Especial para Horizontes...
Modos de producción y distribución de la riqueza, como origen de una identidad local en la historia de Sayula
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
A lo largo de mil trecientos setenta años, la actividad económica de lo que fuera el señorío indígena de Tzaulan (900 D. C.); luego Cualan o Zaiula (1522), la Alcaldía Mayor de los Pueblos de Ávalos de la Nueva España (1546), después Sayula la capital de la Provincia de Ávalos de la Nueva Galicia (1556), posteriormente el cuarto Catón de Jalisco y después el municipio de Sayula del Estado Libre y Soberano de Jalisco (silgo XIX). Ha sido la agricultura. La actividad agrícola durante la época prehispánica, desde 300 A. C., y luego por otros trescientos años, se combinó con la extracción de sal de la laguna seca, esto último fue lo que le dio la característica especial a la región en la que se asienta nuestro municipio.
La extracción de sal influyó en la cultura local de manera determinante, por ser un producto muy codiciado en el mundo prehispánico. Dada la técnica desarrollada para su extracción, les permitió, a los habitantes de esta localidad, negociar con importantes centros culturales como Teuchitlán, el señorío Purepecha y el Colimote, hasta con la Gran Tenochtitlán, antes de la llegada de los españoles, y durante la colonia con los centros mineros de la Nueva España. Sería inexacto decir que el señorío de Tzaulan y luego el Sayula colonial, fuesen entidades pobres. La sal fue una moneda de cambio que favoreció el comercio. Lo que es hoy nuestro municipio, fue un gran centro de comercio indígena como europeo, a ello debe Sayula su importancia en ambos periodos de la historia. El comercio es el origen de la diplomacia, y Sayula fue por mucho tiempo hogar de hábiles comerciantes y diplomáticos que, sin dejar de ser feroces guerreros, sabían negociar sus intereses y sólo en casos extremos recurrir a la guerra, de ahí la conquista pacífica de los españoles.
Durante la colonia, el comercio, por su ubicación estratégica en el occidente de la Nueva España, la convirtió en una ciudad colonial importante, tanto que ya en el siglo XVIII el Sayula español estaba habitado por grandes e importantes comerciantes que trasformaron la vida y la imagen de la ciudad, de una ciudad frontera de la civilización española, a una ciudad cosmopolita de estilo neoclásico en el último tercio de la colonia. Para entonces grandes comerciantes peninsulares y criollos de Guadalajara poseían fincas importantes en Sayula, como Don Fernando Echauri, poderoso peninsular comerciante de esclavos, quien financiera la obra hidráulica que dotó de agua a Sayula en el siglo XVIII, trayendo el agua del Cedazo y sustituyendo el antiguo acueducto que bajaba un golpe de agua de la sierra sur por el rumbo del Melchor, construido por mitad del siglo XVI, el cual ya para entonces no satisfacía la demanda del líquido en Sayula. La produccion de estas haciendas de los ricos terratenientes aquí avecindados, cuyas tierras se extendían por toda la región, y cuyo destino eran las grandes ciudades coloniales y los centros mineros, llegaban primero a Sayula para ser almacenadas antes de partir a lomo de mula y asno a sus destinos. Algunas casonas del periodo en Sayula hoy en pie, son evidencia de esta época floreciente del comercio local, heredera de una actividad comercial milenaria (se calcula que el tianguis de Sayula data del 900 D. C.).
Por otro lado, la producción agrícola: maíz, calabaza y chile, durante la época prehispánica, luego trigo, caña de azúcar y de ganado menor durante la colonia; determinaron al igual que la sal las formas culturales de la localidad: Los caminos, pasos serranos, calzadas, caminos de carretas, de mulas, rutas de comunicación con los centros urbanos indígenas como españoles, son producto de estas actividades, lo mismo la división territorial y la posesión de la tierra. Pero más importante, la forma de ver el mundo de las personas que habitaron el antiguo Sayula, la que hemos heredado hoy siglos después, que seguimos siendo una sociedad cuya base económica continúa siendo la agricultura y el comercio. Contra lo que pudiera parecer, la Provincia de Ávalos durante la colonia, fue una de las encomiendas que más aportaban en tributos al imperio español, pese a no tener minas de importancia en su territorio. Durante la Independencia, la región era autosuficiente y comenzaba a exportar excedentes hacia otras regiones del estado y el país. Las guerras mermaron tanto la producción como el comercio, y los regímenes centralistas surgidos del federalismo que ganó la guerra de Reforma cambiaron las condiciones de la actividad económica en Sayula, comenzando en el siglo XIX una decadencia que persistió casi hasta el día de hoy, pero que no alteró el carácter de los habitantes de este municipio, pese a que estas guerras junto con las pestes de ese tiempo casi despoblaron Sayula. Las mismas generaron cambios sociales, sobre todo en la elite de terratenientes y comerciantes ricos que fueron asesinados o desplazados por los conflictos independentista, federalistas y centralistas, la invasión francesa, la revolución de 1910 y finalmente la cristiada, ya en el siglo XX.
El comercio y la producción pasó de administraciones experimentadas y especializadas locales, a la improvisación del oportunismo de gente que llegó con estos conflictos sociales del siglo XIX y principios del XX desplazando a terratenientes y comerciantes locales. Así algunos negocios y haciendas pasaron a manos de fuereños y hasta de sus antiguos administradores que supieron capitalizar la violencia social en su favor, lo cual contribuyó a la decadencia. La organización de la producción y el comercio entonces fue dictada desde el centro y la grandeza de Sayula poco a poco se terminó, no quedando más que referentes sociales de la misma: mitos y pretensiones nobiliarias de una clase social que se identificó con aquellos que en su momento despojó y de los que añoraba su éxito, refinamiento y cosmopolitismo. Los accedentes de estos nuevos ricos, no se encontraban entre los conquistadores españoles de Tzaulan, ni entre los ricos comerciantes peninsulares y criollos del siglo XVIII y principios del XIX en Sayula, mucho menos en la nobleza indígena del antiguo Tzaulan; sino entre militares oportunistas de las distintas guerras y diferentes bandos, de los dos siglos anteriores, así como, entre aventureros de otras regiones del país que terminaron por los mismos azares de la violencia social en Sayula. Apellidos desconocidos en la región, tan extraños como un importante (económicamente) apellido hoy, que tiene su origen de clan en Zacatecas, por ejemplo. Parientes de militares y políticos del siglo XX, cuya riqueza tiene su origen en el poder de sus familiares o conocidos en el Estado o en el país, conformaron la elite social que se apropió de aquella grandeza que les precedió y con la que muy poco tenían que ver. Nunca lograron, pese a sus pretensiones, devolver el auge del Sayula Colonial, que tanto añoraban, pero que nunca comprendieron.
La memoria histórica de ese Sayula, prevalecía entre algunas pocas familias, como los Camberos y los Bobadilla, y en la gran mayoría de descendientes del pueblo indígena y mulato de Sayula. En los barrios, las tradiciones, la cosmovisión milenaria se conservó en forma de ritos y relato oral, al margen de los mitos creados para satisfacer una necesidad de legitimarse de una clase social que arribó al poder económico y político de Sayula, desplazando la tradición original. La desconfianza que inspira en las clases populares de Sayula las clases altas, podría bien tener su origen en el sentir extraños e ilegítimos a quienes las conforman, aparte del natural conflicto que implica el poder y sometimiento social con base en el autoritarismo. Esto potencia, en el inconsciente colectivo local, el conflicto con el extraño que llega a invertir en el municipio, como sucede hoy en día con las agro empresas.
El carácter sayulense que muchas veces desconcierta, podría derivarse de la desconfianza y el sentimiento de despojo del extraño oportunista e ilegitimo; así mismo, la complicidad con estos, interpretarse como una forma de sobrevivencia resignada y trágica, ante una amenaza que la resistencia no ha logrado vencer en siglos. Si el administrador, el captas, el caporal, el militar de mediano rango y el vulgar salteador de caminos vino a quedarse con fortunas de su ex patrones o víctimas, y obtener hora por ello, el peón indígena o mulato, no podría sino sentirse desplazado de algo a lo que podría tener el mismo derecho.
Estos mapas mentales como los físicos de Sayula conforman una unidad de identidad local cuya base es la forma milenaria de producción y distribución característica de Sayula. Porque no sólo llama la atención la conquista pacifica de Tzaulan en el siglo XVI sino la resistencia a las pretensiones del sanguinario Nuño de Guzmán por parte de los habitantes de Sayula, quienes se negaron a aceptar la apropiación de este de la encomienda de Ávalos en 1531, y antes, negarse a forman parte de la rebelión indígena del Mixtón, en occidente, que casi le cuesta la colonia a España; a pesar de ello, los naturales de Sayula demandaron a su encomendero ante el corregidor de rey por cobrar impuestos que no podían pagar, y Alonso de Ávalos perdió la demanda frente a sus encomendados en los tribunales, lo que habla del carácter del sayulense.
En 1870 un ejército "El ejército Sostenedor de la Fiel Observancia de la Libertad del Estado de Jalisco" conformado por sayulenses y otros habitantes del sur de Jalisco salió de Sayula rumbo a Guadalajara para tomar esa ciudad por ser la sede de una corrupta administración del Estado. Guadalajara fue sitiada por el batallón de Sayula, pero al darse cuenta el comandante de este batallón, que el Estado era amenazado por un ejército centralista que venía de San Luís Potosí, hizo alianza con la guarnición militar de Guadalajara y defendieron con ellos exitosamente la ciudad; luego de lo cual los corruptos fueron destituidos del Gobierno del Estado como exigía el Plan Sayula, que representaban. Cuando Zapotlán amenazó con separase del Estado de Jalisco se conformó en Sayula, en coordinación con el Gobierno del Estado, un grupo de hombres armados que tomaron Zapotlán y destituyeron a sus autoridades.
Nuestra capacidad de negociación y amor por la tierra que queda exhibida en estas anécdotas de la historia, nos explican cómo un pueblo que se adaptó a ciclos y aceptó un orden natural donde la vida y la muerte tienen su lugar como creadoras de realidad, supo a través de su historia negociar su postura políticas-económicas exitosamente, hasta que la tradición se fue deteriorando cuando el poder quedó en manos extrañas a este legado milenario de identidad colectiva al que de alguna manera los primeros españoles dieron continuidad y se adaptaron permitiendo el sincretismo cultural. Quizás llegó la hora de contar y escuchar esas historias que han estado al margen del relato oficialmente impuesto, para encontrarnos como comunidad y redefinir nuestra identidad y destino.
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