domingo, 20 de noviembre de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sánchez Sosa

Resulta hoy difícil hablar de política dejando de lado un contexto internacional. El mundo con nosotros, sin nosotros y a pesar de nosotros, se ha globalizado, es decir, para no caer en redundancia; el mundo entendido como la realidad inmediata, la globalización entendida como la integración social, cultural, económica y financiera de todo el planeta. A lo anterior se suma necesariamente la política, en este sentido los bloques se definen en fusión de los intereses globalizantes. Existen varios bloques de influencia y dominio en el planeta. América del Norte, con Estados Unidos a la cabeza; Europa, lógicamente, Rusia; el gigante de Asia, China; y las poderosas economías de Asía como Tailandia o Japón. Lo cierto es que ya no existe un solo polo de influencia en el mundo, como hace veinte años luego de la caída de la URSS. No hay tampoco dos bloques ideológicos dividiendo al mundo, con un tercero mundo empobrecido y excluido, como hace 30 años. En esta multipolaridad global, las fronteras entre ricos y pobres se contraen y se expanden en el juego de los poderosos. El antiguo imperio de Norte América, los Estados Unidos, cada vez le es más difícil mantener su estatus, y tal como lo demostraron las últimas votaciones en ese país, la mayoría de las personas de esa nación, comienzan a sentir el deterioro en su calidad de vida, inclusive una de las frases más populares de la campaña de Donald Trump rezaba "Volvamos a hacer grande a América (o sea Estados Unidos": lejos, muy lejos quedo el tiempo aquél, luego de la segunda Guerra mundial cuando la mitad de los recursos del planeta iban a parar a Estos Unidos. El centro del país se comienza a empobrecer, las grandes fábricas como las de automóviles han cerrado mucho tiempo a sus puertas, los pequeños pueblos del sur de ese país, no pueden ofrecer a sus jóvenes otra cosa que el alistamiento en el ejército, los campesinos norteamericanos viven una de sus peores épocas, luego del colapso de la economía en 2008; solo los estados como California o del otro lado de la nación, el centro financiero del país Nueva York, pueden presumir de mantener los niveles de vida que se tenían hace veinte años, y sólo algunos sectores privilegiados; barrios como Est LA en los Ángeles o Queens en Nueva York albergan personas que viven en extrema pobreza sin futuro ni esperanza. Basta mirar el mapa de los Estados Unidos que da cuenta de las preferencias electorales, para ver como refleja lo anterior, el centro del país, que antes jugará un papel determinante en la producción económica, hoy afectado por la globalización, y por supuesto el sur empobrecido, más el estado de Florida con su cantidad enorme de migrantes conservadores de América Latina, corruptos políticos y mafiosos criminales de todos los países; votaron por Trump, mientras los estados que mencionamos antes, lo hicieron por Clinton ¿Cuál es la lectura de eso? Pues que Estados Unidos, tal como México se hartó de las elites poderosas que han empobrecido ese país -no a los niveles de nuestra pobreza- y añoran la nación que fue. Estamos presenciando una trasformación inesperada de los Estados Unidos.
Quizás usted diga que a nosotros qué nos puede importar lo que allá pase. Es fácil inferir que la deportación masiva, que es posible que no se dé, pero no seguro, podría poner en jaque nuestra economía. Que la renegociación del tratado de libre comercio de América del norte, sería un duro golpe a la economía de todos, por ejemplo, para nosotros en Sayula la afectación de esta medida en las importaciones agrícolas, significaría desempleo, aunque reconozco que con la escasa información que poseo de este sector local, solamente estoy especulando; sin embargo, algo que es imposible evitar en nuestras circunstancias particulares, es la devaluación de nuestra moneda. La última devolución, luego de la victoria de Trump, es sólo el principio, una vez que tome posesión de su cargo el presidente electo de EUA el 20 de enero, al día siguiente el peso tendrá otra caída, y con las medidas inmediatas en materia económica o de migración, nuestra moneda sufrirá otros reveses. Si importamos toda nuestra gasolina, la mitad de los alimentos y toda la tecnología, es fácil deducir qué sigue para México. No nos engañemos, veinte años aprendimos a depender de los EUA, nuestra economía está ligada a la de ese país, nuestra forma de pensar y nuestros hábitos de costumbre, hacen imposible una resistencia como se plantea en las rede sociales, es decir, boicotear los productos americanos, solo piense, ¿Está dispuesta la mayoría de la población en México a renunciar la televisión por cable? ¿A dejar de comprar en las grandes cadenas trasnacionales? ¿A dejar de comer? Porque la mayoría de los granos y cereales, mucha de la carne de res y cerdo que consumimos, llegan de los Estados Unidos ¿Dejaran los deportistas mexicanos de usar marcas como Nike? La ropa de marca ¿Dejará de usarse?  ¿dejaremos de usar los servicios bancarios? ¿Dejarán los narcos y los nuevos ricos de consumir wiski?  El discurso nacionalista se oye bien, pero en los hechos, no funciona. No hemos podido sacar a los corruptos de poder en México ¿Podremos organizarnos para presionar a los Estados Unidos que no sienten ningún respeto por nosotros los mexicanos hoy? La respuesta es NO.  Y no estoy menospreciado a los ciudadanos, simplemente expreso una verdad incómoda, con las reformas iniciadas pro Salinas de Gortari, continuadas por el PAN y finiquitadas casi por Peña Nieto, los mexicanos perdimos el rumbo y todo lo que nos queda de nuestra identidad forjada en los últimos doscientos años, es un nacionalismo futbolero de domingo, y el folclorismo al gusto del turista extranjero, de nuestro destino como nación y nuestra dignidad, queda muy poco, sobre todo en las generaciones recientes; tampoco que no nos alcanza para sacudirse tanta corrupción y crimen. Hace falta una conciencia nacional, una vuelta a nuestras raíces de identidad; anqué no lo parezca, es lo que el pueblo norteamericano trata de expresar con esta elección y las convulsiones sociales provocadas por el racismo y la xenofobia, se ve a sí mismo y se pregunta quién es. Nosotros creemos saberlo, pero no es así, luego de estas elecciones en EUA, nos damos cuenta que no sabemos quién somos ni cuál es nuestro destino, luego que se cae todo lo planeado por los neoliberales mexicanos que nos borraron la memoria histórica y nos hicieron creer que Norteamérica nos aceptaba como sus iguales y socios, cuando eso nunca fue una realidad ¿Quiénes somos? ¿Un país que depende de las elecciones de otro país, de su economía, de su producción, de su política interna, de su moneda? Eso no tiene nada de digno, y a nadie le importa, pues se nos ha hecho creer que eso es lo normal, y que no puede ser de otra manera, FALSO. Hay palabras en México, que no significan nada, como "echarle ganas" eso no significa nada, no podemos fincar nuestro futuro en la nada, y es lo que estamos haciendo, no hay un plan para esta contingencia, que era una posibilidad, la victoria de Trump, solo tenemos esta palabra que no dice nada, esta continflesca frase tan común en nuestro país "Echarle ganas". Mientras perdemos el tiempo en estupideces, lo urgente se pospone, queremos sacarnos la lotería sin comprar siquiera el boleto, aunque las probabilidades dicen que ni aun así, no se puede ganar el premio mayor. Pero actuamos como si ya lo tuviéramos en la bolsa, es cuestión de "echarle ganas". Véanos aquí a los sesudos periodistas, intelectuales, pensadores, mesurados críticos, homosexuales de closet y golpea mujeres con a autoestima de cucaracha, preocupados por rescatar piedras y escombros de edificios antiguos, sin darse cuenta que lo que debe rescatarse es la identidad que perdimos y que esos edificios representan como íconos de un pasado que debe inspirarnos ¿Pero cómo pueden estos señorones de sangre azul y lentejuelas, enseñarnos sobre identidad sino se definen ni ellos mismos? Y así está todo el país. Yo soy mexicano, amo este país, no me gusta el futbol, ni me visto de charro o el 15 de septiembre voy al grito con mi sombrero de Chano y Chon; jamás he vivido en otro país, nunca he violado la ley, nunca me he prestado a la corrupción, aunque el PRI de Sayula me llegó a ofrecer dinero por escribir en su favor, hace 16 años exactamente; jamás he militado en partido político alguno, aunque eso no significa que no simpaticé con ellos alguna vez (obviamente no con el PRI, ni con el PAN.) No soy ejemplo de nada, ni de nadie, soy producto de esta ciudad de Sayula, aquí crecí, me formé, y regresé cuando terminé mi carrera desafiando todos los pronósticos; lo mencionó porque, como muchos otros, es el amor a Sayula el que nos da la conciencia, la identidad como mexicanos, y allí donde debemos buscar la solución a nuestro problema. Sayula, nuestra querida ciudad, cumple 470 años de su fundación este 2016, mientras perdemos el tiempo en estúpidas mezquindades, la oportunidad de sacudir la modorra de las nuevas generaciones con una celebración de esta importante fecha, que los lleve a descubrir su origen, destino y ser, pasa por alto, y las pobres alusiones al tema se pierden en descripciones ociosas de cuánto nos parecemos o no nos parecemos a Europa, es obvio que los hijos se parezcan al padre, porque todos tenemos sangre europea, pésele a quien le pese; como tenemos indígena y africana, hasta asiática, pero lo obvio no se discute. Nuestra historia de casi 500 años, de dos mil quinientos en el caso de la Indígena, tiene mucho que enseñarnos, esta nos es la primera vez que México se enfrenta a un reto geopolítico parecido al caso Trump, nos sorprendería vernos reflejados en la historia de Sayula. Hemos vivido en México y Sayula una tranquilidad apenas de setenta años y creemos que es lo normal, no, Sayula ha sido por 400 años un lugar estratégico política y militarmente en la región, nuestra identidad como sayulese fue forjada en esa lucha y resistencia de un pueblo, lo mismo se puede decir de México, nos ha costado mucho lo que esta bola de corruptos y criminales saquean impunemente; si le buscamos, eso encontraremos en nuestra identidad, no se trata de "echarle ganas" se trata de recordar quiénes somos, porque la globalización nos volvió una caricatura de nosotros mismos en la que no nos reconocemos. Los norteamericanos en busca de esa identidad, escogieron el camino de la retórica racista, para mí se equivocaron y pronto lo verán ellos mismos, nosotros estamos como hipnotizados, drogados o asustados frente a un problema parecido, ni siquiera, como ellos, nos hemos dado la oportunidad de equivocarnos., porque a este pendejo que preside el poder ejecutivo de la República, no lo pusimos los mexicanos, lo puso el PRI, que no es lo mismo.

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