Por Arturo Fernández Ramírez
Muy a propósito de las ya próximas fiestas religiosas en honor a la Virgen de Guadalupe, mismas que continúan siendo las que convocan al mayor número fieles de este municipio de Sayula, resulta interesante hablar acerca de uno de sus principales rituales: las danzas autóctonas.
En efecto, durante décadas, dichas fiestas Guadalupanas se han caracterizado por la participación de las danzas que aglutinan a miles de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos que dan muestra de una preparación previa como danzantes.
Ciertamente existen otros festejos religiosos durante el año en el que también participan grupos de danzas, pero sin lugar a dudas, son las del Santuarios donde se inició esta tradición y como consecuencia de ello, es en donde se da el mayor número de participación.
Si hace aproximadamente 30 años existían únicamente 4 danzas, poco a poco fueron creciendo y hoy en día son más de 20 las que suelen participar en estas fiestas, lo que nos da una idea clara de la gran trascendencia e interés por este bailable de origen indígena.
Y aunque la esencia de estas danzas es de carácter religioso al representar la conversión de los naturales al catolicismo, no por ello puede pasarse por alto el gran contenido histórico, artístico, cultural, tradicional y de identidad ancestral que les reviste, porque al final de cuentas se están conservando e impulsando las costumbres de nuestras razas indígenas.
Entonces, aunado a dicha religiosidad, en cada danza podemos apreciar las costumbres de nuestros antepasados, de nuestras culturas prehispánicas, de los grandes guerreros indígenas.
Por ejemplo, la sonaja representa el arma que utilizaban los indígenas en sus guerras; el grito de los danzantes, simboliza un ritual que realizaban los guerreros en sus batallas; los movimientos sincronizados que se despliegan al ritmo de la música, también tienen un significado a través de los cuales se rinde tributo a los Dioses de nuestros antepasados.
Y así pudiéramos seguir describiendo todo lo que representa y simboliza una danza autóctona y nos daremos cuenta de su amplio sentido religioso, histórico, artístico, cultural y tradicional.
Por eso es digno de reconocer la participación de adultos mayores en las danzas porque dan un gran ejemplo; y de niñas y niños, porque así es como se garantiza la continuidad de esta tradición, ya que se les inculca desde pequeños.
Además de que también se requiere de un gran esfuerzo físico para participar como danzante, por lo que, desde un enfoque de salud, de igual manera, son positivas las danzas.
Vamos entonces poniendo nuestro granito de arena para que no solo continúen firmes nuestras danzas autóctonas, sino que sigan creciendo año con año como hasta ahora se ha hecho, respetando la libertad religiosa, pero coincidiendo siempre en el fortalecimiento de nuestras costumbres, tradiciones, raíces e identidad nacional. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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