Especial para Horizontes...
El misterioso glifo del Portal Allende de Sayula
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
“Un glifo es un signo labrado, pintado o escrito, que algunas veces puede tener valor fonético individual (es decir, que significa un sonido único), pero habitualmente representa palabras, frases o ideas más complejas. Los pueblos del México antiguo desarrollaron sistemas de escritura basados en glifos que, según señala el investigador David Wright, pudieron haber tenido además una interpretación común, pese a las diferencias de idioma, en la región central del México. Es decir, un códice quizá podría haber sido leído igual por un hablante de otomí que por uno de lengua náhuatl. En el estudio de estos sistemas de escritura prehispánicos tienen un lugar particular los glifos toponímicos, es decir, aquellos signos que se refieren a los nombres de los lugares. Por ejemplo, el caso particular del nombre otomí del pueblo de Aculco Estado de México y su glifo toponímico, que representa una espiral de agua. Se conservan dos representaciones de raíz otomí de este glifo: una dibujada en el Códice de Huichapan y otra labrada en piedra que procede de Jilotepec y se encuentra en las bodegas del Museo Nacional de Antropología. Ambas parecen referirse bien a Aculco o a el pueblo de San Juan Aculco que se despobló a fines del siglo XVI o en los albores del siglo XVII (ver foto)
Contemplada desde nuestros días, a veces nos parece que la Conquista de México representó una ruptura cultural de tal magnitud, tan de tajo, que lo que sobrevivió entonces de las culturas prehispánicas fue puramente residual. Sin embargo en muchos aspectos esto no fue así y sus elementos se mantuvieron a lo largo de siglos. Entre ellos, de manera destacada, el idioma, pues en un principio no se consideró oportuno que los indígenas aprendieran español, sino más bien fueron los frailes encargados de su evangelización quienes se dieron a la tarea de comprender sus lenguas y codificarlas en el alfabeto latino. En los primeros años de la Colonia, la lengua náhuatl vivió una etapa de expansión al convertirse en una forma de comunicación común entre los diversos pueblos hablantes de una inmensa cantidad de lenguas incorporados al Virreinato de la Nueva España. Todavía en el siglo XIX, después de la Independencia, la mayoría de la población mexicana hablaba su lengua indígena materna y fue más bien el esfuerzo de las autoridades republicanas que el de los reyes españoles el que impuso al español como lengua común.
Empero, una vertiente importante de la comunicación, la escritura glífica, sobrevivió menos tiempo, pues se impuso rápidamente la escritura de las lenguas mesoamericanas en caracteres latinos. A pesar de ello dos tipos de glifos mesoamericanos mantuvieron por mucho más tiempo su vigencia: los glifos toponímicos y los calendáricos. El investigador Constantino Reyes Valerio, en su libro Arte indocristiano, detalla el sentido y localización de estas reminiscencias y algunas de otro tipo en la arquitectura y pintura novohispana. Así, en los mapas coloniales elaborados por indígenas, por ejemplo, fue sumamente frecuente la utilización de glifos toponímicos. Otro ejemplo es la representación del cerro de Ñadó en un mapa de 1596 que se halla en el Archivo General de la Nación, dibujado como una montaña sobre la que se ve el glifo "piedra" (tetl en náhuatl, do en otomí). En la arquitectura, los glifos toponímicos tuvieron una adaptación singular: de simplemente simbolizar el nombre de un pueblo o ciudad se transformaron prácticamente en escudos de armas a la manera española y, tomando algunas de sus características, aparecen con relativa frecuencia en las fachadas de conventos e iglesias del siglo XVI. Entre los mejores ejemplos de esta transformación están los conventos de Acolman e Ixmiquilpan, que muestran en su imafronte los glifos toponímicos de esos pueblos integrados con escudos españoles y de la orden agustina en su hermosa arquitectura plateresca."
(http://elaculcoautentico.blogspot.mx/2014/06/estuvo-aqui-un-glifo-escudo-de-aculco.html)
En Sayula, uno de los portales más antiguos, el Portal Allende (siglo XVI), contra equina de la Casa de la Cultura Juan Rulfo, parece lucir en su arco que mira al poniente un glifo, un relieve sobre el arco de cantera (ver foto). Pese a que el escudo oficial de Sayula diseñado apenas en los años cincuenta del siglo pasado, muestra a la mosca como referente al topónimo del que deriva Sayula, Tzaulan que se traduce como lugar de moscas, según algunos expertos; fuera de esta referencia reciente, no existen hoy representaciones toponímicas en glifos de moscas en la arquitectura del silgo XVI que aún se conserva en Sayula, como la cruz atrial de la parroquia de 1578, que tiene talladas jeroglíficos indígenas que parecen relatar la cristianización del Tzaulan. Las fachadas de iglesias de ese tiempo no se preservan, como en el centro del país, ya que, siendo Sayula zona sísmica, estas fueron reconstruidas varias veces desde le siglo XVI y las más viejas que se conservan como San Roque hoy San José y el Santuario, son apenas del siglo XVIII cuando ya la lengua tzayulteca se había extinguido y sus fachadas no contienen elementos indígenas. No se podría decir si las fachadas perdidas antes de esta fecha, contenían referencias al toponímico de Tzaulan en forma de glifos.
El citado portal Allende, sin haber enmarcado la cede de alguna iglesia, contine curiosamente bajo relieves en sus arcos, los arcos que miran al sur tienen grabados que refieren el Ave María en un ideograma aún usado por la iglesia hoy, las letras latinas "A" y "M", Ave María. Sin embargo, en el arco que mira al poniente de este portal, aparece lo que podría ser bien un glifo - y aquí la hipótesis - de tipo toponímico, probablemente. No parece un símbolo cristiano, no es algún tipo de cruz estilizada, ni el ícono del sol poniente con el que se identifica al apóstol Santiago. El trazo del glifo remite a los trazos de jeroglíficos indígenas en su parte exterior, pero en la interior parece influenciado por la iconografía europea relacionada con los astros, bien podría ser un sol o una estrella. Está donde se esperaría estuviera glifo toponímico durante la colonia, entre símbolos cristianos, labrados en roca.
¿Qué se podría deducir de esto? Que el significado de tzaulan está relacionado con este glifo y no parece representar una mosca como se acepta actualmente. Salvo la mejor opinión de expertos, podría ser una clave en el estudio de la extinta legua tzayulteca y el significado real del toponímico Tzaulan. Ahora sólo podríamos especular claro, pero no deja de ser importante hacer notar lo aquí señalado al respecto.
La iconografía del antiguo Tzaulan que sobrevivió en algunos jeroglíficos hasta nuestros días como la cruz atrial de 1578 y la pila bautismal labrada por artesanos indígenas hoy en la parroquia de la Inmaculada, no han sido estudiados. Pero ciertamente como se señala al principio, la lengua y la cultura indígena sobrevivieron a la conquista por lo menos hasta entrado el siglo XVII, la introducción del idioma español se consolidó hasta le siglo XIX; en esta lógica podríamos aventurar tal hipótesis, que los símbolos en los arcos del Portal Allende tienen que ver con el sincretismo. Los indígenas podían reconocer como símbolos de importancia el "Ave María" cristiano y el símbolo del Tzaulan antiguo, glifo citado (ver foto) . Este último mirando al poniente, punto cardinal relacionado con Tzaulan como cabeza del señorío tzayulteca y que lo identificaba antes de la llegada de los españoles, y que además se relacionaba con Quetzalcóatl, como muestran las evidencias arqueológicas recientes. Su significado, si es que es así, tendrían que determinarlo expertos en iconografía prehispánica.
Glifo toponímico en piedra de Aculco, Estado de México. Museo Nacional de Antropología.
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