LAPOLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa
La polémica suscitada por la antepasada entrega de esta columna de OPINIÓN, me genero acusaciones de dolo y mentiras, nada más exagerado y fuera de lugar. Aquí vierto mi opinión, habrá quien esté de acuerdo habrá quien no, es válido, tan válido como el derecho que tengo a expresarla. Podré estar equivocado, no pretendo que todo lo que a mí me parece sea de cierta manera, lo sea para todos en el mismo sentido. Pero tampoco se vale que alguien te pida que te disculpes públicamente por tener una opinión distinta a la suya. El colmo es tener que definir lo que son los géneros periodísticos a aquellos que desde este tipo de discursos descalifican; señores, señoras, esto es una columna de opinión, significa que es mi opinión, no es una noticia, no es una nota, no es una crónica, por lo tanto, nada tengo que disculpar, sería tanto como disculparme por pensar y tener opinión, ¡absurdo!. Dicho esto, pasamos al tema de hoy, aclaro, es una opinión, cuando no lo sea, aquí también se aclarará, ya sea una investigación científica o periodística que cite para argumentar mi punto de vista, mientras tanto, tómese como tal. Pues bien, mire usted, esto da pie a lo siguiente: Como sociedad venimos de un pasado autoritario, impositivo, dictatorial, con una infraestructura de violencia institucional que se fractaliza (si se me permite convertir el adjetivo en verbo) en todos los órdenes sociales. Como nación, dicen los expertos en este rubro, nos parecemos mucho a Rusia, salida de una dictadura de partido único, con formas sociales de dominio autoritario y represivo nacidas de este concepto. Nuestras policías, ejercito, clero y orden de clases sociales, deviene de este sentido de ejercicio del poder. Nos es raro el modo democrático; claro está, si nuestras estructuras sociales obedecen a fórmulas casi de la colonia, no es para menos. Por tal motivo a la hora de pedir por democracia, nos confundimos, porque no entendemos bien como funciona, menos entendemos cuando el movimiento es de masas y producto no de una estrategia madura de lucha sino de un salto cuántico social, que Marx llamaría salto cualitativo; pero que falla, por no tener la mínima graduación, sino ser hijo de la necesidad y la improvisación, no de la reflexión, la organización de bases y la vanguardia política de pueblo, esto es por el lado de la teología de la liberación. Por el lado de del liberalismo burgués, tampoco entendemos que una reforma debe ser desde las instituciones del estado burgués, es decir institucional, y apelar a la libertad individual. Para este discurso apelar al pueblo es populismo. Ahora por la otra facción heredera de la ilustración francesa; la igualdad, libertad y fraternidad, no es posible con las otras dos instituciones geraquizadas en clases sociales y principados purpuras con las que se han asociado al menos localmente. Es lógico que, de este chilaquil, surjan posturas bizarras alimentadas por la paranoia. Un movimiento fundamentalista tan heterogéneo, no puede llamarse democrático, estaría de acuerdo.
Mi experiencia con algunos de los miembros del movimiento cívico de Sayula, debo admitir que no con todos, me hacen pensar en una lucha que no le queda claro que las formas del sistema arcaico que nos ha gobernado como país durante ya mucho tiempo, no pueden ser usadas para luchar en contra del mismo; en México, todo estamos de acuerdo, se necesita un cambio, pero desde las bases mismas del sistema. Pretender que en un país multicultural, multi lingüístico y multi racial, con libertad de credo; una sola facción del mismo, imponga su visón al resto, es francamente retrógrada, en el peor de los caso y en el mejor ingenuo.
Es un logro mayúsculo del, lo repito, movimiento cívico, la organización y movilización del descontento social al menos en Sayula, ellos dicen que en toda la región, algo que no dudamos, pero que aun así, no libera al movimiento de una responsabilidad con la heterogeneidad que lo forma.
Por qué digo yo que políticamente se frustró el movimiento en Sayula, porque la finalidad política objetiva no era clara, era un discurrir entre un ideal moral de la política y una visión romántica de la sociedad, que se sustentaban en un maniqueísmo ortodoxo donde no se distinguían matices. La auditoría ciudadana de los funcionarios de primer nivel de nuestro municipio, es una idea si bien no original, si aplaudible. De acuerdo, que se monitoree el actuar de quienes nos representan y administran los asunto públicos; pero que se haga desde la objetividad, la mesura y la racionalidad, no desde la paranoia, desde el prejuicio y la visión maniquea, porque eso no es política, puede ser moral, juicio de valores o si se quiere ético; pero la política, no parte de lo bueno o lo malo, de lo que es digno y no lo es, de lo que es deseable o reprobable; la política es la preservación del estado de derecho, sólo eso la justifica: la igualdad de oportunidades, la libertad del ciudadano y la preservación de derechos, si en la defensa de las instituciones que resguardan estos principios democráticos se atenta contra el interés de pequeños grupos, ya sea religiosos, económicos o de clase, una causa mayor lo justifica, la que definí antes, la preservación del estado de derecho. Se quiso comenzar desde Sayula está reforma, que no revolución, lo que implicaba entrar en el jugo de la política local, se fracasó por el simple hecho de no jugar las reglas del juego de la política y ser ingenuo al enfrentar los intereses enquistados en este juego que no se limita al municipio, si bien se sentó precedentes, no se puede hablar de un triunfo, de una consolidación, de un crecimiento exponencial del movimiento en el municipio. Desconocemos lo que trascendió de esto, de primera mano, las actividades que realiza actualmente el movimiento como consecuencia del plantón en la presidencia municipal, hasta ahora fuera de su grupo apenas ha trascendido a los medios y la opinión pública, lo que no veo como un boicot mediático local al movimiento si no como una especie de reserva al respecto de su parte, que no aseguro que lo sea. Esto último es también, de alguna manera, políticamente, un fracaso, pues que la ciudadanía se enteré en detalle es el resultado de las acciones organizadas de un grupo político, ojo político no partidista, de otro modo, se puede creer cualquier cosa del movimiento. Al menos no hubo voceros o quien manejará la información; puedo estar hablando desconociendo que tal información se difundió, en tal caso, tendría que disculparme; pero hasta donde sé, fuera del círculo del movimiento se desconocen cosas importantes, cómo qué se hace actualmente en relación con el pliego petitorio extendido al actual Ayuntamiento durante el plantón, por ejemplo. Si tal se canceló, junto con la agenda relacionada, es patente que en tal caso no se obtuvo resultado, y por lo tanto, se infiere necesariamente que fue una batalla perdida, en lo político; si así fue.
No puedo, éticamente convocar a que el pueblo de Sayula en su totalidad, se una a este movimiento, he tratado de permanecer en una postura neutral para no perder objetividad; pero, independientemente de eso, es el pueblo quien tiene que ser convencido, no desde un discurso en los medios, en una columna de opinión, sino desde la política, desde los resultados de esta, de la organización de los sectores de la población en una causa común que los represente. Si la gente no se siente representada, sería muy difícil que yo los convenciera, igual que si se siente identificada, sería muy difícil que yo los convenciera de abandonar su militancia, como no sucede con quienes están convencidos ahora. La crítica objetiva, no daña el movimiento, al contrario, lo confronta con sus contradicciones y debilidades, incluso lo fortalece, ya que una crítica de esta naturaleza está obligada a reconocer los aciertos, de ninguna manera las misma será condescendiente con los errores, pues no sería una crítica honesta. Los principios obvios que todos vemos son necesarios para salir de esta crisis social, económica, política y hasta moral, son esbozados desde el movimiento cívico en búsqueda de soluciones, pero, aún está en proceso la capacidad de análisis y resolución a esa altura en el movimiento local, por ello insisto que no dudo de la buena fe, sé que no hay dolo en le movimiento, pero no puedo evitar ver los palos de ciego y menos señalarlos, porque lo veo desde fuera, desde gayola.
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