miércoles, 29 de julio de 2020

El ex Jardín Celso Vizcaíno, desde el Siglo
 XVI manzana de la discordia social
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

   Cuando se fundó el actual Sayula este predio en especial jugó un papel importante, fue desde ese lugar que se trazó la ciudad, allí debió de darse la ceremonia de fundación, leyéndose la célula real que lo ordenaba, con la presencia de Andrés de Urdaneta, que era el alcalde Mayor de Sayula y los Pueblos de Ávalos así como del visitador real, representante de Rey de España y el Virrey de la Nueva España. El atrio del cual era parte ese terreno corría desde la hoy calle Prisciliano Sánchez hasta la avenida Vallarta, servía de acuerdo la trazo de aquella época de muralla protectora, como si fuera un castillo de la Villa de Sayula, no existía la calle Juárez en el tramo desde Constitución hasta Ávila Camacho, ni el tramo de la calle cinco de mayo entre la hoy calle Independencia y Ávila Camacho como existía hasta los años ochenta y desde 1882 que se remodeló el trazo colonial de Sayula.

Apenas esta semana pasada se da a conocer un documento que exige a la autoridad por motivo de interés público y citando la ley, que ese predio sea limpiando del escombro que ha exhibido desde ya casi un año, por la demolición ilegal del edificio del ex kínder Celso Vizcaíno, considerado por la ley patrimonio estatal y por lo cual la Fiscalía del Estado, ordenó que el predio no fuera intervenido luego de su demolición ilegal  para deslindar responsabilidades. Más de 300 firmas exigen que esta orden judicial se desobedezca por motivos de salud pública y por así convenir a los intereses de vecinos y comerciantes.
Resulta interesante observar que, tal predio del centro histórico en las condiciones lamentables que se encuentra, fuese motivo de interés comercial y/ o turístico o hasta político, pero en Sayula, cuyo centro histórico sigue siendo motivo de estatus quo, se convierte en un problema social para 300 Sayulenses que viven en la zona centro, los motivos de estos son de sobra justificados. Sin embargo, estos mismos motivos fueron esgrimidos para su demolición, por lo mismos vecinos. Y antes habían sido usados para conspirar contra el edificio del kinder , buscando fuera substituido por el antiguo Jardín botánico del siglo XIX, incluso reconstruyendo su estilo neoclásico personificado en un enorme arco de este tipo que servía de umbral para el Jardín porfirista. Sin duda hay más que una cuestión de estética y salud pública en esto. Como vimos en la introducción de este texto, el predio tienen una historia ligada al orden social de Sayula, a partir de este predio el estatus económico social de las personas se media por su lejanía con este punto en el primer cuadro de la ciudad española. El orden hoy social hoy a 474 años de la fundación de Sayula, permanece en el inconsciente colectivo y suscita esta querella y reclamo vecinal. Nadie en su sano juicio se opondría a que el centro histórico no tuviera esa fachada que le da el escombro en ese lugar, pero eso es sólo parte de la historia inmediata, como se puede ver; más atrás está la recuperación de un espacio que simboliza el estatus quo desde la colonia en Sayula. En pleno siglo XX eso es impresionante, increíble. No se mal interprete, no creo que los vecinos que obran de buena fe, conspiren en este sentido, es parte de la tradición de Sayula, nos guste o no, el que sobrevivían este tipo de reminiscencias del orden social colonial, no sólo aquí, en todo México (aunque con menos obviedad). Como interesado en la historia no puedo no señalarlo. En otros países el centro histórico no es más ya habitacional, es comercial y cultural; la función de orden social que ejercía la vivienda en el primer cuadro de la ciudad es ya historia en esos lugares, por ello con más facilidad y severidad se protege y conservan los edificios y trazos de los centros históricos, porque ya no se tiene que lidiar con estos intereses surgidos de una inercia inconsciente (en el sentido de que no es algo que se piense tal cual, sino producto de una tradición de ciertas familias o personas)  del pasado. Los centros históricos de esta edad, como el de Sayula, deberían de ser museos al aire libre, peatonal y libre de ambulantaje. A todos nos deberían indignar cualquier atentado a sus edificios, traza o estilo; porque no es una colonia, como luego se dice, no es colonia centro, es el centro histórico de Sayula o la zona centro. Es el lugar que cuenta lo que somos, nuestro pasado y nuestro potencial para el futuro, no es patrimonio particular en su conjunto, pese a que cada predio tiene un dueño particular, es patrimonio de los sayulenses en su conjunto, de ahí que efectivamente, la ley debe proteger el interés colectivo, como señala el documento citado; pero al igual, no debe permitir que se atente impunemente contra este patrimonio. Yo felicito la organización de los vecinos, ojalá, también consideraran el  valor de las fincas patrimoniales y también se organizaran para evitar que sean destruidas como la casa antigua del Portal Rayón y otras que lamentablemente han desparecido, que se opusieran con el mismo celo a la modificación bárbara de otras fincas públicas como los portales o privadas como algunas que han perdido su valor por las modificaciones erróneas de sus dueños. Mínimo exigir se respete el reglamento de centro histórico para que la fama de nuestro Sayula, de ciudad culta se manifieste al visitante en el cuidado y manejo de su centro histórico. Los vecinos del lugar harían un gran favor a todos los Sayuenses convirtiéndose en garantes del patrimonio arquitectónico de Sayula, como algunos de ellos lo hacen ya al preservar sus casas y propiedades en el estilo original. 

 Tal vez sea cuestión de desinformación, aquí les dejamos esta investigaciones a los sayulenses para que valoren la historia del trazo y arquitectura del este centro histórico de 474 años de edad, sólo 26 años más joven que las primeras ciudades fundadas en la Nueva España:
En el Sayula colonial los frailes impulsando la religiosidad a la vez que sus órdenes domésticas creaban la hermandad de la Tercera Orden de nuestro seráfico Padre San Francisco, en la cual se incluyeron los principales y más ricos vecinos del pueblo; quienes, al progresar su agrupación, acordaron construir una capilla, cediéndoseles para ello una parte del muy amplio atrio parroquial, situándola, calle de por medio (Prisciliano Sánchez), con su lateral al frente de la capilla del Hospital de Indios de la Purísima Concepción. Documentalmente no se tiene fecha exacta del inicio de la construcción, sin embargo, por las actas del discretorio de la venerable Orden Tercera, se sabe que en 1737 se obligó a todos los terciarios a pagar sus jornales con este fin: "reunida (la aportación) se destinará a la fábrica material (capilla) de nuestra tercera orden que se está haciendo" (Cervantes O.F.M., Rafael. Álbum Ilustrado. Sayula 1957. Pág. 39). Pero en 1744 todavía no estaba terminada dicha capilla. En 1749 se registró un terremoto que arruinó la construcción y, en 1754, al ser secularizada la Parroquia ya estaba terminada, aunque carecía de altares, imponiéndosele el nombre de San Roque, patrono de la orden franciscana de Sayula, conociéndosele también como "Capilla de la Tercera Orden" o "De Los Terciarios".
El 1 de septiembre de 1754 Parroquia y Convento fueron secularizados (entregándose al clero secular), debiendo partir los franciscanos (clero mendicante) de Sayula en medio de la inconformidad y el pesar del pueblo, incitándose gestiones de parte del vecindario, así como de la Orden, ante el Rey, para que autorizaran su regreso; por lo que, pensando en ello, los terciarios se negaron a entregar su Templo al primer Cura Clérigo Dr. Francisco de Dios Sobrado, el cual se vio obligado a levantar un jacal de madera en el atrio parroquial para recibir  la visita del Obispo Martínez de Texeda en 1754, desatándose, según las actas del discretorio "El pleito entre los Señores Párrocos y los Terciarios…" (ídem)
En el año 1754 se sintió un nuevo terremoto, por eso se trató en junta del 20 de diciembre del mismo año "El atender a la conclusión y estado perfecto de la capilla de San Roque", y el 20 de mayo de 1761se habló de la necesidad de "hacer un retablo colateral al Altar Mayor". Para 1775 estaba terminado "El Altar de San Antonio con su cuarto es necesario para su completo adorno", así había sido concluido el altar mayor y su retablo, además de los muy completos y adornados de San Francisco, Nuestra Señora de los Dolores, Señor San José y el Señor de Esquipulas (idem).
En el auto de visita obispal del 7 de febrero de 1767 el obispo manifiesta su inconformidad con que no hubiese sacerdote presidiendo las reuniones de la hermandad y que sólo de vez en cuando viniera a Sayula un Fraile del Convento de Amacueca a realizar alguna recepción o ceremonia especial, ordenando que de "ínterin la iglesia tuviere… propio rector o ministro eclesiástico...que cuide de ella y quede llave en poder del vicario eclesiástico y no del hermano mayor de la orden, ( además) no se permita oficie en ella ningún sacerdote foráneo mientras no preste sus debidas licencias, ni haya juntas ni ejercicios espirituales si no están presididas por algún sacerdote de buena vida y costumbres" (Libro Parroquial de Bautismos #18. Sayula, pág. 102 reverso), disposición que debió haber sido obedecida por los terciarios.
En 1787 las gestiones por el regreso de los padres franciscanos fructificaron, por lo que, al llegar estos, los terciarios pusieron a su disposición el templo de San Roque y una serie de celdas que, atrás de él, habían fincado, sin embargo los recién llegados no quisieron instalarse cerca de la parroquia (de los sacerdotes seculares), determinando ampliar la capilla indígena dedicada a la Virgen de Guadalupe, situada junto al Cerrito del Calvario, la cual fue convertida en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, reuniéndose luego limosnas en una amplia región para construir el nuevo Convento y convenciendo los frailes a los terciarios de abandonar la capilla de San Roque y fincar otra de la misma devoción en su nueva ubicación (el actual atrio del Santuario); haciéndose así, entregando el Templo del actual san José al Clero Secular.
A partir de entonces y con motivo de las constantes destrucciones del Templo Parroquial debidas a los terremotos, el Templo de San Roque o san José jugó un importante papel como Parroquia alterna.
A raíz del terrible sismo de 1806 que destruyó el Templo principal, el culto pasó al de San Roque, permaneciendo en él hasta el 31 de mayo de 1818 en que otro fuerte temblor destruyó a su vez ésta última capilla, pasando a la actividad parroquial a la del Hospital de Indios de La Purísima Concepción (frente a esta, calle de por medio) y luego a la de la Santa Cruz, hoy San Francisco de Pau (González, Andrés. Estadística de la Municipalidad de Sayula. 1789. Editorial Tzaulan. Sayula 1971, pág. 40),volviendo el culto a la capilla de San Roque, en 1821, una vez que había sido reedificada por el Señor Cura Salvador Apodaca y Loreto, segunda autoridad en el obispado después del Obispo Linares que, considerando la pobreza del pueblo debido a la guerra y las pestes (la Independencia había culminado y los ricos españoles habían huido de Sayula), hizo todos los gastos de su capital particular, sin aceptar la más mínima contribución (Libro Parroquial de Gobierno #4, Sayula, pág. 11), permaneciendo así hasta 1870.
 El 1860 la iglesia donó la parte norte del atrio de San Roque o San José al municipio, luego se planeo para ese lugar un sitio público arbolado lo que sería después el Jardín botánico Celso Vizcaíno.

¿Por qué atrio de san José? Para el siglo XIX había un gran interés por el pasado del templo, la memoria de los nombres de Capilla de San Roque y Capilla los Terciarios, se habían perdido, mencionándosele erróneamente en crónicas y libros parroquialesde ese tiempo como "El Templo Antiguo" o "Templo Antiguo que fue Parroquia" o, erróneamente como "La Iglesia Primitiva"; sin embargo en 1873, dentro de una campaña para tributar un mayor culto a San José, se estableció en varias parroquias del arzobispado la asociación de ese patriarca, disponiendo el Arzobispo Pedro Loza, devoto de san José, que el templo de san Roque fuera erigido como Templo de san José, buscando además que "La antigua iglesia que tantos años sirvió de parroquia (San Roque)… Se halle siempre aseada, se celebre en ella constantemente el Santo Sacrificio, se atienda a las composturas que necesita, al adorno conveniente de sus altares y… a que se tenga de ella un especial cuidado", designándose a un Sacerdote de la Parroquia como encargado y autorizándole a celebrar misa toda la semana, menos los domingos y días festivos (Libro Parroquial del Gobierno #5, pág. 38 reverso).
En 1876 otro terremoto perjudicó el Templo parroquial, pero a fines del año el altar nuevo estaba casi terminado y se iba a pintar de dorado, regresando, sin embargo,  el culto a la Parroquia hasta 1878, aunque se repitieron los traslados a San José, de 1899 a 1903, y en 1905 por lo que en 1915, buscando que un mayor número de fieles pudiera participar en la misa celebradas en esta capilla, el Cura Román Aguilar abrió un amplio arco para comunicar el salón lateral con el presbiterio del templo, pintó la Iglesia y arregló el altar (Libro Parroquial de Gobierno #6, pág. 84).
Durante las revoluciones (1910-1921) el Templo fue dedicado varias veces a Cuartel, quedando ahumadas las paredes, levantando el piso de madera y muchos otros deterioros. En 1931 el Cura Epigmenio Gutiérrez realizó reparaciones y abrió un pórtico de acceso de la calle (Juárez) al atrio. (idem)

En 1942 el jardín botánico Celso Vizcaíno es sustituido a iniciativa del gobernador  Marcelino García Barragán por el primer Jardín de Niños fuera de la capital del Estado, encargando la obra a su secretario de Obras Públicas el importante arquitecto creador de la escuela de arquitectura regionalista, junto a Luís Barragán, Rafael Urzua.  . La historia reciente de ese predio, todos la conocemos desde entonces al día de hoy ¿O no?


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