Por Rodrigo Sánchez Sosa
En mayo celebraremos en Sayula el nacimiento del escritor Juan Rulfo, para muchos en Sayula el origen de este famoso escritor, les es desconocido, para otros les es indiferente, algunos más consideran en su justa dimisión la importancia del legado de Rulfo a Sayula. Hay quienes, incluso, denostan al escritor por el motivo de haber negado en algunas entrevistas ser originario de Sayula, aunque en otras entrevistas como la concedida a Elena Poniatowska, confiese, efectivamente, haber nacido en la ex capital de la Provincia de Ávalos. A pesar de eso algunos no se lo perdonan. Sin embargo, los motivos de Rulfo para decir que había nacido en Apulco, otras en San Gabriel, pero no en Sayula, debiose a que este hombre extraordinario, a su historia particular, él creció en el Llano, sus recuerdos de infancia estaban allá, aunque visitó muchas veces Sayula y mantenía un cariño por este lugar, por ser el lugar de origen de su padre y abuela paterna, abrumadoramente sus recuerdos de infancia están relacionados más con San Gabriel y Apulco, la región del Llano Grande. Su obra denota una referencia de origen que es Sayula, sus personajes refieren a Sayula de una forma rulfiana, con silencios. El lector de la obra de Rulfo, el lector atento, encontrará, esas referencias a Sayula que flota en la obra de Rulfo como una neblina permeándolo todo: Es el lugar de donde llega a Comala Juan Preciado, su personaje principal de la Novela Pedro Páramo; es el lugar que contrasta con los pueblos semi abandonados y fantasmagóricos, como si Rulfo quisiera identificar a Sayula con la vida, la luz, el vuelo de las palomas, el sol que matiza el color con que se perciben los caseríos y las risas de los niños, mientras Luvina o Comala fueran la contra parte, los pueblos muertos, de las sobras, los fantasmas y los murmullos. Como si en ellos anidara el pasado, la tristeza, como si allí entre el limbo de la muerte permaneciera lo indígena, los ecos de esas culturas prehispánicas que, en una metáfora de la muerte, susurraran a Rulfo: "Ve cóbrales lo que nos negaron…" como la madre de Juan Preciado en la novela. Sayula, la ciudad española del siglo XVI, en la cual no podían vivir los indígenas, la que llegó a ser símbolo de la civilización europea en occidente, referente del fin del ciclo indígena en estas tierras, en contraste con la región de Amula, del señorío de Amula, pueblo indígena que se negó a vivir, a seguir existiendo, luego de que fue conquistado, cuando allá por 1579, fue abandonado por sus habitantes y despareció. La tragedia de la conquista, el mestizaje y el porfirismo durante la revolución de 1810. la historia de muestra región se plasma estéticamente en la obra de Rulfo, nuestra tragedia y epopeya épica de más de 500 años, donde susurra, murmura, la voz del indígena, su mundo, perdido en el limbo que describe Rulfo. Entrar en esta obra cumbre de la literatura universal, es vernos, nosotros, los sayulenses, en lo más profundo de nuestra identidad, en el inconsciente colectivo donde los fantasmas de nuestro milenario pasado siguen murmurando como los muertos en la novela de Rulfo, desde sus tumbas, sin querer irse del todo:
"Hay en la pluma de Juan Rulfo un incesante recuerdo del pasado mexicano. Memorias prehispánicas que hoy sólo viven en forma de ecos en el universo; silenciosas, pero muy presentes en la reproducción indefinida de una cosmovisión que ha sido siempre sanguínea -aunque al igual que la muerte habitan en el no-existir de la eternidad. Juan Rulfo fue el hombre que dedicó su vida a interpretar secretos de cultura bajo los territorios de la literatura. Todos ellos, fundidos en la delicia de una ficción atemporal y una acentuada inclinación por la muerte. Para el mexicano -bien enterado de su cultura primigenia- es fácil imaginarse escenarios como los rulfianos con cierta devoción -por ejemplo a Comala, ese no-lugar que conserva las almas en pena, donde se habita eternamente en el recuerdo-. Sus cuentos, y sus dos únicas novelas publicadas, han bastado para enterarnos de que su obra escrita no es sino una reproducción del conocimiento indígena, cuya base histórica se encuentra ciertamente en la transmisión oral mexicana. Esto se confirma luego de que el mismo Rulfo advirtiera haber abandonado la escritura tras la muerte de su tío Celerino, nada menos que su acompañante viajero, junto al que fue partícipe de innumerables experiencias de corte esotérico a lo largo y ancho de la República Mexicana. Aquel personaje fue también dador de un sin fin de secretos de cultura e historias de las que Rulfo no dudó en permearse para escribir sus dos célebres obras: Pedro Páramo y El llano en llamas.
De su discreto pero astronómico catálogo de vida se desprenden también obras fotográficas -unas 6 mil imágenes-, y algunos guiones de cine consolidados y borradores diseñados también para llevarse a la pantalla grande. Precisamente algo de este material, entre otros esbozos y anotaciones, se encuentran impresos en el libro Los cuadernos de Juan Rulfo, que salieron a la luz gracias a su esposa Clara Aparicio Reyes. Dicen muchos avezados del escritor, que la publicación de estos fragmentos -que básicamente son ideas al aire, algunos retazos de sus obras completas, y en general los textos encontrados en la libreta experimental de un escritor- no es de celebrarse, puesto que deja al desnudo los procesos, aún jóvenes, de un gran autor. Y en efecto, a consideración personal, me parece que este es en realidad un catálogo de ideas que le iban ocurriendo a Rulfo, o que en sus días de viaje escuchaba pronunciar por ahí. De manera que en esta publicación no encontrarás una obra inédita, pero sí interesantes percepciones rulfianas que nos ayudan a imaginar -incluso a afirmar- que definitivamente la información de corte "fantástico" en sus obras, proviene de meras realidades indígenas. El ejemplo claro es el siguiente fragmento que me he encontrado; una especie de lista o lluvia de ideas que, a vista de ojeada, se puede entender como un breve diccionario de cosmovisiones mexicanas. Creencias del todo mágicas -muchas de ellas estrechamente relacionadas a la cultura rarámuri-, que pudieron o no estar encubiertas en alguno de sus cuentos:
Cuadernos de Juan Rulfo:
Fragmento de la libreta de Rulfo
-La semilla llamada "ojo de venado" libra de una mala mirada. -Una hojita de ruda libra de la alferecía. -A los niños hay que colgarles al cuello un colmillo de perro para que les salgan los dientes. -El talisman sirve para lograr lo que se quiere. -El amuleto para librar del mal.-El brujo cobra caro sus exorsismos. Usa gallinas, cambujas y huevos frescos. -Los sapos cornudos pidieron que mandaran las enfermedades, porque los hombres iban siendo demasiados. -El olimá, es un pajáro pequeño que hace mucho mal al hombre, no duerme en las noches cuando hay estrellas fugaces. -(Es peligroso). No es bueno dormir con la boca abierta porque el diablo puede facilmente apoderarse del alma. -Los nahuales se esconden en los montes y en las sierras. -Los orines son buenos para bajarle el coraje a los niños (Darles de beber). -A los cadáveres se les dice al oído que ya están muertos y que no vengan a dar guerra a los vivos. -La mujer, por tener los músculos más débiles, tarda más en llegar al otro mundo. -Hay que poner ramos de zapote en la vereda y tapar la olla de los frijoles. -El rayo se pasea cuando viene la lluvia. -Los rayos salen a pasearse sobre la tierra. -Los naguales ya se acabaron. -Marcarle una cruz a la bola para que atines al tiro. -El coyote es un animal que da mucho que pensar. Atraen con la mirada y el vaho a las gallinas. -Tienen más fuerza de atracción que la mirada de las víboras. -Cuando un coyote fija la mirada en el cazador, entonces la bala no sale del cañón, la vista se ofusca, la quijada se le cae, y sólo puede lanzar gritos inarticulados. -Caldo de venado (produce buen efecto en el alma y cuerpo). -La vara (el cargo-poder) es lo que respetan los indios, no al portador. -La enfermedad es un castigo de Dios. -Cuando alguien enloquece, es porque lo cogió un remolino en el campo que le revolvió el pensamiento. -Cuando el hombre enferma, esto proviene de que el alma abandona el cuerpo y vaga fuera de él, asustándose y extraviándose, o siendo devorada por los remolinos. No toda el alma sale del cuerpo; pero lo poco que de ella queda en él es insuficiente (esto significaría la muerte) para defender al cuerpo de las enfermedades. -Hagan rezos a las cruces de los caminos. -Piedra bezoar de los venados (está en el "cuaje" tiene fuerza mágica. La llevan en una bolsita y cuidan de remojarla cada tres días). -La muerte sobreviene cuando el alma abandona el cuerpo, aunque éste todavía esté vivo. -La enfermedad y el dolor oyen cuando les hablan. -Tenía por misión que no cayera (que no se caiga) el mundo. -Veneran la planta jículi (peyote).
Juan Rulfo." Jaen Madrid
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