Por Arturo Fernández Ramírez
Todo indica que la población sigue siendo víctima de las extorsiones, principalmente por la vía telefónica.
Es lamentable que desde hace más de una década sea este uno de los delitos que más ha crecido y que afecte a miles de familias que muchas veces sin tener dinero, piden prestado para "pagar" lo que les piden estos delincuentes.
Como lo hemos dicho, si bien la autoridad está obligada a garantizar la seguridad de todos, no podemos ignorar que en el caso de las extorsiones telefónicas es importante reconocer que para su abatimiento las propias víctimas deben poner mucho de su parte.
En efecto, el modus operandi de los extorsionadores se basa en obtener información elemental de las víctimas, la cual obtiene haciendo llamadas previas para saber quiénes viven ahí, en qué horarios están, cuántos miembros habitan el domicilio, entre otros.
Otras veces en la redes sociales nosotros mismos proporcionamos información de nuestras actividades, de los lugares en que estamos, entre otros datos que los delincuentes recopilan para sus fines ilícitos.
Entonces, una vez recabada la información por los delincuentes, inician a ejercer una presión psicológica en las víctimas haciéndoles creer que algún familiar está en peligro y sufrirá un daño si no se accede a sus peticiones.
Las víctimas entran en pánico, lo que facilita el trabajo de los delincuentes para al final obtener lo que quieren.
Y dado que la identidad de los delincuentes es anónima porque todo lo hacen a través del teléfono, una vez que logran su objetivo, resulta muy difícil dar con su paradero, al menos es más difícil que en otro tipo de delitos donde hay intervenciones personales y puede identificarse al presunto delincuente.
En pocas palabras, los delincuentes suelen utilizar con mayor eficacia las tecnologías, superando así a las autoridades que salvo en los altos niveles, normalmente su equipamiento es obsoleto.
Y si a lo anterior le agregamos la burocracia y corrupción que permea a las instituciones de seguridad pública, todo se agrava todavía más.
Por eso se afirma que la delincuencia es uno de los negocios más redituables porque se tiene cuando mucho el 5% de probabilidades de fracasar en virtud de estadísticamente solo este porcentaje es el que se logra castigar de los delitos que se denuncian, es decir, el 95% queda sin que se le finque responsabilidad alguna.
En fin, así está nuestro sistema de justicia, por eso es importante que nosotros como sociedad nos cuidemos y que en el caso de las extorsiones, evitemos a toda costa dar información personal a desconocidos, aunque a veces también a conocidos. Y que platiquemos con todos los miembros de la familia para establecer medios alternos de comunicación cuando los ordinarios por alguna razón fallen. Creo que solo así es como vamos a poder disminuir los altos índices de las extorsiones. O usted qué opina estimado lector. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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