Por Arturo Fernàndez Ramìrez
Considerada como la principal ruta turística de carácter religioso en el estado de Jalisco, pero también con gran importancia a nivel nacional, por el número de participantes que se registran cada año, ir a visitar la imagen de la Virgen de Talpa, sigue siendo una tradición de mucho arraigo.
Aunque durante el año se llevan a cabo diversas festividades en honor a la Virgen de Talpa, la realidad es que las que se realizan durante el mes de marzo, son las que más visitantes logran atraer.
En camión, en vehículo particular, en bicicleta o a pié, pero son miles los devotos que en el mes de marzo se organizan, se preparan y se hacen presentes en aquel municipio para rendir homenaje a una de las imágenes que, de acuerdo al sentir de los católicos, es la que concede grandes favores o milagros cuando se le pide con fe. Aunado al sello religioso que envuelve a esta tradición, no puede soslayarse su aspecto económico y social en diversos sentidos.
Socialmente, se refleja la organización de amplios sectores que desde meses atrás se reúnen para planear la visita a Talpa, porque normalmente son grupos de personas las que suelen hacer el recorrido para apoyarse mutuamente, sin descartar desde luego las familias que también logran ponerse acuerdo para ir juntas a dicho lugar.
En el aspecto económico, es indudable que la llamada Ruta del Peregrino genera una gran derrama económica, si bien de manera principal a Talpa, pero también se ven beneficiados los municipios por donde se transita para llegar a la imagen de la Virgen, tales como Ameca, Guachinango, Mixtlán, Atenguillo y Mascota.
De igual forma, en los lugares de origen de los llamados peregrinos, tenemos que los preparativos y los requerimientos también generan una derrama económica a los proveedores de dichas necesidades.
Sin embargo y continuando con el rubro económico, sobre todo en los lugares de origen de los peregrinos, un sector del comercio sí resulta hasta cierto punto afectado: los vendedores en general y los prestadores de servicios.
En efecto, hace unos días platicando con algunos comerciantes de aquí del municipio de Sayula, me comentaban que así como en enero con la llamada cuesta; en agosto y septiembre con el inicio de clases; resulta que también durante el mes de marzo, las ventas disminuyen en forma considerable y es precisamente por la ida a Talpa, ya que las personas quedan gastadas con el viaje, por lo que tienen que pasar días para que se recuperen de su economía y el comercio local se normalice.
Pero bueno, con todo y eso que tienen que resentir los comerciantes locales, creo que la visita a Talpa es una tradición que fortalece la fe de los creyentes, pero también, la cultura y la economía de nuestra sociedad, así que a conservar y acrecentar esta gran costumbre. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com. https://semanariohorizontes.com
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