martes, 14 de enero de 2020

La Política y Juan Rulfo. 
Por Rodrigo Sànchez Sosa
"-¡De que el temporal es bueno, hasta los troncos retoñan! -le dijo ella. Y añadió-: Creí que ya no te volvería a ver, gallero." (El Gallo de Oro);    "Sólo yo entiendo lo lejos que está el cielo de nosotros; pero conozco cómo acortar las veredas. Todo consiste en morir, Dios mediante, cuando uno quiera y no cuando Él lo disponga.";  "… El abandono en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro"  "-Han matado a tu padre. -¿Y a ti quién te mató, madre?...";  "-¿Para dónde va? -Va para Sayula. -Imagínese usted. Yo que creía que Sayula quedaba de este lado. Siempre me ilusionó conocerlo. Dicen que por allá hay mucha gente, ¿no? -La que hay en todas partes. -Figúrese usted. Y nosotros aquí tan solos, desviviéndonos por conocer aunque sea tantito de la vida." (Pedro Páramo)
"Era la hora en que los niños juegan en las calles de todos los pueblos, llenando con sus gritos la tarde. Cuando aún las paredes negras reflejan la luz amarilla del sol. Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer, a esta misma hora…había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer." (Pedro Páramo)
"El camino de las cosas malas es oscuro. Eso dice el señor cura... Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía está a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día."  (Macario, El Llano en Llamas)
"-Apréndete esto, hijo: en el nidal nuevo, hay que dejar un güevo. Cuando te aletié la vejez aprenderás a vivir, sabrás que los hijos se te van, que no te agradecen nada; que se comen hasta tu recuerdo."  (Paso del Norte, El Llano en Llamas)
Hace casi 103 años nació Juan Rulfo en Sayula. Hace 34 años un 7 de enero murió en la ciudad de México; desde entonces, sus pasos y mormullos se siguen oyendo entre los portales, templos, atrios y casas de nuestro municipio, porque los pasos de Rulfo son los nuestros, porque los murmullos de Rulfo salen de nuestros labios, porque hemos vivido sepámoslo o no, los últimos 100 años con Rulfo, nuestro Rulfo.
No nos quería, dicen por ahí, y lo han dicho tantas veces que ya se volvió una "verdad", de esas que se inventan los que no lo querían a él:
"Yo quiero mucho a Sayula y ese tal por cual nos ningunió, ese no se merece nada aquí en Sayula, ni el recuerdo siquiera, mucho menos homenajes"; "Nos pintó como depravados, asesinos, sinvergüenzas e ignorantes en sus cuentos, nos "quemó" en todo el mundo, por eso no lo queremos por acá…"; "¿Juan Rulfo? No señor no lo conozco, dice usted que escribió ¿Qué?..."; "Pregúntele usted a don fulano, ese que vive allí en los portales del centro, él lo conoció bien y cuenta que el tal Rulfo fue mal agradecido y desdeñoso con el pueblo, nunca quiso a Sayula pues…"; "¿Que si he leido a ese fulano? ¡no´mbre! ¿Para qué?…ni lo leeré?
El genio de la literatura mexicana conocido y respetado en todo el mundo, depreciado por su propia gente a la que dibujó en su literatura en la crudeza existencial de la condición humana, Este fenómeno no puede explicarse sin atender a la historia de nuestro municipio, ni siquiera es necesario ir muy lejos en esta para entenderlo. Recordemos los años ochentas del siglo pasado, el jardín principal los domingos. Donde la gente como en todos los pueblos, sociabilizaba dando vueltas alrededor del Jardín principal de la población. Todos recordamos como en el centro de este, tal como estaba antes, junto al quiosco, existía un espacio exclusivo de la elite social; mientras, el resto de la gente, los pobres, eran confinados a un espacio fuera de éste. Era un orden social no cuestionado y aceptado por todos: la segregación social. Había dos Sayulas, el que daba vueltas por dentro del espacio de la plaza de armas y el que daba vueltas por fuera ¿A cuál de estos dos Sayulas negaba Rulfo? No olvidemos que hasta el mismo Rulfo reconocía pertenecer a una elite económica del sur de Jalisco, a los hacendados. Fue, Rulfo, descendiente de hacendados sayulenses y de san Gabriel: Los Pérez-Rulfo y los Vizcaíno, respectivamente.
Rulfo le cuenta la historia de los hacendados del sur de Jalisco a Juan Villoro y le dice que luego de la revolución y la cristiada aquellos hacendados, desparecieron y quienes los substituyeron en el poder económico y político eran arribistas que ni siquiera sabían trabajar la tierra. Esto nos hace inferir cuál era  el Sayula que no quería y denunciaba Rulfo, y con el cual no se identificaba; curiosamente, el personaje de Pedro Páramo, el cronista sayulense Federico Munguía QPD, lo identifica con José Bobadilla, un personaje real de la historia de Sayula que bien podría ajustarse a lo que entendemos como arribista social: sin fortuna alguna, este personaje del siglo XIX en Sayula, se casa con una de las mujeres más ricas de la región Paula Gutiérrez (¿Dolores Preciado?) y muere tal como Pedro Páramo en la novela de Juan Rulfo, asesinado por un peón a puñaladas, mientras estaba sentado fuera de su casa.
Luego pues se comienza a entender a Rulfo, sólo quienes no lo han leído, podrán opinar lo contrario, la denuncia y el menosprecio de Rulfo era hacia una clase social excluyente de Sayula, no hacia el pueblo en general, sus cuentos y novela lo ventilan claramente, allí la descripción del pueblo de Sayula es luminosa y hermosamente poética, y la crítica social hacia los caciques locales es lapidaria. Sin embargo, el control político y económico del poder en Sayula se dedicó a difundir este estigma sobre Rulfo, de que este no quería y negó a Sayula por desprecio a su gente o por avergonzarse de esta. No, nada más lejos de la verdad y más cerca de la mentira convenciera del clasismo sayulense, en todo caso a quienes no quería ni quería verse asociado a ellos, era a cierta elite social . Y mal se hubiera visto el autor de Pedro Páramo haciendo migas con gente que practicaba abiertamente la exclusión social a finales del siglo XX, en Sayula, caso del jardín estratificado según la condición social de los ciudadanos que arriba citamos, que pinta de cuerpo entero a los poderes autoritarios de entonces que replicaban el orden colonial anacrónicamente para justificarse.
Actualmente resulta paradójico que el estigma homofóbico de Sayula, producto de los versos del ánima de Sayula, que molestaba tanto a los sayulenses haya sido superado y nos resulte más cómodo este personaje que hasta hace poco nos indignaba; mientras que persiste el estigma clasista contra Rulfo. Esto habla de dos cosas, una en Sayula se lee poco, y dos, el poder en Sayula tiene la misma inercia de los valores clasistas del siglo pasado en  pleno siglo XXI. Reivindicar a Rulfo significa una justicia social que, aún no se ve con buenos ojos entre quienes poseen el real poder económico y político en Sayula. La apatía, que no es más que menosprecio velado hacia el autor de la mejor novela latinoamericana del siglo XX, hoy es regla y aunque se disfrace de asunto esencialmente político, un análisis más profundo apunta hacia otro lado: el clasismo en Sayula goza de buena salud y condiciona al poder.

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