martes, 9 de julio de 2019

Especial para Horizontes....
Historia del baño y servicios sanitarios que influyeron el Sayula del siglo XIX
Por Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula

En esta ocasión emprenderemos de qué forma cambió nuestra percepción del mundo el aseo personal y el manejo de los desechos del cuerpo humano en México   a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.  Estas costumbres, fueron  de origen europeo. Sobre los indígenas podríamos decir que, con respecto al aseo personal, las crónicas españolas hablaban de que era una costumbre mesoamericana bañarse tres veces al día, algo que los europeos veían hasta peligroso para la salud según sus costumbres. Los indígenas reciclaban el excremento humano y lo usaban como abono para sus cosechas, algo que a los españoles les resultaba repulsivo. En Sayula las letrinas y fosas sépticas eran de uso generalizado todavía en los años setenta del siglo pasado. Durante la colonia en Sayula se siguió la costumbre europea, la gente se bañaba poco y los más afortunados tenían letrinas limpias en sus casas, el contenido de las bacinicas se vaciaba en las calles durante la noche y los más ricos pagaban porque sus banquetas y letrinas se mantuvieran limpias, pagando a gente que a eso se dedicaba en Sayula.
A lo largo de la historia de la humanidad la satisfacción de las necesidades físicas y sus instintos, han sido alteradas por los mecanismos de control y represión, generados por las sanciones a las pautas de comportamiento social, haciendo que los sentimientos de vergüenza y pudor que los rodeaba se convirtieran en una costumbre para el individuo. El código social de comportamiento, impuesto por la sociedad, impacta de tal forma a los seres humanos que acaba constituyéndose en un elemento esencial de lo individual y se convierte en una especie de "segunda naturaleza". Y es justo en la satisfacción de estas necesidades, que se produce una dualidad en la vida de los hombres, ya que existe una faceta que puede ser pública, que puede ser visible en el trato con los demás y otra que no, que ha de mantenerse en secreto. Esta división que podríamos denominar pública y privada, acaba siendo tan evidente para el individuo, que se instituye en una serie de costumbres hasta tal punto dominantes, que ni siquiera se es conciente de ellas, asegurándose, en líneas generales, de coaccionar a los individuos y de sostener el grado de represión de la vida impulsiva en el comportamiento, que garantiza que las personas no rebasen los parámetros establecidos para dichas acciones. La exclusión de las necesidades corporales de la vida pública transformó de manera general las relaciones humanas, y con ello se inició un cambio en las necesidades de hombres y mujeres. El desarrollo de objetos y aparatos acordes con las pautas de evolución, por un lado, muestran la existencia de costumbres cambiantes y, por otro lado, sirven para la reproducción continua de las pauta's sociales, así como para su difusión. Por ejemplo en la actualidad se puede hablar con toda libertad de todo lo relacionado con el uso del baño y las necesidades corporales, a diferencia del siglo XIX. La naturalidad con que la gente exhibía el cuerpo desnudo en la Edad Media fue desapareciendo lentamente, época en que la satisfacción de las necesidades fisiológicas comienzan a ser reguladas y la sociedad reprime ciertas funciones al recluirlas en la intimidad, en el "secreto" de la vida de los individuos, haciendo que los sentimientos sociales frente a ellas sean de disgusto y repugnancia.
Fue en el siglo XVII donde se sentaron las bases religiosas y espirituales que impactarían en el comportamiento de los hombres de los siglos XVIII y XIX. Florece el refinamiento en la vida cotidiana, pero el baño no se visualiza como parte de la higiene y del cuidado del cuerpo. Entre otras causas, son los movimientos de Reforma y Contrarreforma los responsables de que en este período hubiera una gran negligencia sobre el cuidado del cuerpo, ya que se veía a la desnudez como un pecado y su asociación con el baño hacían de este último un problema. En el siglo XVIII, se observa un cambio en relación con el concepto del baño. Concepto que caminó en dos direcciones: a través de la medición y del interés por el "redescubrimiento de la naturaleza". El médico inglés John Foyler consiguió una fama considerable en ese tiempo, por el uso de baños fríos en las enfermedades, principalmente en la cura del raquitismo, por lo que defendió fuertemente la reutilización del baño frío por sus magníficos efectos terapéuticos.' Los médicos del siglo XVIII comenzaron a recomendar que la gente se lavara todos los días la cara, el cuello y las manos. En los textos sobre buenas costumbres de La Salle, en la segunda edición publicada en 1774, se aconsejaba frotarse la cara con un paño blanco, pero advierte que no es bueno empaparlo con agua, pues ésta hace que la cara se vuelva demasiado sensible al frío y al sol. Rosseau, con su proclama del "retorno a la naturaleza", también influyó en las costumbres de la sociedad del siglo XVIII y generó nuevas actitudes respecto del uso del baño. Sin embargo, estos cambios no influyeron en las sociedades cortesanas europeas que en comparación con el siglo XVII, había disminuido notablemente la resistencia al baño privado, a éste se le seguía considerando útil solamente para los casos de enfermedad. En los Estados Unidos de Norteamérica, el doctor John Bell publicó en 1850 su obra Hidrología Médica y Dietética, tratado sobre los baños que comprende: baños fríos, calientes, de mar, de vapor, de gas y de barro. También sobre régimen acuoso, hidropatía e inhalación pulmonar; con una descripción de los baños antiguos y modernos. El doctor Bell pretendía generar "una doctrina más satisfactoria y armoniosa de la higiene y de la terapéutica del balneario".' Gradualmente, el siglo XIX iría adquiriendo costumbres de higiene, a partir de las experiencias de las sociedades europeas que aprendieron a controlar las enfermedades que hasta entonces no conocían freno…Para la satisfacción de necesidades corporales, se inventó el retrete e inodoro de válvula en Inglaterra en el siglo XVIII, y aunque los ingleses aceptaron el retrete de agua corriente como una novedad, su uso se generalizó primero en Francia. Aunque la letrina surgió en Europa con las sociedades antiguas, a la caída del Imperio Romano de Occidente se pierde la costumbre generalizada de su uso, debido a que las culturas invasoras del norte no habían creado la necesidad de utilizar un producto en sus actividades fisiológicas. Con el establecimiento de los monasterios católicos, como "guardianes de la cultura de Occidente" durante la Edad Media se rescató el uso de las letrinas, y se incorporó un sistema de drenaje por medio de una corriente natural de agua que pasaba por debajo de éstas. No es sino hasta el siglo XVIII cuando aparece el retrete con uso de agua corriente. Los modelos iniciales consistían en recipientes cónicos o semiesféricos de donde eran arrastrados los excrementos para caer por medio de una válvula, a un sifón que conectaba con la cañería. Estos retretes tuvieron poco éxito, debido a que dejaban pasar los olores de la cañería que resultaban insoportables. En 1775, Alexander Cummings, un relojero de Bond Street, patentó su modelo de retrete en el que ya se encontraban algunos elementos del modelo de válvula moderno. Tenía un depósito superior de alimentación de agua, un céspol en forma de "U" que no permitía el paso de los olores y quedaba un sobrante de agua en la taza. Este modelo es el primer retrete inodoro…
 El uso del retrete fue adaptándose paulatinamente por la sociedad del siglo XVIII, por lo que todavía seguía siendo muy común el uso de las letrinas, cuyo contenido era vaciado por "poceros" a quienes se les llamaba "hombres nocturnos", debido a que recogían los desechos de las casas a las horas en que las calles estaban desiertas. También durante este siglo se producen una serie de sofisticados objetos para la satisfacción de las necesidades corporales y el aseo personal. Éstos, como en el caso de la bañera o el lavabo, eran muebles que eran usados en los dormitorios como auxiliares. Dentro de los más populares encontramos el orinal, que se escondía en un pequeño mueble llamado "cómoda de noche". Los orinales se utilizaban en las recámaras, pero también se acostumbraba colocarlos en el comedor o detrás de los huecos de las contraventanas, para el uso de los caballeros que bebían. El orinal consistía en una vasija grande con cuello estrecho y boca ancha. Generalmente eran de cristal, aunque en algunas ocasiones los hacían en barro cocido o metal. Por esta época aparece la bacinica, que podía ser de latón, peltre, cobre, plata u oro y se utilizaban en el dormitorio para las necesidades fisiológicas que se pudiesen presentar durante la noche, evitando que la persona tuviera que bajarse de la cama y salir a donde se encontraba la letrina o retrete. Estos recipientes tenían forma de taza, con el borde redondeado hacia fuera y con una o dos asas para su transporte. Otro objeto característico de la época fue el bidé, anunciado y vendido en París como un objeto de aseo, con el nombre de "bidets a seringue". Al principio el bidé se guardaba en el cuarto tocador, posteriormente, al ocultarse en pequeños muebles es trasladado al dormitorio. El uso del bidé se recomendaba para los lavados de asiento y tuvo gran éxito en Francia e Italia, aunque no fue bien aceptado en otros países europeos. Poco después se generalizó su uso en algunos países de América, como México, Chile y Argentina…
Al concluir el siglo XIX era evidente que contar con un cuarto de baño con agua corriente caliente y fría en la casa habitación, era un objetivo deseable que se heredaría al siglo XX. Pero, todavía en 1900 el cuarto de baño seguía siendo un lujo de las clases privilegiadas. Los muebles de baño no habían alcanzado una forma estándar y su producción continuaba siendo muy costosa. Tampoco era satisfactorio el sistema de conducción y calentamiento del agua, además de no contar con accesorios bien ideados. La bañera pasó de ser un mueble que se instalaba en el dormitorio o la cocina para el baño, a ser un objeto estable dentro de una habitación destinada especialmente para su uso, rodeada de una compleja red de tuberías que abastecían de agua corriente y drenaban el agua sucia….
 Durante las dos primeras décadas del siglo XX, las sociedades europeas adoptaron el cuarto de baño inglés, cuya ubicación dentro de la casa dependía de las posibilidades de ocupar una de las habitaciones disponibles y de la facilidad para la instalación de los servicios de agua y drenaje. El retrete y el lavabo no formaban parte de esta unidad, por lo que se destinaban otro espacio para la instalación de estos muebles. La disociación entre el cuarto de baño y el cuarto de servicios sanitarios, todavía subsiste hoy en día en la mayoría de los países europeos. Luis Soto Walls/UAM Azcapotzalco

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