Por Rodrigo Sànchez Sosa
En el contexto político en que nos movemos, más que tender hacia la razón, nuestra esperanza está en la fe. Me queda claro que en Sayula se ejerce la fe en política. No hay una razón que intervenga en nuestra simpatía por los candidatos que votamos, quizás somos obligados por compromisos ha comprometer nuestro apoyo a cierto candidato o grupo, pero esto implica una fe en estos actores de lo público, a los cuales invertimos nuestra confianza. No hay garantías, si promesas y es allí que más que apelar a nuestra razón se apela a nuestra fe y los operadores políticos tras bambalinas lo saben. Las propuestas no tienen que sonar tan racionales, sino sonar esperanzadoras, cínicamente irreales en ocasiones, pero acuérdese que se apela a la fe, así que se pueden prometer y decir disparates durante la campaña en busca de esa mayoría que dará el poder al que logre excitar la fe de las masas. Si un candidato se pone realista no tiene oportunidad, al votante no le gusta escuchar la realidad, la mayor parte del tiempo difícil de aceptar. Así que suena más esperanzador pensar que hace falta la experiencia o la juventud en la administración pública de un ayuntamiento, y se pone el acento en campaña en eso, pero es falso, no nos dicen que la juventud tiende a cometer más errores y la experiencia a su vez a excederse en las precauciones y ser conservadora. Y no es que sea tanto el engaño, no queremos escuchar eso, le apostamos a la fe. Quizás no pueda ser de otra manera; pero, si no somos conscientes de ello seremos usados y al final engañados por los astutos y siniestros jefes de campaña que nos venden a los políticos como si fueran jabones o hamburguesas, exaltando cualidades nimias, inventando otras que para nada tiene el candidato y diciéndonos lo que queremos oír. No está mal ejercer la fe, al final solo nos queda confiar en el otro y eso es fe, pero debemos usar también la razón para no ser tratados como bobos. La vez pasada en este espacio definimos la Política, ahora veamos qué es la fe; pero, en esta ocasión citaré a alguien más para que no se diga que manipulo los conceptos; mire usted:
"¿Por qué, según Jesús, la fe es mejor que la evidencia? … Los cristianos dirían, de hecho, que la razón se afirma en la Biblia -´Vengan ahora y razonemos´, es como lo expresa el profeta Isaías- y esa fe comprendida adecuadamente es congruente con la realidad y profundiza nuestro entendimiento de ella. ´La razón purifica la fe´, dice George Weigel del Centro de Ética y Políticas Públicas. ´La fe sin razón se arriesga a bajar al nivel de superstición; la razón sin fe construye un mundo sin ventanas, puertas ni tragaluces. No obstante, la fe por sí misma, aunque no es lo contrario de la razón, sí es distinta de ella. Si te parece que es mucho pedir -si crees que los saltos de fe son para los niños más que para los adultos- considera lo siguiente: los materialistas, los racionalistas y los ateos ponen su confianza en última instancia en ciertas proposiciones que requieren tener fe. Decir que la verdad solo es inteligible a través de la razón es en sí misma una declaración de fe. Negar la existencia de Dios es un salto de fe igual al de afirmarla. Como me dijo el pastor Tim Keller: ´La mayoría de las cosas en las que creemos más profundamente -por ejemplo, los derechos humanos o la igualdad humana- no son comprobables empíricamente´.
´La función suprema de la razón es mostrarle al ser humano que algunas cosas están más allá de la razón´, es como lo expresó Blas Pascal. Algo no requeriría tener fe si la prueba de ello fuera absoluta. De acuerdo con Philip Yancey, autor de The Jesus I Never Knew: ´La fe requiere la posibilidad del rechazo o no es fe". Quizá la clave para comprender por qué la fe se aprecia tanto en la tradición cristiana es que implica una confianza que no sería necesaria si la existencia de Dios estuviera sujeta a una comprobación matemática. Lo que Dios busca no es nuestro consentimiento intelectual, sino una relación con nosotros. Ese es, después de todo, uno de los propósitos de la encarnación de Dios en Jesús. Toda relación significativa -entre padres e hijos, entre cónyuges, entre amigos- implica cierto grado de confianza. Es mejor y más vivificante ser el objeto de la confianza de alguien que la última persona restante después de una serie de deducciones lógicas. Eso es cierto para nosotros como personas y puede ser cierto también para Dios. La fe demuestra la confianza humana en Dios y, según James Forsyth, pastor de la Iglesia Presbiteriana McLean en Virginia, a la que mi familia asiste, demuestra que aceptamos el amor de Dios hacia nosotros. "Hay una fuerza en el amor que anhela ser recibida´, dice…
Nuestras formas más importantes de conocimiento rara vez provienen de la lógica o las evidencias, según Cherie Harder, presidenta del Trinity Forum (una organización sin fines de lucro). Citando el trabajo de la teóloga Lesslie Newbigin, dice que más bien viene de un conocimiento más personal. Por ejemplo, yo sé que mi esposa me ama porque la conozco, conozco su corazón, conozco su carácter y porque confío en ella. "Tu conocimiento de ella no se trata tanto de una certeza física", me escribió Harder, ´sino más bien de una confianza bien localizada en quién es ella (una fe en ella que es cualitativamente diferente y mucho más personal y holística que la certeza intelectual)´. ´La fe´, añadió Harder, ´está vinculada al amor de una manera en que no lo están la deducción y la razón. Nos cambia más lo que amamos que lo que pensamos´.
La fe nos permite entender cosas de una forma distinta que cuando usamos la razón, de manera semejante a lo que J. R. R. Tolkien quería decir cuando afirmó que los mitos paganos no son mentiras sino que más bien apuntan hacia verdades más profundas. La imaginación puede integrarse a la razón, según lo que él creía, de manera que nos ayude a ver la realidad con un poco más de claridad. La razón es una forma de percibir la realidad; la fe -arraigada no en una ideología partidista, sino en la gracia y un sentido de sacralidad- es otra. Hay otra diferencia entre la fe y la razón. Esta última puede analizar cosas como la física cuántica y la cosmología moderna. Sin embargo, lo que la fe puede lograr es colocar nuestra vida en una narración progresiva de formas en que la razón no puede hacerlo. Nos da un papel en un drama cautivador, en el que la historia de la Navidad es una escena definitoria. Es un drama que incluye el pecado y la traición, la redención y la gracia, y en última instancia le da sentido a nuestra existencia, a pesar de lo afectados que estemos y el dolor que experimentemos. Puede que esto no signifique nada para ti, pero para la gente de fe puede significarlo todo. Si Dios es real, quizá debería ser así…
Enfatizar la fe no es expulsar la duda. De hecho, es precisamente tomarse en serio la duda, pero también es entender al dudoso de manera más completa…"
(Peter Wehner, miembro sénior del Centro de Ética y Políticas Públicas, ocupó cargos en los tres gobiernos republicanos anteriores y colabora con artículos de opinión.)
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