martes, 24 de septiembre de 2024

 Septiembre, estigmatizado por los sismos.

Por Arturo Fernández Ramírez


En 2023, diciembre registró más movimientos telúricos, seguido de marzo y enero; septiembre ocupó el lugar ocho. En lo que va del año, ha registrado más sismos en julio, seguido de febrero y junio. A pesar de ello, el noveno mes carga con el estigma de los temblores, particularmente el día 19, con malos recuerdos y miedo. La razón es que en 1985, 2017 y 2022, tres grandes terremotos fatales sufrió México, causando destrucción y pérdidas humanas. Con todo y ello, debemos evitar caer en la superstición y mitos que nos hagan vivir en la zozobra. Lo que sí debemos fortalecer es la cultura de la prevención ante cualquier contingencia o eventualidad.

      De acuerdo a datos de la UNAM, durante un año ocurren más de 15 mil sismos, debido a que nuestro territorio se ubica en una zona del planeta con alta sismicidad. Está entre cinco placas tectónicas: la del Caribe, la del Pacífico, la de Norteamérica, la Rivera y la de Cocos. Prácticamente a diario hay temblores, el piso se mueve bajo nuestros pies más de 40 veces al día. Para nuestra fortuna, la mayoría son pequeños e imperceptibles, pero en promedio, cada 3 años, se presenta un terremoto de magnitud relevante.

      Sin que las anteriores cifras y promedios den certeza de cuándo va a ocurrir un terremoto. Hasta el día de hoy, nadie puede predecir un temblor, ningún científico o institución de investigación es capaz de precisar fecha, ubicación, ni magnitud de un sismo. Por lo que debemos acabar con las supersticiones que nos causan miedo, sobre todo en septiembre que ha sido estigmatizado como el mes de los temblores.

       El Servicio Sismológico Nacional (SSN), reporta que en 2023, diciembre registró más movimientos telúricos. Pero la coincidencia de que en septiembre hayan sucedido tres temblores con más consecuencias fatales, ha hecho que persistan los malos recuerdos y que su llegada se vea con miedo y superstición. Lo que debemos evitar a toda costa para vivir tranquilos.

     Desde luego que esa tranquilidad tiene que implicar los cuidados preventivos que debemos tener frente a cualquier contingencia. Es necesario fortalecer la cultura de la prevención con el fin de disminuir los riesgos. Y sin demeritar los simulacros que se hacen cada 19 de septiembre, por las autoridades de protección civil. Pero son insuficientes para considerar que la población en realidad está preparada contra las contingencias o eventualidades.

     En las escuelas y hogares debemos trabajar en dicha cultura de la prevención, aprendiendo y enseñando cómo debemos reaccionar frente a un terremoto y otros hechos que pueden ser catastróficos. Ojalá que verdaderamente nos capacitemos a conciencia. El tiempo lo agradecerá y compensará cuando sean menores los daños que suframos.


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