Por Arturo Fernández Ramírez
No debería extrañarnos que el gobierno federal continúe con los aumentos en la gasolina y electricidad a pesar de que hubiera prometido que ya no los aumentaría.
Pero el hecho de que no nos debería extrañar, no significa que tengamos que ser pasivos frente a esta situación que definitivamente daña la economía del grueso de la población, por lo que aunque no nos extrañe, sí debe causarnos indignación que por enésima ocasión el gobierno siga haciendo de las suyas.
La semana pasada comentábamos que los recortes presupuestales en lugar de estar enfocados en rubros secundarios, por el contrario, siempre se dan en los sectores fundamentales como salud, educación, campo, infraestructura, entre otros.
En cambio, el insultante presupuesto que se destina al sostenimiento de los partidos políticos, no solo queda intacto sino que se incrementa, sobre todo cuando hay procesos electorales.
La razón de invertir más en los procesos electorales es que se pretende evitar desigualdad entre los candidatos que compiten en las elecciones, así como evitar que la delincuencia organizada sea quien financie las campañas, de tal manera que quienes lleguen a gobernar lo hagan favoreciendo a todos.
La realidad es que nuestro sistema político sigue siendo superado por nuestra sociedad, quien simplemente no cree en los políticos ni tampoco en sus gobernantes porque considera que la corrupción y la impunidad es lo que impera.
Y si a lo anterior le agregamos que en lugar de aplicar políticas de austeridad prefieren afectar en su presupuesto sectores vulnerables y aumentar los servicios básicos como la electricidad, entonces menos credibilidad tiene la clase política gobernante.
En efecto, el hecho de que por un lado se dañe al pueblo recortando el presupuesto en los servicios que requiere (salud, educación, entre otros ya mencionados con antelación) y por otro lado se aumente el costo en los servicios que también requiere como la electricidad, es obvio que todo esto resta más credibilidad a los gobernantes.
Y si lo anterior fuera poco, resulta que mientras el salario se incremente en apenas un 4%, la electricidad se aumenta en cuando menos al doble.
Entonces, por donde se le quiera ver, el único afectado el pueblo. Pero es necesario que el pueblo despierte para poner fin con todos estos abusos, de lo contrario, tengamos la seguridad que las cosas no solo seguirán igual, sino peor, de tal manera que si ahora están aumentando los energéticos, mañana continuarán otros productos y otros servicios básicos para las familias mexicanas. Y si no, al tiempo.
Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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