sábado, 27 de agosto de 2016

                                          Nomás los recuerdos quedan
Por Rodrigo Carrión Grajeda


Cada vez que miro alguna fotografía vieja de nuestro también añejo municipio de Sayula que cada semana aparecen en este medio periodístico de Horizontes, la nostalgia y los recuerdos de antaño aparecen como arte de magia en mi memoria retornándome inmediatamente a más de cincuenta años atrás donde la vida de los usmajenses y sayulenses aunque con muchas carencias económicas para las mayorías resultaba más placentera y sobre todo fraternal entre sus habitantes, sin tanta zozobra o incertidumbre como el día de hoy se vive con tanta inseguridad. Al parecer la policía municipal de antes aunque comp uesta en su mayoría de personas mayores resultaba más eficaz que en estos tiempos modernos donde la nueva policía  la componen en su mayoría personas jóvenes, equipados con camionetas nuevecitas, radios de comunicación de largo alcance y sobre todo buenas armas de asalto y como si no existiera pues la inseguridad persiste.
    Lo digo porque durante aquellos años, pese a la edad de los guardianes del orden, en escaso número, armados con unos viejos rifles que en vez de disparar balas, los usaban de garrotes para someter a los borrachos impertinentes o simples pleitos entre barrios apoyados por unas tenazas hechas de varilla corrugada, el municipio en general era otro, pudiéramos decir tranquilo, donde se podía andar toda la noche si se quería  o por algún asunto de enfermedad o celebración familiar pues las calles por lo regular permanecían tranquilas,  a lo más algún perro o burro trasnochado deambulando buscando algo que comer.
Desafortunadamente los tiempos cambiaron pero no del todo para bien, afortunadamente ya no tenemos burros trasnochados, perros callejeros que desparraman las basura todavía se miran algunos por ahí y aunque  contamos con mejores cosas y algunos con bonitas y lujosas casas, alta tecnología que la ciencia ha puesto al alcance de nuestras manos, de muy poco ha servido dentro de las relaciones humanas y las buena convivencia, al contrario, ya que para poder  conseguir todo lo que nos ponen en frente quienes los ofertan continuamente, ponemos en riesgo nuestra propia integridad física sometiéndola a un tremendo estrés en el trabajo que día a día mina la salud del más fuerte.
    En ocasiones se consigue de mala manera principalmente delinquiendo en contra de su semejante todo por lograr las cosas que al final terminaran en la nada. La verdad que los tiempos pasados siempre serán mejores si tomamos en cuenta el tipo de juegos cuando niños donde el sudor y la tierra se conjugaban en nuestras frentes y manos pero felices sin temor de ser secuestrados o extorsionados por vivales como continuamente pasa en nuestro municipio. Nuestros padres después del duro trabajo ya por las tardes disfrutando de la familia en compañía de la jefa de la casa quien apurada remendaba nuestra ropa o platicando con la vecina a la calidez de la tarde en el barrio o colonia de la periferia.
 Ya por la nochecita después de todo el trajinar del bendito día cansados a la camita sin estar pensando en drogas o programas de sexualidad desenfrenada que actualmente están expuesta nuestra juventud en Internet  o en la programación que tienen en su propia casa con el dichoso  tele cable de paga. Lo dicho, nomás los recuerdos quedan de los viejos tiempo donde predominaba la honradez y las buenas costumbres ingredientes primordiales para lograr ser felices plenamente.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario