Cultura e identidad en Sayula, un proceso difícil
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa
“…los conceptos de cultura y de identidad constituyen una pareja indisociable. Y también podemos entender que la concepción que se tenga de la cultura va a comandar la concepción correspondiente de la identidad. Si soy, por ejemplo, "posmoderno" y concibo la cultura como esencialmente fragmentada, híbrida, descentrada y fluida, mi concepción de la identidad también revestirá los mismos caracteres…" Gilberto Giménez.
En esto momentos, debido a las políticas culturales del ayuntamiento en turno, la cultura ha tomado un papel protagónico en el municipio. No sólo tiene que ver con la visión de la mayoría en cabildo, sino con los tiempos que le tocó vivir a esta administración: Los cien años del natalicio del escritor Juan Rulfo, los cien años del carnaval y los 470 años de la fundación de Sayula. Tales hechos y sus respectivas consecuencias, necesariamente han confrontado intereses en el municipio, que deben abordar la cuestión cultural, estén de acuerdo o no con esta prioridad de las políticas del actual ayuntamiento. Desde las respectivas posiciones se aborda el hecho, se cuestiona y se critica. Se da por sentado que el concepto "Cultura" es de antemano entendido de la misma forma por los actores de las polémicas, las propuestas y las acciones en torno a esto. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, una revisión a los argumentos en favor y en contra de lo citado, dista mucho de mostrar que existe una plena comprensión de lo que es y para lo que sirve la cultura. Alguien se preguntaba, desde la ciudadanía "¿Y a mí de qué me sirve que venga el Congreso a celebrar 470 años de la fundación de Sayula?" Otro más decía "¿Por qué debemos homenajeara un escritor que negó haber nacido en Sayula (Rulfo)?" Lo que se suma a la parodia dolosa del "Centro Cultural el Páramo" que se pretende edificar en los terrenos de el ex Jardín de niños Celso Vizcaíno (como parte de la Ruta Cultural El Realismo Mágico de Juan)), que llama "Pitayera" al proyecto, y que terminó convirtiendo en una "joya" desconocida de la arquitectura nacional e incluso internacional lo que queda del edificio del viejo kínder y trasladó la polémica al edificio del siglo XVIII, la ruinas del Templo de san José, incluso convirtiéndolas en un botín político para quienes tienen ambiciones de llegar a la presidencia municipal de Sayula, utilizando su recate como bandera. La pregunta que se debería de hacer, el oportunista tanto como el legítimo interesado en el rescate de la identidad cultural de Sayula es, ¿Qué es Cultura? La gente común, la gente sencilla, la que no alardea sobre su erudición en estos temas, identifica el concepto con algo oscuro que tiene que ver con libros, pinturas, música clásica o folclórica, poesía, danza, teatro, y todo eso que en cierta manera le es ajeno, sin que ello tenga que ver con su capacidad de apreciar la belleza. Lo que esta gente común en Sayula no sabe, y los mismos que polemizan, opinan, proponen y actúan en ese respecto tampoco, es que, la cultura la hace la gente humilde, que la identidad de Sayula tiene que ver con ellos, son ellos, no tiene que ver con cuadros en el museo del Prado en España, ni con edificios en París o Roma. Pero entonces ¿Qué es Cultura? Para tratar de responder a ello, no apelaré a mi sabiduría, ni sapiencia, ni título honorario alguno, sino a quienes han estudiado el fenómeno. Para mí, en lo personal, he deducido de varios autores que, la Cultura no sólo es el patrimonio que como humanidad hemos preservado, sino lo que con él hacemos, el patrimonio que creamos actualmente tanto como individuos o colectivos para nosotros mismos y las generaciones por venir. La Cultura es lo que el hombre hace, y lo lleva a la máxima expresión de perfección, belleza y expresividad en la obra de arte, en el arte. Que cultura sea todo lo que el hombre hace, no significa en manera alguna que cualquier actividad humana de tipo que sea es automáticamente cultura, y luego por derecho arte. De ninguna manera, la cultura es creada colectivamente, y por tanto es un acuerdo, un consenso de la finalidad de un hacer humano, es un exceso hablar de cualquier cosa anteponiéndole el adjetivo de cultura, como lo es que un individuo se auto nombre juez en este sentido, es el grupo, la colectividad, quien tiene este derecho en un contexto histórico determinado. Sólo la colectividad podrá determinar si algo es o no es cultura. El concepto ilustrado de Cultura, como algo de alta estima que debe ser trasmitido por la educación al pueblo o el concepto aristócrata de la misma que la ve como un patrimonio exclusivo de una clase social privilegiada con derechos de sangre, son totalmente falsos. La cultura es producto de la identidad de un pueblo, donde las clases sociales altas y los intelectuales están incluidos, sumados al vulgo, a los humildes e iletrados, porque la cultura es un producto humano, no puede ser de otra forma. Para que el lector se haga su propio juicio, investigamos para él, lo siguiente:
"El concepto de identidad es un concepto que se ha impuesto masivamente… El problema es que, sobre todo en México, este concepto tiende a banalizarse, del mismo modo que el de cultura, porque todo el mundo lo invoca hasta la saciedad sin preocuparse en lo más mínimo por definirlo o someterlo a cierto rigor conceptual. Así como se tiende a ver cultura por todas partes - "cultura de la violencia", "narco-cultura", "cultura del no pago"… -, parece que todo está dotado de identidad, desde la "ciudadanía" abstracta hasta los parques públicos… Por ejemplo, sin el concepto de identidad no se podría explicar la menor interacción social, porque todo proceso de interacción implica, entre otras cosas, que los interlocutores implicados se reconozcan recíprocamente mediante la puesta en relieve de alguna dimensión pertinente de su identidad. En este momento yo estoy asumiendo ante ustedes una identidad de rol: la de expositor, y ustedes están asumiendo una identidad de rol complementaria: la de lentores. Y gracias al reconocimiento recíproco de nuestras respectivas identidades de rol podemos establecer una interacción fructífera y llena de sentido entre nosotros. Este ejemplo banal nos está indicando que no es posible pensar siquiera la sociedad sin el concepto de identidad, porque sin interacción social no hay sociedad. Pasemos ahora a enunciar una tesis central en relación con la problemática de la identidad. Esta tesis podría formularse así: la identidad se predica en sentido propio solamente de sujetos individuales dotados de conciencia, memoria y psicología propias, y sólo por analogía de los actores colectivos, como son los grupos, los movimientos sociales, los partidos políticos, la comunidad nacional y, en el caso urbano, los vecindarios, los barrios, los municipios y la ciudad en su conjunto... El gran problema en ciertos sectores de las ciencias sociales, sobre todo en México, es la tendencia a "psicologizar" las categorías estadísticas, los grupos, las regiones y las ciudades. Y es que existen precedentes que presionan en esta dirección, como cierta literatura que de Samuel Ramos hasta Octavio Paz busca definir nada menos que "la psicología del mexicano". Así, para Samuel Ramos el principio generador de la identidad del mexicano sería el complejo de inferioridad; para Octavio Paz, la soledad; y para algún otro, la melancolía. Nadie pone en cuestión el valor literario… Pero una cosa es el valor literario y otra muy distinta la validez de las hipótesis sociológicas que se sustenta en lenguaje literario. Hablar de la "psicología del mexicano", de la "psicología de la mujer" o de la "psicología de la juventud" me parece una aberración sociológica, porque se está hipostasiando y "psicologizando" agregados estadísticos que no pueden ser tratados como si fueran actores sociales o individuos. No existe la "psicología del mexicano" ni mucho menos esa famosa doble historia que señala Paz: la historia aparente y la historia subterránea que desde los sacrificios aztecas y la Malinche habrían dejado huellas traumáticas en la conciencia de los mexicanos… como Octavio Paz es un autor muy reconocido y de vasta influencia, sus lectores pueden terminar identificándose realmente con la imagen del mexicano diseñada en su "teoría". De este modo la teoría hace existir, lo que antes de ella no existía. Por todo esto considero muy importante la tesis según la cual la identidad se predica en sentido propio solamente de los sujetos individuales dotados de conciencia, memoria y psicología propias, y sólo por analogía de los actores colectivos.
a pesar de todo lo dicho, la identidad de los actores sociales no se define por el conjunto de rasgos culturales que en un momento determinado la delimita y distingue de otros actores…El fundamento empírico de esta tesis radica en la siguiente observación: cuando se asume una perspectiva histórica o diacrónica, se comprueba que los grupos étnicos pueden - y suelen - modificar los rasgos fundamentales de su cultura manteniendo al mismo tiempo sus fronteras, es decir, sin perder su identidad. Por ejemplo, un grupo étnico puede adoptar rasgos culturales de otros grupos, como la lengua y la religión, y continuar percibiéndose (y siendo percibido) como distinto de los mismos. Por lo tanto, la conservación de las fronteras entre los grupos étnicos no depende de la permanencia de sus culturas. Los ejemplos abundan. Según algunos historiadores la identidad de los persas no desapareció con la caída del imperio sasánida. Por el contrario, la conversión al islamismo chiíta más bien ha revitalizado la identidad persa confiriéndole una nueva dimensión moral y la ha renovado a través de la islamización de la cultura y de los mitos y leyendas sasánidas… Pero no hace falta ir muy lejos para encontrar este mismo fenómeno: en el área mesoamericana la conversión masiva al catolicismo no sólo no ha borrado las fronteras de los grupos étnicos, sino, por el contrario, muchos rasgos del catolicismo popular de la contrarreforma (como el sistema de cargos, por ejemplo), introducidos por la colonización española, más bien se convirtieron en marcadores culturales privilegiados de las fronteras étnicas. Estos ejemplos demuestran que la fuerza de una frontera étnica puede permanecer constante a través del tiempo a pesar y, a veces, por medio de los cambios culturales internos o de los cambios concernientes a la naturaleza exacta de la frontera misma. Por ejemplo, no debe preguntarse ahora cuáles son los rasgos culturales constitutivos de una identidad étnica, sino cómo los grupos étnicos han logrado mantener sus fronteras (las que los distinguen de los otros) a través de los cambios sociales, políticos y culturales que jalonaron su historia… Las culturas están cambiando continuamente por innovación, por extraversión, por transferencia de significados, por fabricación de autenticidad o por "modernización", pero esto no significa automáticamente que sus portadores también cambien de identidad… no hay razón para empeñarnos solamente en mantener incólume, muchas veces con mentalidad de anticuarios, el "patrimonio cultural" de un grupo o las tradiciones populares contra la voluntad del propio grupo, so pretexto de proteger identidades amenazadas. Como acabamos de ver, éstas no dependen del repertorio cultural vigente en un momento determinado de la historia o del desarrollo social de un grupo o de una sociedad, sino de la lucha permanente por mantener sus fronteras cualesquiera sean los marcadores culturales movilizados para tal efecto… como decía Gramsci.. para realizar esta tarea propugnaba algo no muy alejado de lo que hoy llamamos promoción o gestión cultural: la fusión orgánica entre intelectuales y pueblo, "no para mantener las cosas al bajo nivel de las masas, sino para conducirlos a una concepción superior del mundo y de la vida". -Gilberto Giménez. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM-
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