Por Federico González Alfaro
Sayula, no les quede ninguna duda, es una verdadera joya colonial. Nuestras galerías filtrantes o Qanats, la pueden posicionar, si Jorge Campos tiene la voluntad, como un referente mundial en infraestructuras hidráulicas históricas con sus consecuentes beneficios que esto implica. Lástima que el inculto y déspota ex presidente municipal las hubiese despreciado, pero no se perdió absolutamente nada, todo parece indicar, que su suerte va a cambiar en un futuro próximo. Que les parece si nos empezamos a enterar de cómo era la vida en Sayula en los años que se empezaron a construir esta maravillosa obra de ingeniería.
Nos vamos a basar en los textos de Fray Antonio de Ciudad Real sobre algunos tramos del recorrido de Alonso Ponce en el año de 1587.
Empecemos con el resumen de la narración original: "Era marzo, el día primero, cuando salió el comisario del pueblo de Zapotlán. Ya caminada otra legua y después de trasponer aquella pequeña cuesta, llegó a otro convento, visita ya de Sayula, se trataba de Usmajac. A media legua del pueblo lo estaba esperando todo el grupo de españoles que residían en Sayula, que disparaban sus arcabuces en una salva de honor. Solemne recibimiento le hicieron al comisario con gran curso de gente… que levantaban tal polvo a la hora de caminar, que no se podía dejar de probar aquella tierra, aún estando en ayunas".
"Sayula era un pueblo grande y de mucha vecindad. También, de buen temple (este término se utilizaba para describir a personas de carácter valiente y temerario) y se daba ahí mucha fruta de Castilla: Uvas, naranjas, membrillos, al igual que higos y granadas. El trigo también se daba y abundantes hortalizas de muy buena calidad".
"El pueblo estaba asentado en la punta de aquel valle, al abrigo de unas sierras, de cuya escarpa manaba impresionante golpe de agua, que aprovechaban gustosos los vecinos del lugar… mujeres y hombres, incluyendo en ese grupo a los gruesos mercaderes, trajeron ofrendas a regalar… unas eran de pescado, otras de platano y huevos. También pan de Castilla y algunos panes de sal, producto de la laguna. Sayultecos y vecinos poseían su propia lengua, que era la sayulteca. Aunque casi todos ellos hablaban la mexicana (Nahuatl)".
"El convento era mediano… tenia buena huerta, de arbolada y hortaliza. Los regaba un golpe de agua que bajaba de la sierra… por la mañana del lunes, el segundo día de marzo, salió de Sayula hacia Amacueca. Al salir (de Sayula) ya era de día, fue un trayecto de dos leguas en el que encontró dos fuentes y después paso un arroyo. Más tarde unas cieneguillas… o más bien, alcantarillas”
Bastante interesante, estas alcantarillas, eran parte del complejo sistema hidráulico que se empezaba a desarrollar en Sayula, respecto a los panes de sal que se producían en Sayula, comparto con Ustedes su descripción:
"Panes moldeados de sal, producida en la laguna que se hallaba junto al pueblo. Era tan limpia, tan buen y tan blanca que hasta acudían a comprarla españoles venidos de muchas partes, igual que gente de la comarca. Para ello tenían un tianguis, cada cinco días, y que en él se vendía era sobre todo sal, que hasta México llegaba. Dedicaremos un artículo especial a la sal de nuestra laguna.
Sayula, como pueden apreciar en la crónica, tenia tierras de riego, el agua era transportada por medio de las galerías filtrantes o Qanats, al igual que la sal, le dedicaremos uno o varios artículos especiales al sistema de irrigación colonial. Gracias a este sistema, Sayula, ofrecía frutas y verduras de calidad aún en tiempos de estiaje, recuerden el principio de la narración donde claramente nos indican que se levantaba polvo al andar.
Respecto al temple o carácter de los vecinos de Sayula, sin ofender a las poblaciones vecinas, ninguna población de la provincia de Avalos recibió esta descripción de carácter, por el contrario, les describen como personas pacíficas y alegres, no como valientes y temerarias.
Sayula aún conserva las características que le dieron grandeza, su gente aún conserva el temple de sus antepasados, sino que le pregunten a nuestros políticos como les va.
Aprovechemos nuestras potencialidades que son muchas, pero, primero, debemos conocerlas y apreciarlas.
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