Por Arturo Fernàndez Ramìrez
Indudablemente una de las pocas (si es que hay otras) tradiciones prehispánicas que lograron sobrevivir a los 300 años de la dominación española, es el Día de Muertos.
Y lo más sorprendente es que aparte de mantenerse viva después de la conquista, fue aceptada y abrazada por la propia Iglesia Católica la costumbre de venerar a los seres humanos que ya fallecieron.
Es por ello que hoy el Día de Muertos es una gran fiesta de México en la que participan de manera activa no solo la Iglesia Católica, sino también la sociedad civil y las autoridades en general, ya que se considera una gran tradición que forma parte de nuestra cultura, surgiendo así la obligación de promoverla e impulsarla.
De esta forma, en templos, panteones, escuelas, domicilios particulares y en espacios públicos, los mexicanos se suman a este festejo cada 2 de noviembre, montando los altares en honor a quienes ya fallecieron pero que se considera todavía merecen ser reconocidos, bien por el aprecio que todavía se les guarda o porque dejaron un legado con el que se les continúa recordando.
Obviamente el Día de Muertos no se circunscribe al montaje de altares, sino que esta costumbre envuelve todavía más rituales, incluso muchos que no necesariamente son de carácter religioso, tal es el caso de las famosas calaveritas.
En efecto, las calaveritas son una tradición popular que consiste en una serie de versos en los que se conjuga lo chusco, la sátira, lo real y el humor. Los personajes públicos son el blanco de estas calaveras a través de las cuales se les puede cuestionar su actuar. Claro está que todo se hace con gran ingenio, siendo esto lo que se reconoce y lo que a la postre ha hecho tan populares y tan buscados estas versos cada Día de Muertos.
Como todo, hay algunos lugares en los que se tiene un mayor arraigo de esta fiesta al grado que no se limitan al 02 de noviembre, sino que organizan grandes festivales que duran varios días.
Michoacán es uno de los estados en los que el Día de Muertos está altamente arraigado, por lo que su festejo encierra toda una serie rituales.
En Jalisco desde luego que también se celebra este día, aunque se reconoce su arraigo en algunos municipios más que en otros.
Lo que sí es cierto es que los panteones de todos los lugares lucen llenos y obviamente el negocio de las flores es el que más florece en este día. Desde luego el comercio en general también se ve fortalecido.
En fin, el Día de Muertos es una tradición cuyos orígenes son de nuestros ancestros prehispánicos, por lo que bien vale la pena no solo celebrar, sino conservar, fortalecer y acrecentar. Después de todo, no debemos olvidar a nuestros seres queridos que ya dejaron este mundo terrenal. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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