martes, 9 de enero de 2018

Especial para Horizontes...
Vine a Sayula porque me dijeron que aquí vivía
 mi padre, un tal Nepomuceno Pérez Rulfo
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Juan Rulfo, cuyo verdadero nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, nació, pese a toda la controversia, según indican las evidencias historiográficas, en la ciudad de Sayula, Jalisco el 16 de mayo de 1917. Murió en la ciudad de México el 7 de enero de 1986. Fecha esta última que será recordada en su natal Sayula, con un programa cultural este fin de semana por autoridades municipales y personas y grupos interesados en la cultura de este municipio.
La figura de Rulfo en Sayula causa controversia fuera de aquella que versa sobre su real lugar de origen, del cual parece que para el caso se asume como un hecho su nacimiento en la ex Alcaldía de la Provincia de Ávalos de la Nueva España. Para algunos sayulenses es una figura gris por el hecho de haber negado su ciudad natal. Afortunadamente hoy en día el hecho es de menor relevancia para las nuevas generaciones de sayulenses y los esfuerzos por reconocer el legado de este escritor considerado de los más importantes del mundo en el siglo XX, en su lugar de nacimiento, comienzan a rendir frutos.

Por supuesto, a lo que algunos entienden como un desprecio ingrato del escritor para con Sayula, se le trata de oponer una figura de tamaño análogo que compense tal desplante. Cosa fuera de lugar y al mismo tiempo inútil en su fin; Rulfo es un grande de las letras de la tradición hispanoamericana sólo comparable a Cervantes, opinan muchos expertos. Sin embargo, el orgullo herido de algunos locales en este sentido, sólo lo es por desconocimiento y corta visión.
Una lectura de la obra y vida de Rulfo, a fondo, nos permite acceder a un significado más íntimo de sus metáforas. Aunque él en vida negó que su obra contuviera referentes autobiográficos, la lectura cuidadosa de esta al ser contrastada con su biografía, parecen señalar en otra dirección, sin que con ello se llegue a deducir que la obra de Rulfo es estrictamente una autobiografía. Los elementos de ficción, se entre tejen con las experiencias del autor hasta crear un entramado donde sólo echando mano de un cuidadoso análisis, se puede en parte, separar la amalgama visualizando a estos por separado.
Existen en la obra "Pedro Páramo", principalmente, pasajes que remiten a la vida de Rulfo de forma evidente, de la misma manera sus personajes encajan con personas reales en su biografía. Su madre, su padre, sus abuelos paterno y materno, y el mismo Comala, y no nos referimos aquí a Comala, Colima.
 "- Mataron a tú padre…- ¿Y quién te mató a ti madre?" Escribe Rulfo en una reminiscencia de su propia biografía, su padre fue asesinado cuando él era niño, poco después murió su madre víctima de aquella pena. La omnipotencia del personaje Pedro Páramo de la novela, dueño de vidas y tierras, parece referir a sus propios abuelos, don Carlos Vizcaino (Apulco) y don Severiano Pérez (Sayula). Ambos hacendados con riqueza y poder relevante en el Sur de Jalisco. Don Carlos tenia tanto dinero que podía darse el lujo de viajar a Roma en aquel tiempo, principios del siglo XX, cuando los viajes se hacían en barco y duraban meses, costando una fortuna; y no sólo eso, tenía la capacidad de construir de su propio peculio una iglesia de tamaño regular para su hacienda. Don Severiano Pérez Jiménez de Sayula, fue un vecino acaudalado con haciendas en toda la región, quien podía pagar una fiesta de tres días para el pueblo, como aquella ocasión que se celebró la llegada del ferrocarril a Sayula. Don Carlos y Don Severiano, hacendados importantes, casaron a sus hijos Nepomuceno y María el 31 de enero de 1914, en la usanza tradicional entre hacendados: para unir fortunas y crear alianzas de poder regional; tal como el matrimonio de Pedro Páramo y Dolores Preciado, los personajes de Juan Rulfo en su novela Pedro Páramo. Si uno estudia las personalidades de Nepomuceno Pérez Rulfo y María Vizcaino Arias, encontrará paralelismos con los personajes de la novela.  Estos personajes no se ajustan totalmente a los referentes reales, claro está; siguen arquetipos del contexto histórico social en el que se enmarcan las personas reales citadas; pero, y esa es la genialidad de Rulfo, dentro de un universo creado por el autor con fines profundamente estéticos cuyas metáforas hacen de la obra narrativa un poema en consecuencia.
Si la construcción de los personajes de la obra de Rulfo es ya motivo de admiración, el pueblo, que según él mismo es el personaje principal de su Pedro Páramo, lo es aún más: Juan Preciado el hijo de Pedro Páramo y Dolores Preciado, que en la novela va en busca de su padre a Comala, no hace falta deducciones sofisticadas para inferirlo, es un alter ego de Rulfo. Juan Preciado va al lugar donde nació a buscar a su padre que no conoció, enviado por su madre que ha muerto. La relación de Juan Rulfo con Sayula era análoga a la de Juan preciado con Comala. Rulfo alguna vez vino a buscar a su padre a Sayula, al lugar que era su origen pero que no conocía. Ese reclamo que escribiera: "¿Y quién te mató a ti madre?" pesó mucho en la vida de Juan Rulfo, lo confesaría en una entrevista para la televisión española, alguna vez, dice allí, se sintió dolorosamente abandonado en su niñez. Juan Rulfo identificaba a Sayula con su padre, lógicamente, luego pues con su muerte, consecuentemente con el dolor de su orfandad y abandono del que declararía en la entrevista citada, nunca se pudo desprender. La descripción luminosa que hace Rulfo de Sayula al comenzar su novela, con las palomas, el sol de la tarde reflejándose en las paredes y los gritos de los niños que juegan, hace allí mismo contraste con el lúgubre Comala al que llega su personaje Juan Preciado. Y es precisamente en este lugar que se entiende el leguaje intersubjetivo de Rulfo: Comala es Sayula. Comala es el Sayula oscuro de la orfandad de Rulfo, es el pueblo al que llega buscando a su padre, al que asocia con su muerte y la muerte de su madre, con el abandono y dolor que no lo dejó jamás. Para Rulfo Sayula tiene dos caras, la que describe y que es producto de sus recuerdos de niño cuando vivían sus padres, llena de gritos de niños que juegan y poblados sus tejados y cielo de palomas; y la Sayula posterior a la muerte de su padre, la oscura Comala, llena de susurros culposos, de muertos en las sombras y recovecos, ese Sayula que decía no conocer "Es que aquí no conozco a nadie", le diría alguna vez a don Federico Munguía cronista entonces de este municipio. En contraste con Comala, Sayula es un lugar de clima agradable, comunicado, poblado, con un centro histórico bellísimo que data de la colonia; pero para los tiempos en que Rulfo ya adulto vino a buscar a su padre, aun el silencio era en ciertas horas del día, cotidiano en Sayula: en el atrio del santuario podía uno escuchar al medio día el silbido del viento entre los escasos pinos que por ese lugar crecían, en la plaza principal se podía escuchar a la misma hora el tenue canto de unas palomas de monte que en Sayula les dicen torcacitas, y seguramente a esa hora del ángelus los murmullos de los muertos que describe Rulfo. En eso coincidían el Comala rulfiano y  el Sayula real, en el silencio.
Hasta la fecha los familiares de Juan Rulfo, como él y aun menos, no conocen Sayula, pese a sus orígenes. A diferencia de él, fueron a buscar a su padre, pero no a Sayula. Consecuentemente el origen del mito original, luego del poema épico que se volvió la obra maestra de la literatura Iberoamericana, pero sobre todo para ellos, el referente a la raíz de una familia, los Pérez Rulfo, Sayula, queda hoy un poco al margen de la figura de Juan Rulfo como ícono cultural contemporáneo. Juan Rulfo vino alguna vez a Sayula buscando a su padre, un tal Juan Nepomuceno Pérez Rulfo.

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