domingo, 28 de octubre de 2018

De nuestro Álbum de los Recuerdos

El pan de "Genarito"

En la foto del recuerdo de Horizontes, podemos ver una foto que mucha nostalgia de la buena les provocará a igual número de paisanos que viven en los Estados Unidos o cualquier otra parte del país o del mundo, el horno donde se elabora el pan de “Genarito” como la gente lo identifica en Sayula.
Don Genaro Peregrina, les legó a sus hijos y su familia, el secreto de su elaboración, por lo que el “birote” lo elabora y hornea personalmente, su hijo Hernán Peregrina, tal y como lo vemos en esta gráfica para el recuerdo. Un horno tradicional, “a la antigüita”, es lo que identifica la elaboración del pan de “Genarito” que de sobra está comentarlo, es uno de los más vendidos en las tiendas de todo tipo en la ciudad. (Fotografía: HRV)
*Talan las palmeras del jardín
"no manchen"

Y DE ULTIMA HORA.- Al cierre de la edición pudimos observar que están talando las palmeras del jardín principal, al menos la de la foto de Horizontes ya pasó a mejor vida. No entendemos cómo la idea es rehabilitar dicho jardín pero tumbando plantas no parece ser la mejor manera, comentaron a este semanario personas quienes al pasar por el lugar reprocharon el que se eliminen plantas ya de este tamaño. El árbol recientemente echado abajo en la colonia de Guadalupe, un enorme tabachín, si bien ya representaba un peligro de venirse abajo, de cualquier manera fue responsabilidad de no haberlo podado a tiempo.
Especial para Horizontes...
La leyenda de Teófilo Pedroza, autor
de los versos del Ánima de Sayula
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 


El licenciado Teófilo Pedroza, autor de los versos del ánima de Sayula, nació en Zamora Michoacán en el año de 1833 y se tituló de abogado en 1858 según la investigación del periodista mexicano  Alfredo Jiménez (autor de "Picardía mexicana"). Otra Versión dice que Pedroza no fue abogado, sino un desertor del seminario diocesano de Zamora que apenas terminó la enseñanza secundaria y se dedicaba a hacer trabajos en los juzgados. Según el periodista michoacano Enrique Martínez Ocaranza, Teófilo no nació en 1833, sino en 1871 en Tingüindín, Michoacán; y cita como fuente a su propio padre Antonio Martínez Godínez, que conoció a Fernando Pedroza, el hijo de Teófilo Pedroza, más no a este (que podemos inferir ya había muerto), y asegura él proporcionó estos datos, además de contarle que su padre Teófilo, trabajó en los juzgados de Zapotlán, Tamazula y Sayula  entre 1887 y 1896.
Martínez Ocaranza relata con emoción que cuando alcanzó la mayoría de edad y empezó con la afición de escribir con alguna jocosidad, su padre Antonio Martínez Godínez, en el año de 1938, le contó lo siguiente:
"Fernando (Pedroza) que era mi íntimo amigo, allá por el año de 1909, en la Ciudad de Zamora, me contó que su padre [Teófilo], después de no haber terminado la carrera sacerdotal, tomó empleos de gobierno que lo llevaron de uno a otro confín de Jalisco y Michoacán." 
 José Raúl Huanosto Gutiérrez quien fungía como Director de Comunicación del Ayuntamiento de Tingüindín en 2010, le dice al investigador Enrique Ceballos Ramos:
 "Teófilo Pedroza fue originario de este pueblo y sus padres se lo llevaron a vivir a Zamora durante los años 1876-1877, siendo pequeño, a los 5 o 6 años. Un hermano de su padre de nombre Francisco conocido como Pancho, se quedó a vivir en el pueblo de Tingüindín y tuvo cuatro hijas todas solteras: Agripina, Josefina, Ma. Dolores y Ma. de Jesús, que eran primas hermanas de Teófilo quien seguía visitando el pueblo y llegaba a la casa de su tío Pancho ubicada en Juárez núm. 57…"
Sin embargo, el investigador no encontró evidencias del nacimiento de Teófilo Pedroza en ese pueblo, ni en las fes de bautismos, ni en las listas de nacimientos en la iglesia local, pero en cabio encontró en los archivos citados gente de apellido Pedroza.
Martínez Ocaranza abunda en cuanto al autor y su obra, según lo que su padre le contó:
"En Zamora, Teófilo dio por terminada su obra, y lo más ingenioso de él fue que, necesitando con premura algún dinero, se valió de su amigo Bernardo Anaya, dueño de una imprenta, y la obra fue reproducida en un pequeño cuadernito con un dibujo en el que aparecía un fantasma en el panteón llevando dos bolsas de dinero. Y aquí tienes, decía mi papá, que Pedroza, el impresor Anaya y los ayudantes de éste, un domingo se pusieron en el atrio de la Catedral, a la salida de la misa mayor, y empezaron a gritar: "La Novena del Ánima de Sayula". ¡La Novena del Siglo Veinte! A veinte ¡A veinte centavos!
Vendieron por millares aquellos cuadernitos, hasta que un feligrés puso uno en las manos del Señor Obispo, Licenciado Don José María Cázares, quien, de inmediato y conociendo el buen humor y talento de Teófilo Pedroza, lo hizo llegar a su presencia. Has hecho algo grande Teófilo. Tu historia y tu ingenio son algo muy bonito, y tan alegremente llevado en ese tema tan profano, que indudablemente alcanzará fama muy pronto. Pero, Teófilo: ¿Por qué ese ingenio, esa gracia, ese talento poético, no lo utilizas en algo que sirva a Dios, y no al diablo que te inspiró semejante historia?"  En 1971 centenario del supuesto nacimiento de Teófilo Pedroza, Enrique Martínez Ocaranza, envía unos ejemplares de su publicación El Paredón a su amigo el médico zapotlense Juan José González Moreno, quine publica su carta junto con los versos del Ánima de Sayula en un apéndice de su libro "Y mi pueblo Zapotlán se hizo Ciudad Guzmán" publicado en Guadalajara, Jal., en 2001 por Editorial Amate. La carta dice lo siguiente:
 "Mi viejo amigo:
Te envío algunos ejemplares de esta edición para que entre tus amistades, a la hora de las once y al calor y la euforia de esas tardes alegres de los pueblos, me hagas favor de proponer su venta, ya que el Ánima de Sayula no debe faltar en los archivos de quienes saben que la risa es el mejor alimento del alma. Dejas un ejemplar para tí, y el cual te dedico por este "favor tan sencillo", y el importe de los que vendas me lo remites así: Enrique Martínez Ocaranza -Lista de correos Tepalcatepec, Mich.
Lo que he hecho esta vez no es cosa del otro mundo; pero con ello quiero realizar mi "pequeña obra maestra", al editar 40 números de mi "PAREDÓN", en donde he vaciado mis anécdotas, mis cuentos, mis versos y toda esa gama preciosa que he recogido en mi peregrinar por los pueblos de Michoacán.
¡Muchas gracias!
 Enrique Martínez Ocaranza"

Otra investigadora de la U de G, Clara Cisneros Michel del centro de estudio literarios, dice los siguiente sobre Pedroza el autor del Ánima de Sayula:
"En tanto al creador de los versos que inmortaliza la broma, el abogado michoacano Teófilo Pedroza, se cree que, a fines del siglo XIX, se encontraba en Sayula contratado por el municipio y así fue como se enteró de la broma e inició su famoso poema del cual se conocen varias versiones, la más completa comprende cincuenta y nueve cuartetas. Años más tarde regresó a Zamora, en donde en 1897, retoma su poema y lo concluye en un lugar conocido como el rancho o la haciendita El ratón. El doctor Raúl Arreola Cortés, en su obra La poesía en Michoacán afirma refiriéndose a Teofilo Pedroza: ´…También era amigo de Margarito García propietario del rancho El Ratón, lugar donde Pedroza escribió El ánima de Sayula en el año de 1897.´  Coincide en señalar 1897 como el año de creación, el cronista de la ciudad de Zamora don Francisco Elizalde, quien afirma: ´Se sabe que a su regreso de Sayula, el licenciado Pedroza, comenzó a redactar los famosos versos de El ánima de Sayula que estrenó en 1897 en una tertulia organizada por don Perfecto Méndez Padilla, en un lugar conocido como la haciendita El Ratón.´
Quien supuestamente inspiró la broma, el boticario Blas Mejía Granados y por ello fue coautor involuntario junto con Pedroza de los versos del Ánima de Sayula, se sabe: "Blas Mejía Granados, mejor conocido como Blasito, era propietario de una farmacia ubicada en el Portal Allende en el centro de Sayula. Fernando Terríquez Velasco, de Tonaya, lo recuerda en sus memorias :´En ese tiempo vivía en Sayula Blasito Mejía, criollo, nacido en Tonaya que tenía una farmacia en Sayula (un diablillo que lo conocía y lo frecuentaba todo Sayula, por lo que continuamente no dejaba de tener allí en su establecimiento una gran reunión de amigos que jamás lo dejaban solo).´
Blas Mejía, nació en 1856 y murió en 1943, llegó a Sayula en 1887.
Hasta aquí las citas de investigadores. El lector se puede dar cuenta fácilmente que lo arriba citado, llega a contradicciones y las fechas no coinciden, estando más cerca de la leyenda que del hecho real. Mientras los versos del Ánima de Sayula, no son una leyenda como no lo es ni le Quijote de Saavedra, ni Romeo y Julieta de Shakespeare o el poema El Cuervo de Edgar Allan Poe, por ser obras literarias y no mitos. El verdadero mito es el del autor de estos versos octosílabos y su origen. Se encuentra a un Teófilo Pedroza como abogado titulado en 1858, pero una versión oral de una persona que conoció a su hijo Fernando en 1909, dice que no fue abogado sino ayunte de juzgado nacido en 1871 en Tingüindín, Michoacán, pero no hay documentos que lo prueben. Llegó a Sayula entre 1885 y 1896 escribiendo aquí la primera parte de sus versos del ánima; pero no parece creíble que un muchacho de entre 14 y 16 años fuera ayudante de juzgado con experiencia entonces. Una versión dice que regreso a Zamora en 1897 para terminar su obra del Ánima de Sayula y la presentó en la fiesta de un amigo suyo, la otra dice que por una apuración de dinero la hace imprimir a un amigo como decima y la vende en los atrios por 20 centavos. Llama poderosamente la atención que el Obispo de Zamora le aconseje usar su talento para honrar a dios y no en crear historias inspiradas por el diablo, lo cual habla de dos cosas, uno Pedroza era joven cuando el obispo le aconseja como a un escritor novel con talento y no un viejo de 70 años si es que naciera como dice una de las versiones en 1833; por otro lado es contundente cuando el prelado dice  que no debería usar su talento para inventar historias inspiradas por el Diablo, con lo que se entiende que aquello, no sucedió nunca, como se asegura que fue, al ser inspirado el poema por una broma en Sayula donde no se ha podido comprobar la presencia de Teófilo Pedroza entre 1885 y 1897. La carta de Enrique Martínez Ocaranza a Juan José González, evidencia el entusiasmo y la ambición de este frente al tema lo que hace dudar de sus datos. Blas Mejía Granados "Blasito" boticario de Sayula llegó a Sayula en 1887 cuando Teófilo tenía 12 años, si es que nació en 1871 o cuando tenía 54 años si es que nació en 1833. Murió en 1843, "Blasito", cuando ya el Carnaval de Sayula era todo un suceso e incluso se dice escribió los primeros testamentos del mal humor, que imitan los versos del Ánima de Sayula, cuyo personaje principal es el propio Apolonio Aguilar, sin embargo y a pesar que, la llegada de los versos del ánima a Sayula fue un suceso trágico para los sayulenses al suscitarse hasta muertes por los ofensivo   que resultaron estos, traídos por el 38 regimiento de Caballería desde Zamora en 1924; no se recuerda ni sabe que se haya pronunciado el popular Boticario al respecto, pese a que se supone que había conocido de primera mano a sus personajes siendo él miso uno de ellos. Algo raro era que no recordase, siendo uno de los personajes bromista, el abogado Joaquín Camberos Vizcaíno, hombre de gran cultura, que narraba episodios de la Historia Universal y gran memorista también, recitaba trozos selectos de sus obras clásicas preferidas: El Derecho Romano y las Pandectas, según Federico Munguía. Era imposible que hubiera olvidado la anécdota del Ánima acaecida 27 o 30 años atrás, a la llegada de los versos a Sayula. Teófilo Pedroza verdadera leyenda, cuya figura hasta el día de hoy es tan escurridiza que propicia alrededor de si misma los elementos del mito.