martes, 7 de mayo de 2024

 EDITORIAL: Amor por lo que haces

Dijo el célebre e ingenioso Steve Jobs: "El único modo de hacer un gran trabajo, es amar lo que haces".

Hacer las cosas por cualquier otro motivo resulta en cualquier otro coroto, menos en una consecuencia con buen saldo. Pondré algunos ejemplos: si alguien se mete a cura o pastor o líder de alguna manifestación religiosa, pero la intención es sólo vivir bien; posiblemente logre su objetivo personal, pero el compromiso que juró seguir no rendirá frutos, nadie creerá en sus palabras y sus concejos. En caso de algún mecánico que no hace sus trabajos con verdadera respuesta a la necesidad de su cliente, podrá cobrar muy alto pero los parroquianos se irán retirando y llegará el momento que ni las moscas se arrimen. 

¡Ah! Pero si su vocación es servir al pueblo mediante la política, debe tener convicción y principios, de lo contrarios si lo que busca es enriquecerse, hacerse de poder e infundir temor (que no respeto) se notará a kilómetros de distancia. Eso sucede actualmente con muchos que buscan tener un puesto en el gobierno, no lo hacen por amor al pueblo; procuran tener la oportunidad de enriquecerse (que no me den, que me pongan donde hay); son ingeniosos en los negocios, hacen compras a sobreprecio; pagan al doble las obras, otras ni siquiera se realizan, pero si se cobran; creen que el ciudadano es "la prole" y ésta les debe admiración; quieren vivir en el dispendio.

 Fue muy sonado en redes sociales esta anécdota: una candidata expresó: "si llegaste a los sesenta y no tienes un patrimonio eres bien güey" ¿qué significa eso? ¿Qué es necesario tranzar a quien se pueda? ¿se debe olvidar la honestidad, porque es primero tu patrimonio? ¿el que no tranza no avanza? Si estás en el gobierno y no te enriqueces ¿eres un pobre político?

¿En qué momento demuestran su amor por el trabajo que pretenden desempeñar? muy probable es que su labor y operación en un puesto de poder y decisión sea en función de otros intereses; podrá haber mil controles para que el gasto sea de acuerdo con las leyes, pero nunca habrá el cuidado de que le sirva para resolver un problema a la vida de la gente.

Ese funcionario nunca será un mediador entre la necesidad y la solución; jamás será defensor del pueblo; su compromiso de orientar y servir será siempre omiso; las personas ignorarán cuál era la misión del ejecutivo electo. Muchos de esos políticos ahora están desechados y en el olvido, algunos nadando en la opulencia otros no tanto, pero todos en la pobreza del espíritu porque nunca hicieron su trabajo por amor, lo hicieron por dinero.

 


Cardenal emérito Juan Sandoval Iñiguez, convocando a emular el sitio de Jericó.


Ese deseo insano mimetizado de bondad si no se logra obtener se volverá una agresividad y violencia como la que estamos viviendo, porque es la forma de descargar su frustración y pone de chivo expiatorio al oponente para descargar su ira, lo usan de pararrayos; y sacan todo lo que reprimieron desde el fondo de su hacinamiento moral como las motivaciones raciales, sociales y religiosas (como prueba tenemos las declaraciones del Cardenal emérito Juan Sandoval).

El comportamiento de la oposición tiene dos causas: la primera es su debilidad e inseguridad y la segunda que se creen omnipotentes. Pero tienen tres constantes en su mentalidad: fragilidad psíquica, malestar social e inadaptabilidad cultural.

Los malos políticos adoptan el nacionalismo como racismo, clasismo y fustigan a los que no se someten.

Lo más grave es que no se dan cuenta del mal que padecen y creen que su pensar único es la guía de la sociedad. Así lo creyeron Hitler, Mussolini, Franco y Pinochet.


Moises Zepeda Gómez./ Para  Horizontes


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