Especial para Horizontes...
Templo de San Roque, datos históricos en torno al proyecto de rescate
Reportaje de Investigación de
Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula
Una vez dada a conocer la religión católica en la región por los frailes franciscanos encabezados por Fray Juan de Padilla y fundada la doctrina de Sayula que fue dependencia del Convento de Tzapotlán, luego del de Amacueca, no fue sino hasta en 1573 que sería elevada a convento la Doctrina de Indios San Francisco de Asís con su templo de tres naves hoy Parroquia de Sayula. Los indigencias locales en ese entonces, comenzaron a levantar pequeñas capillas o adoratorios por diversos puntos de la población, mismas que fueron dando nombre a los barrios de San Lucas, El Sacramento, El Espíritu Santo, San Mateo, San Marcos, Adviento, La Pasión, La Santísima Trinidad, La Soledad, La Virgen de Guadalupe, y otras, mientras que en la Parroquia, los frailes impulsando la religiosidad a la vez que sus órdenes domésticas creaban la hermandad de la Tercera Orden de nuestro seráfico Padre San Francisco, en la cual se incluyeron los principales y más ricos vecinos del pueblo; quienes, al progresar su agrupación, acordaron construir una capilla, cediéndoseles para ello una parte del muy amplio atrio parroquial, situándola, calle de por medio (Prisciliano Sánchez), con su lateral al frente de la capilla del Hospital de Indios de la Purísima Concepción.
Documentalmente no se tiene fecha exacta del inicio de la construcción, sin embargo, por las actas del discretorio de la venerable Orden Tercera, se sabe que en 1737 se obligó a todos los terciarios a pagar sus jornales con este fin: "reunida (la aportación) se destinará a la fábrica material (capilla) de nuestra tercera orden que se está haciendo" (Cervantes O.F.M., Rafael. Álbum Ilustrado. Sayula 1957. Pág. 39). Pero en 1744 todavía no estaba terminada dicha capilla. En 1749 se registró un terremoto que arruinó la construcción y, en 1754, al ser secularizada la Parroquia ya estaba terminada, aunque carecía de altares, imponiéndosele el nombre de San Roque, patrono de la orden franciscana de Sayula, conociéndosele también como "Capilla de la Tercera Orden" o "De Los Terciarios".
El 1 de septiembre de 1754 Parroquia y Convento fueron secularizados (entregándose al clero secular), debiendo partir los franciscanos (clero mendicante) de Sayula en medio de la inconformidad y el pesar del pueblo, incitándose gestiones de parte del vecindario, así como de la Orden, ante el Rey, para que autorizaran su regreso; por lo que, pensando en ello, los terciarios se negaron a entregar su Templo al primer Cura Clérigo Dr. Francisco de Dios Sobrado, el cual se vio obligado a levantar un jacal de madera en el atrio parroquial para recibir la visita del Obispo Martínez de Texeda en 1754, desatándose, según las actas del discretorio "El pleito entre los Señores Párrocos y los Terciarios…" (ídem) De allí la rivalidad entre franciscanos y diocesanos o seculares en Sayula.
En el año 1754 se sintió un nuevo terremoto, por eso se trató en junta del 20 de diciembre del mismo año "El atender a la conclusión y estado perfecto de la capilla de San Roque", y el 20 de mayo de 1761 se habló de la necesidad de "hacer un retablo colateral al Altar Mayor". Para 1775 estaba terminado "El Altar de San Antonio con su cuarto es necesario para su completo adorno", así había sido concluido el altar mayor y su retablo, muy completos y adornados los de San Francisco, Nuestra Señora de los Dolores, Señor San José y el Señor de Esquipulas (idem).
En el auto de visita obispal del 7 de febrero de 1767 el obispo manifiesta su inconformidad con que no hubiese sacerdote presidiendo las reuniones de la hermandad y que sólo de vez en cuando viniera a Sayula un Fraile del Convento de Amacueca a realizar alguna recepción o ceremonia especial, ordenando que de "ínterin la iglesia tuviere… propio rector o ministro eclesiástico...que cuide de ella y quede llave en poder del vicario eclesiástico y no del hermano mayor de la orden, ( además) no se permita oficie en ella ningún sacerdote foráneo mientras no preste sus debidas licencias, ni haya juntas ni ejercicios espirituales si no están presididas por algún sacerdote de buena vida y costumbres" (Libro Parroquial de Bautismos #18. Sayula, pág. 102 reverso), disposición que debió haber sido obedecida por los terciarios.
En 1787 las gestiones por el regreso de los padres franciscanos fructificaron, por lo que, al llegar estos, los terciarios pusieron a su disposición el templo de San Roque y una serie de celdas que, atrás de él, habían fincado, sin embargo los recién llegados no quisieron instalarse cerca de la parroquia (de los sacerdotes seculares), determinando ampliar la capilla indígena dedicada a la Virgen de Guadalupe, situada junto al Cerrito del Calvario, la cual fue convertida en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, reuniéndose luego limosnas en una amplia región para construir el nuevo Convento y convenciendo los frailes a los terciarios de abandonar la capilla de San Roque y fincar otra de la misma devoción en su nueva ubicación (el actual atrio del Santuario); haciéndose así, entregando el Templo del actual san José al Clero Secular.
A partir de entonces y con motivo de las constantes destrucciones del Templo Parroquial debidas a los terremotos, el Templo de San Roque o san José jugó un importante papel como Parroquia alterna.
A raíz del terrible sismo de 1806 que destruyó el Templo principal, el culto pasó al de San Roque, permaneciendo en él hasta el 31 de mayo de 1818 en que otro fuerte temblor destruyó a su vez ésta última capilla, pasando a la actividad parroquial a la del Hospital de Indios de La Purísima Concepción (frente a esta, calle de por medio) y luego a la de la Santa Cruz (González, Andrés. Estadística de la Municipalidad de Sayula. 1789. Editorial Tzaulan. Sayula 1971, pág. 40), volviendo a la capilla de San Roque en 1821 una vez que había sido reedificada por el Señor Cura Salvador Apodaca y Loreto, segunda autoridad en el obispado después del Obispo Linares que, considerando la pobreza del pueblo debido a la guerra y las pestes (la Independencia había culminado y los ricos españoles habían huido de Sayula), hizo todos los gastos de su capital particular, sin aceptar la más mínima contribución (Libro Parroquial de Gobierno #4, Sayula, pág. 11), permaneciendo así hasta 1870.
En 1859, dentro de la Guerra de Tres Años o de Reforma, las tropas liberales decomisaron un tabernáculo de plata existente en el templo, mismo que muchos años antes había sido obsequiado por Don Diego Montenegro, conduciéndolo a Zapotlán donde fue fundido (Cambre, Manuel. La Guerra de Tres Años, Guadalajara 1949, pág. 201).
Para el siglo XIX había un gran interes por el pasado del templo, la memoria de los nombres de Capilla de San Roque y Capilla los Terciarios se habían perdido, mencionándosele en crónicas y libros parroquiales de ese tiempo como "El Templo Antiguo" o "Templo Antiguo que fue Parroquia" o, erróneamente como "La Iglesia Primitiva"; sin embargo en 1873, dentro de una campaña para tributar un mayor culto a San José, se estableció en varias parroquias del arzobispado la asociación de ese patriarca, disponiendo el Arzobispo Pedro Loza, devoto de san José, que el templo de san Roque fuera erigido como Templo de san José, buscando además que "La antigua iglesia que tantos años sirvió de parroquia (San Roque)… Se halle siempre aseada, se celebre en ella constantemente el Santo Sacrificio, se atienda a las composturas que necesita, al adorno conveniente de sus altares y… a que se tenga de ella un especial cuidado", designándose a un Sacerdote de la Parroquia como encargado y autorizándole a celebrar misa toda la semana, menos los domingos y días festivos (Libro Parroquial del Gobierno #5, pág. 38 reverso).
En 1876 otro terremoto perjudicó el Templo, pero a fines del año el altar nuevo estaba casi terminado y se iba a pintar de dorado, regresando el culto a la Parroquia en 1878, aunque se repitieron los traslados a San José, de 1899 a 1903, y en 1905 por lo que en 1915, buscando que un mayor número de fieles pudiera participar en la misa celebradas en esta capilla, el Cura Román Aguilar abrió un amplio arco para comunicar el salón lateral con el presbiterio del templo, pintó la Iglesia y arregló el altar (Libro Parroquial de Gobierno #6, pág. 84).
Durante las revoluciones (1910-1921) el Templo fue dedicado varias veces a Cuartel, quedando ahumadas las paredes, levantando el piso de madera y muchos otros deterioros. En 1931 el Cura Epigmenio Gutiérrez realizó reparaciones y abrió un pórtico de acceso de la calle (Juárez) al atrio. (idem)
El sismo de 1932 determinó el regreso del culto a San José, aunque el templo también para entonces sufrió "una abra de consideración en su frontis y su techo de madera, cubierto de adobe y tierra, hacía que diariamente ocurrieran desprendimiento de dicho material, amén de tener rota la tableta en muchas partes de su techo" (id., pág. 332), alcanzado a realizar algunas de estas reparaciones el Señor Cura Gutiérrez y terminándolas su sucesor el Señor Cura Alfonso M. Jaramillo, aunque desafortunadamente, quizá por no contar con lo necesario económicamente, se recorrió al fácil expediente de remendar el pórtico del templo con cemento, que modifico y restó mérito a la obra de cantera del mismo.
En 1941 el Señor Cura Jaramillo finalizó la reconstrucción de la Parroquia, relevando a San José de este menester, siendo esta última vez, hasta hoy, en que fungió como tal, el propio Cura llevó a cabo importantes mejoras en él, entre otras el abovedamiento del salón anexo, en 1950, el cual era utilizado para enseñanza de la doctrina a los niños y sede de las reuniones de las asociaciones parroquiales.
El Señor Cura Miguel González Ibarra, que después fuera Obispo en Autlán y Ciudad Obregón, dio mantenimiento al Templo dejándolo en buen estado, sin embargo, algunos curas posteriores fueron abandonando paulatinamente el inmueble, los techos faltos de mantenimiento y reparaciones se deterioraron hasta caer definitivamente, presentando actualmente lastimoso aspecto. El templo por ley es propiedad de la nación y está bajo resguardo de la curia de Sayula y la diócesis de Ciudad Guzmán.
Análisis estilístico
"El templo es de tipología colonial, toscana. Su ornamentación es muy sobria, tiene dos portadas con un arco de medio punto, cornisas y pilastras adosadas a cada lado. El retablo existente es neoclásico y en la nave se puede observar la pintura mural que, aunque deteriorada, aún se conserva". (Arquitecto Francisco I. Orozco L encargado del proyecto)
Resulta necesario hoy, que este templo, monumento colonial, sea restaurado y continué brindando servicios a la comunidad, para seguir siendo parte de la identidad de Sayula, lo cual es lo que se pretende con la segunda etapa de la intervención de esta zona del centro histórico que incluye el ex Jardín de Niños Celso Vizcaíno que representa la primera etapa con la construcción del Centro Cultural el Páramo, que inició trabajos hace dos semanas, todo esto con recursos del programa federal PAICE y aportaciones de la Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado y el propio municipio; con un moto superior a los 8 millones de pesos. El proyecto completo en detalle será presentado próximamente a la opinión pública por autoridades locales, se espera que la remodelación y preservación del espacio y el antiguo edificio, estén a la altura de la importancia de esta iconografía arquitectónica de la identidad local y su pasado señorial.
(Fuentes: "La provincia de Ávalos", Federico Munguía C; y Arquitecto Francisco I Orozco López.)
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