LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa
¿Qué es la política? Es una actividad inherente al ser humano, algún filosofo clásico incluso definió al hombre como un animal político; ahora bien, dado que la raíz de esta palabra es "polis" del griego, ciudad, política es lo relativo a la administración de la ciudad. El hombre es el único animal o ser vivo que no tiene un entorno natural, un medio ambiente dado por la naturaleza como en el caso de las plantas y los animales. En el caso del hombre el medio es la ciudad. Civilización, vine del latín "civitas" ciudad, los hombres viven en la ciudad, un medio ambiente artificial ordenado por leyes, acuerdos consensados por sus habitantes. Los animales habitan medioambientes naturales que cumplen las leyes de la naturaleza y son gobernados por los instintos. No es pues exagerado llamar al hombre un animal político, nuestra naturaleza, por ser seres raciónales y civilizados, es ser políticos.
Cuando acordamos conductas, reglas, leyes, ordenamos espacios, formamos grupos entre personas con intereses comunes, cuando decidimos metas comunes, cuando administramos recursos, cuando producimos información y conocimiento, cuando preservamos y trasmitimos nuestras experiencias a las futuras generaciones, estamos haciendo política, estamos ordenando nuestro medio ambiente y creando y recreando el mismo. Hacemos civilización, hacemos política.
Ahora bien, la calidad de esta civilización que creamos está en función de nuestra capacidad racional y experiencia. No es difícil llegar a la conclusión de que las comunidades más primitivas tenían organizaciones menos civilizadas, con menos política y más guerra. Porque al final la política es una sublimación de la guerra, es decir hacemos política para no hacer la guerra. Los derechos que nos hemos dado sólo por el hecho de ser humanos, surgieron de la política, no de la guerra; por ejemplo. Y entre más derechos existan en una civilización, más leyes los normaran y harán innecesario que las personas arreglen sus diferencias por medios violentos. Decía Hoobes que, al obedecer las leyes de la ciudad, obedecemos a nuestra propia razón, porque son producto de esta, no de los intereses de grupo impuestos a la fuerza, violentamente; no por el engaño y la superstición de la religión, sino por nuestra razón, consenso y acuerdo que implican el diálogo.
Para hacer política necesariamente se debe conocer, tener información de las leyes, de la organización del estado y de la teoría de este. Si bien la política es algo natural a todos como hombres, su ejercicio a niveles altos es necesario sea profesional, los políticos deben ser profesionales. El hecho que todos podamos hacer política no significa que todos podamos hacerla de tal modo que podamos regir, legislar o dirigir un estado, y como ejemplo allí está Peña Nieto o Donald Trump, no son políticos, por lo tanto, sus acciones van en detrimento del estado ¿cuál estado? el estado de derecho.
Vivimos en la era de lo no político, y es grave. Los políticos en un abuso de sus funciones, luego de que el liberalismo permeo el estado, se corrompieron, porque la finalidad de la verdadera política no es el dinero, es el estado, un estado que proteja al ciudadano en sus derechos, dictados por su razón. La razón política, no es la razón económica; mucho menos, la fe o el dogma. Cuando el dinero superó todas las instituciones de la civilización, de la ciudad podríamos decir, la política se corrompió a grados insostenibles y se ha puesto en peligro al estado y con ello nuestros derechos como ciudadanos en el paradigma democrático. El liberalismo económico es democrático sólo de dicho no de hecho, la democracia es su cuartada, pero una sociedad basada en la ganancia monetaria que implica clases sociales y divisiones entre quien tiene y no tiene dinero, no puede ser democrático en el ideal que todos nosotros hemos aprendido. En una sociedad de consumo, de mercado, no hay ciudadanos, hay consumidores, no hay derechos, hay intereses. Porque los derechos son valores comunitarios, los intereses crean privilegios que restringen los derechos.
No es que los políticos estén actuando mal, al menos prácticamente, lo hacen en función de un paradigma que niega el estado de derecho; el capitalismo, justifica el robo encubierto la explotación, el despojo y todo ello atenta contra los derechos individuales y comunitarios de los ciudadanos, de las mayorías; entonces, los políticos actúan en base al sistema que pondera la ganancia y como fin último el poder económico, el lucro. Por ello no les podemos pedir que sean congruentes, porque lo son, son congruentes a este sistema injusto que nos miente hablándonos de que es democrático.
Si queremos hacer política debemos entender las reglas del juego del capitalismo y del estado como paradigma democrático, sino entendemos nada de esto, no estamos haciendo nada, no estamos ayudando a nadie. Son buenas las intenciones de la ciudanía que hoy quiere hacer política, pero es completamente ignorante de lo que intenta hacer, actúan en función de una moral no de una política, sus líderes no son líderes de nada que se parezca a la política, por eso actúan confundiendo los intereses con el derecho: Es su interés que la gasolina, por ejemplo, siga subsidiada, no su derecho, y lo exigen como tal. Error. Desde el momento que se privatizó la energía con la reforma energética en México, el derecho sobre la energía que otorgaba el estado a la ciudadanía, paso a ser interés particular, así pues, no se puede exigir al gobierno que respete un derecho que no existe. En todo caso jamás hubiéramos dejado que pasara la reforma energética, y lo hicimos por ignorantes, ahora con la misma ignorancia exigimos derechos a los que renunciamos. Como dijimos, con la ignorancia no se construye civilización sino barbarie, ahora pues, exijamos con la barbarie los derechos que no defendimos en tiempo y forma, porque no hay otro camino.
Dice don Pepe Mojica, que quien quiera hacer dinero se dedique a fundar una empresa, no a hacer política porque la política es servicio. Esto tiene sentido en el paradigma de un estado de derecho, no de un estado liberal que renuncia a sus prerrogativas en aras de la riqueza particular y el progreso fundamentado en esta. Nos pasa algo parecido a lo que les pasa a nuestros vecinos del norte, quienes renunciaron a la rectoría de la economía por parte del estado, del interés común, en favor del interés particular, hoy dan marcha atrás y comienzan a querer retomar las riendas de la economía con un nopolítico, Trump. El discurso que triunfa es el de obligar a las empresas, a los intereses particulares desde el gobierno, a respetar los derechos de los ciudadanos gringos, viendo como este liberalismo y teorías de mercado estaban empobreciendo a las mayorías y enriqueciendo a muy pocos.
Ahora en México debemos pensar que no es con el buen actuar de los políticos como esto cambiará, porque en función de intereses económicos hacen lo que es, eso es la reforma del estado de EPN; sino en trasformar un sistema, y eso requiere lucha política, profesionales de la política, políticos que busquen los derechos colectivos de los ciudadanos, aunque se sacrifiquen las ganancias macro económicas. En esto, para hacerlo más sencillo, sólo hay de dos sopas, o se reparte equitativamente la ganancia económica o se concentra en unas pocas manos como hasta ahora. No es sólo que los políticos roben, es un sistema fundamentado en el robo, eso es lo que debemos combatir, no con políticos que no roben, por supuesto tampoco que roben, sino que busquen el derecho común, la igualdad de oportunidades, el combate de los privilegios. Y también, como antes, sólo hay de dos sopas o lo hacemos por medio de la política o lo hacemos por la barbarie, lamentablemente no depende de ganas sino de capacidad, de conocimiento, en otras palabras, de ser racionales y no ignorantes e impulsivos como masa amorfa y caótica.
Se vale el político profesional, no en el sentido que hoy entendemos la política sino en el que aquí ha leído, y el profesional, es digno de su salario. No con bajarle los sueldos a los políticos como ahora se argumenta esto se mejorará, al contrario, que el político que nos representa justamente a todos y de tiempo completo gane dignamente, y el que no, que se vaya a su casa o se busque otra actividad. Dividendo, insultando, acusando a los propios ciudadanos, no se fomenta más que la barbarie, ¿qué sigue, cacerías de brujas como en la edad media? ¿nombrar enemigos del pueblo a los que no apoyen como en los regímenes fascistas? Hacer política es convencer con argumentos, con dialogo y fines comunes. No hay política ni arriba ni abajo, ni en el gobierno ni en la protesta, hay dogmatismo, cerrazón, fanatismo y prepotencia. ¿Dónde están los derechos que debe respetar unos y otros? el derecho a disentir, por ejemplo, de no acusar sin pruebas, de demostrar sus postulados. Ser víctima de una injusticia no da derecho a crear más injusticia. Todo es válido en la política para preservar y fortalecer el estado de derecho, excepto, atentar contra este mismo estado (Maquiavelo). Eso es política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario