EDITORIAL: Locura que atropella
Como siempre, este servidor agradecido por su benevolente mirada intenta iniciar desde lo común y lo real para sus exposiciones; hoy para comenzar, repito un refrán popular: "de médico, poeta y loco, todos tenemos un poco". El problema es que hay personas con trastornos mentales que afectan la vida de miles o millones de personas con sus demencias o esquizofrenias.
Este padecimiento es tan "sui generis" que es diferente a cada persona y en diferente grado; no puede explicarse cómo Hitler alcanzó tanto poder que llevó a la muerte entre 55 y 60 millones de personas, cómo Mussolini pudo convencer a su país de entrar a una guerra; y así el hilo de tiempo que nos lleva de loco a loco y de sufrimiento a sufrimiento.
Detrás de cada demente existe una ambición desmedida desde toda la historia como nos lo muestra el libro "Locura y civilización" de Andrew Scull. Sucedió desde los muy antiguos tiempos de cómo el pueblo Judío luchó contra moabitas, amonitas, edomitas, filisteos y amalequitas; los egipcios contra persas, macedonios y Ptolemaicos, al último contra romanos. Y así el mundo entero.
Pero lo peor: no aprendemos nada de la historia y los pueblos seguimos eligiendo personajes que enardecen multitudes y arrastran muchedumbres, prometen expansión, enriquecimiento y tesoros inigualables y seguimos creyendo en esos fetiches que nos venden.
En aportación anterior presenté las terribles semejanzas entre Trump y Hilter que coinciden en demasía; pero hay otros que inexplicablemente se vuelven abyectos incondicionales sin importar y sin pensar en las consecuencias.
Expondré algo de lo sucedido en este tiempo: Ucrania. Primero fue parte de Rusia, su población del lado noreste es completamente rusa, hablan ese idioma, sus tradiciones y religión también son de allá, éstos forman aproximadamente un 35 ó 40% de la población.
Ucrania durante más de 50 años le dio de comer a Europa, según el banco mundial de alimentos llegó a ser el sexto mayor productor de trigo en el mundo y primero en el antiguo continente; su metalurgia de gran importancia, dueño de tierras raras que contienen selenio, telurio y otros minerales para la nuevas tecnologías. Toda esa riqueza olfateada por los lobos hambrientos del capitalismo.
Todo estaba en sana paz, hasta que los norteamericanos intervinieron llevándolos a "la libertad y la democracia"; hubo personas que les compraron el discurso. Y por artimañas lograron encumbrar a su alfil "Volodor Selensky".
Los metió a una guerra innecesaria ¿qué iba a ganar el país entrando a una pelea que no era de ellos? Sin aviso cortaron el suministro de gas a Europa, cuestión que enfureció al propietario de los gasoductos (Rusia) que les respondió invadiendo el territorio donde pasan estos tubos, luego avanzó para crear una zona de amortiguamiento y seguridad sin
Posibilidad de un acuerdo para regresarlos.
Se incendió el país en una guerra contra un gigantón que no los aplastó porque no quiso, pero les permitió que interviniera la mano negra de USA, que surtió de tanques, armas, misiles, servicios de satélites, drones y cuanta cosa se necesite para el combate. ¡Por supuesto a precios de comercio internacional! Y cómo no tienen dinero porque nada está en producción esto es a nivel de deuda. Ahora, en su caída arrastró el 83% de su PIB, sólo les queda como 17% de su riqueza para levantarse del sepulcro.
¿Quién arreglará este desorden? Putin y Trump. ¿Cómo lo arreglarán? Uno para ti otro para mí; ¿con que se queda Ucrania? Según la revista "El grand Continent" el balance llega a un millón de muertos; pérdida de territorio de acuerdo con los más conservadores 3200 km2; 20 mil millones de dólares de deuda, sin producción agrícola para alimentar al pueblo ni metalúrgica para el trabajo porque los hombres se los llevaron a la guerra; sin jóvenes, pero eso sí, muy bien con los Estados Unidos. Por ese motivo desde mi particular punto de vista se ve la estatura política de nuestra presidenta Claudia, sin bravuconadas, sin altanerías, con serenidad e inteligencia, bien asesorada y apoyada por todas las fuerzas armadas para decirle a este señor que no estamos dispuestos a ponernos de rodillas como ya sucedió en pocos sexenios pasados.
Moises Zepeda Gómez/ Para Horizontes.
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