizan el esfuerzo de la lucha o el trabajo, madres amamantado a su hijo mientras al mismo tiempo acompañan en la lucha de emancipación del proletariado, los estudiantes mirando hacia le futuro como los lideres de la mano de niños. Y el capitalismo con su colorida idea de la libertad, del individualismo, de lo placentero que es consumir, la exorbitante fantasía de la opulencia y el lujo asociándose a la despreocupación y el ocio; bueno, algo que a diario vemos en la televisión y cine por estar inmersos en esta sociedad, cuya estética es hedonista y sus formas el escándalo del espectáculo y la despreocupación compulsiva.
Y claro estas formas tenían su música, recordemos la música culta de la URSSS, sus grandes compositores de música clásica; la valses nazis y claro la música pop americana.
Como sociedad a los mexicanos nos ocupa la forma capitalista de utilización de la música; nuestro nacionalismo, luego de la revolución, permitió la ponderación de esa estética musical que apela a la identidad, a la construcción de un nacionalismo, y desde el Huapango de Moncayo a las canciones de José Alfredo Jiménez, las interpretaciones de Pedro Infante, Javier Solís y Vicente Fernández, nos marcaron, junto con el bolero y el son llegados de cuba o la cumbia de Colombia. Nos apuraba una unidad nacional y una identificación con el resto de la América Latina, para no ser engullidos por el monstro sajón del norte.
Luego de la segunda Guerra Mundial, la catástrofe humanitaria en las naciones occidentales abrió una brecha generacional, la desilusión por los relatos de las ideologías marcó a una generación, aquella nacida en los cuarenta que perdió a sus padres o familiares en la guerra. La música como herramienta del poder político, del nacionalismo de la imposición de una identidad, se cuestionó de la misma manera, con música, y por primera vez en la historia las generaciones más jóvenes dejaron de oír la misma música que su padres en algunos países de occidente, principalmente en Estados Unidos y Europa.
Como vecinos de EU pronto esta postura llegó a México y se dio un género llamado "Chicano" que era música en inglés, que siguió a los covers de éxitos comerciales del rock y el blues americanos, con grupos comerciales de clase media. El genero chicano, no tuvo nada que ver con estos grupos donde los ídolos eran Cesar Costa y Enrique Guzmán. Aunado a un movimiento literario llamado de La Onda con escritores como José Agustín y Parménides García, quienes oían a los Beatles y Rolling Stones y mostraban una actitud disconforme con el nacionalismo de la generación anterior, con el régimen de un sólo partido (PRI) y sus formas represoras, autoritarias y dictatoriales; se dio el movimiento contracultural mexicano en sintonía con la rebeldía generacional de occidente. Causó tanto revuelo, que el escritor mexicano Carlos Monsiváis Aceves, los llamó, exagerando, la primera generación de gringos nacidos en México. Una generación que no escuchaba rancheras, ni boleros, ni mambo, ni cumbias, traía el pelo largo y hablaba de amor y paz, una conciencia política global anti militar. Los recientes acontecimientos del 68 en esta generación radicalizaron a muchos y en México, el control social y político, sobre la generación más joven se resquebrajó.
En 1971, la música demostraría su capacidad para amenazar a uno de los regímenes dictatoriales más sólidos de América Latina, el PRI, en México.
El Festival Rock y Ruedas de Avándaro (conocido como Festival de Avándaro o simplemente Avándaro) fue un histórico festival de rock mexicano llevado a cabo el 11 y 12 de septiembre de 1971, cerca del Club de Golf Avándaro y su lago, en el asentamiento de Tenantongo, a 5 km del pueblo de Valle de Bravo en el Estado de México. Reconocido como quizá el mayor concierto de rock en la historia de México. Con una asistencia de 500,000 personas en dos días que duró el evento, intimidó al régimen mexicano, esa cantidad de gente joven reunida por una sola causa era para ponerse a temblar, porque otros miles siguieron la trasmisión en todo el territorio nacional por radio.
Ese día quedó proscrito el rock y cualquier manifestación juvenil de música rebelde en México por decreto. Se persiguió y encarceló a los jóvenes acusándolos de que en aquel sitio se llevó a cabo un degeneré de drogas y sexo. Que nunca pasó tal. Pero los siguientes 20 años, tal música en México sobrevivió en la marginalidad, fuera de los medios masivos y proscrita socialmente. Paralelo a esto, una guerra sucia del gobierno contra sus opositores hizo más dura la represión en México, pero la música aguantó y sobrevivió en los que se llamaron hoyos funkies, bailes y tocadas clandestinas, improvisadas, en barrios marginales con grupos marginales que cantaban contra la represión del gobierno, la corrupción y el abuso de policiaco. Uno de estos grupos, quizá el más conocido El TRI o Three souls in my mind, pero también grupos como masacre 68 o Atoxico, son ya leyenda. Se pusieron de moda las racias que eran redadas de la policía que pasaba levantando chavos por su aspecto, si estabas greñudo o rapado de forma rara (punk) ibas a la cárcel donde te rapaban a coco y te bañaban, después de darte una golpiza, sólo por ser sospechoso ¿de qué? quien sabe…
Pero pasaron los años y finalmente, luego de intentar por años controlar con la droga y las mafias este movimiento, a finales de los ochenta, el rock y los greñudos se volvieron negocio, el régimen dio permiso al rock, esa música que lo asustó. Pero tenía que ser Rock en tu idioma. Todo se comenzó a volver moda, hasta rebelarte y mentarle la madre al gobierno, era cosa de aguantar, porque al final, como todo lo que se vende, se controla. Hasta grupos tan hocicones y vulgares como el TRI se comercializaron y le bajaron. Ya salían en la tele y los tocaba la radio comercial, se volvían estrellas de rock como las gringas, fue la luna de miel del régimen con esta música. Era el salinato y era México según esto, un país ya de primer mundo; este villano, Salinas de Gortari, se dio cuenta del poder de la música, y lo usó, fue cosa de privatizar esta música, y televisa se encargó de lo demás, volver esto un chiste con timbiriches, magnetos, rikis martins, talias y toda esa basura, al fin música.
El fin del salinato, del sueño del salinato, con el alzamiento de del EZLN y el asesinato de Colosio; cambió las cosas en el país. Lo que aún quedaba de contestario en los grupos marginales de ese tipo de música, de rebelde, se manifestó, pero de nuevo estaban en desventaja, eran pocos , cercados y sin recursos y aunque grupos como Café Tacuba, Maldita Vecindad y Caifanes sobre salieron un tiempo, grupos como Maná, se encargaron de denigrar el honor, hasta que en el año 2000, todo terminó. Siguiendo una tendencia internacional de decadencia, nada nuevo surgió, y le rap se adueño de todo el espectro de la música juvenil, con todos los vicios de un movimiento infiltrado principalmente por la mafia de las drogas, en un mundo donde ya no sólo los greñudos se drogaban, sino el empleado de mostrador, el maestro, el político, el sacerdote y hasta el presidente de la república. Todo el romanticismo de la contra cultura perdió sentido. Así Ricardo Anaya tenia un comercial de promoción donde tocaba una canción del TRI, la de ADO y Mana recibía gramis. La mafia de la droga se apoderó de las calles y los barrios desplazando a los grupos de cholos y panchitos y un rapero con 150 mil seguidores en youtube, que ya hubiera querido el TRI en sus tiempos marginales para una tocada, disolvió en acido a unos estudiantes asesinados por la mafia criminal en Jalisco. Somos lo que escuchamos, los políticos y poderosos lo saben, si escuchamos basura…
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