martes, 30 de mayo de 2023

 Rulfo y su festival, la historia 

de un cenotafio

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

“Hace casi treinta años muchos estaban convencidos de que Juan Rulfo y su obra ya eran tema zanjado. Cien años después de su nacimiento, la investigación reciente y la tradición crítica muestran que no todo está dicho." 

DOSSIER RULFO

Hace 7 años, un año antes de que se cumpliesen cien años del nacimiento de Juan Rulfo, los gobiernos federal, estatal y municipal pretendieron celebrarlo en esta región sur de Jalisco en tres municipios importantes para la biografía del autor de "Pedro Páramo": Sayula, San Gabriel y Tuxcacuesco, los cuales recibirían una partida presupuestal de 20 millones de pesos para ejecutar obras públicas que conmemorara al autor, en Sayula se proyecto El paramo (de triste memoria), en San Gabriel el mirador "Vine a Comala" y el Tuxcacuesco unos portales que harían más atractivo su zona centro.

Por uan extraña razón, como todo lo relacionado con el escritor mexicano más reconocido en el mundo, las cosas sucintaron polémicas que hicieron naufragar el proyecto en su conjunto: La fundación Rulfo negó el nombre a la Ruta; dado que la idea seguía siendo difusa, no se estructuró de forma profesional; las cuestiones políticas tuvieron mucho en el proyecto en ciernes. los conflictos al interior y entre los ayuntamientos que participaron metieron zancadilla a la ruta,: en Sayula el páramo fue la manzana de la  discordia y terminó demolido y el dinero invertido en la basura.


S dice que elogio en boca propia es vituperio, pero no tengo opción, como cronista del municipio debo documentarlo: Desde la muerte de Rulfo en 1986, en Sayula se acordó realizar en su menoría el 16 de mayo, día de su nacimiento, un evento de carácter cultural. El primero fue el concurso nacional de cuento Juan Rulfo, que el finado maestro Germán Pintor, en el año citado organizó; después la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística capitulo sur, presidida por el también finado don Federico Munguía, organizaba una velada donde un ponente de probada solvencia académica o investigador, exponía un trabajo sobre Juan Rulfo, así fue por años con algunas variantes donde se presentaron junto a la ponencia exposiciones, se exhibió una película y se realizaron presentaciones de la sinfónica del estado, hasta que en 2004 un colectivo cultural surgido del taller de literatura del maestro Germán Pintor, en Sayula, organizará en la Casa Antigua del portal Rayón, un evento donde se fusionaba plástica, teatro, fotografía, vídeo y música entorno a la obra de Juan Rulfo, pero al margen de cualquier instancia oficial y de la misma Benemérita. Los esfuerzos en torno a eventos para conmemorar tanto el nacimiento como el aniversario luctuoso de Rulfo en Sayula, permanecieron en un ámbito muy localista, incluso desdeñadas por aquellos que pensaba Rulfo no merecía tales homenajes por haber negado Sayula. Sin embargo para 2013, en una iniciativa independiente de un servidor y el arquitecto Francisco Orozco se organizó con solo 15 días de anticipación el primer Festival Rulfiano con un formato parecido al actual, con el apoyo a medias del ayuntamiento se presentaría en el foro musical del festival al grupo Radaid de Guadalajara, se hizo una lectura pública en voz alta, por alumnos de las secundarías del municipio, en el jardín principal, de la obra de Rulfo; los muchachos del CBTA bajo la dirección del maestro Jorge Flores QPD montarían un espectáculo de danza contemporánea que impactó al público por su belleza y misticismo. Las Ponencias en el foro de la biblioteca Olivia Ramírez de Yáñez (de triste memoria también) sobre la obra de Rulfo, fueron interesantes (de todo lo anterior de lo cual me enorgullece haber sido participe). Para 2015 con la nueva administración municipal, donde trabajé como asesor en cultura, se dio lo relatado al principio sobre la celebración del centenario de nacimiento de Rulfo. Entonces, un servidor propuso, en base a las experiencias previas, al actual director del Festival Rulfiano de las Artes, Mauricio Munguía Anaya, en su oficina de la Casa de la Cultura de la cual era entonces director (como testigo estuvo ahí José Luis Santana actual colaborador del festival), el formato del festival, que a modo del Cervantino aglutinaba varias disciplinas del arte con miras de presentar a Rulfo conceptualmente ya no a un público local sino nacional e internacional. Mi idea  era que se realizara en foros de los tres municipios de la Ruta Rulfiana, delegando a cada uno una o varias de las ramas del arte a abordar. A Mauricio le gustó la idea y se contactó con Juan Carlos Rulfo hijo del escritor, en ese mismo momento, para pedirle apoyo, no sin antes prevenirme que era muy ambicioso un festival para tres municipios. A partir de esta idea, que surgió de la experiencia de años organizando el homenaje a Rulfo y de la iniciativa de gente como don Federico Munguía y Germán Pintor, vio luz el actual festival, con el apoyo de la iniciativa privada local, la fundación Rulfo y la dirección del propio Munguía Anaya y Uri Espinoza de los Monteros Cueto, volviéndose una asociación civil que poco a poco se trasforma en un cenotafio a Rulfo. 

 Como creador Rulfo apenas comienza a ser entendido hoy por académicos, ya no digamos por empresarios que nada entienden de cultura. Del gobierno no podemos más que decir que en este rubro, en los dos niveles en Jalisco, estos son neófitos. Lo hijos de Rulfo estuvieron en el festival pasado, pero ¿Estuvo Rulfo o solo es un cenotafio el festival?...Entendámonos primero ¿Quién fue Rulfo como creador?: 

"En contra de la tendencia a pensar que el fotógrafo Juan Rulfo es el ilustrador del narrador Juan Rulfo habría que tomar en cuenta, sólo para empezar a adentrarse en el tema, la variedad del registro fotográfico de Rulfo. En él caben edificios, escenas urbanas, habitantes de zonas rurales, indígenas de distintas comunidades, paisajes de variadas regiones geográficas del país, patios de ferrocarril, retratos de actores, artistas y escritores mexicanos.   Esta dispersión es la primera señal de que su actividad como fotógrafo es autónoma con respecto a la del escritor. Que coincidan ambas (sólo en parte) en el ámbito rural, no es un dato de mayor trascendencia, salvo para sus lectores contemporáneos, cuya procedencia es mayoritariamente urbana y, por ello mismo, suelen dar importancia desmesurada al hecho sin que al autor de imágenes y textos narrativos le interesara entrelazar ambas áreas de creación.  

  A quien contempla una imagen le corresponde apreciarla por sus méritos visuales. La composición, la relación de los elementos captados (en este caso) por la lente del fotógrafo, su manejo de la luz y la perspectiva, entre otros aspectos. En cambio, los lectores de Rulfo llevan a su experiencia con la obra fotográfica del también narrador su necesidad de interpretar los elementos presentes en ella de forma que puedan integrarla a su recuerdo de los cuentos y novelas del escritor, con lo cual se produce una simbiosis cómoda para el espectador promedio, pero impracticable desde el punto de vista de quien produjo esas fotografías.  A favor de esa tendencia, presente desde el momento mismo en que se organizó la exposición más recordada de esas fotos, opera el hecho de que Rulfo no solía identificar sus tomas con referencias descriptivas ni títulos específicos. Los que pueden verse en el primer libro dedicado a ellas, Juan Rulfo: Homenaje Nacional (Secretaría de Educación Pública/Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1980) se deben a la iniciativa de sus editores. Tres años más tarde, sin embargo, en las ediciones en español y en inglés del libro Inframundo: el México de Juan Rulfo (Ediciones del Norte, Hanover, 1983), la selección es muy semejante a la de Homenaje Nacional, pero las fotos se reproducen sin información de ningún tipo.   Muchos caen en la fácil operación de remitir esas fotos sin pie descriptivo ni ubicación geográfica a pasajes concretos de El Llano en llamas y Pedro Páramo, principalmente. Pero Rulfo compartió con Cristina Pacheco en el mismo año de 1983 sus ideas sobre ese supuesto vínculo indisoluble entre fotografía y literatura, para él inexistente, y consistían en enfatizar la imaginación en esta última para contrastarla con el carácter documental de la primera: La realidad no me dice nada literariamente, aunque pueda decírmelo fotográficamente. Admiro mucho a quienes pueden escribir acerca de lo que oyen y ven inmediatamente. Yo no puedo penetrar la realidad: es misteriosa. ("Ni el éxito me importa, ni la mala fama me preocupa... Juan Rulfo: Más allá de la vida", Siempre!, 1567, 6 de julio de 1983, p. 138)  La conclusión de Rulfo proviene de la anécdota de su paso por la Comisión del Papaloapan y su estancia de casi dos años en el estado de Veracruz como publicista del organismo paraestatal. De ahí se desprende la coincidencia tangencial del registro informativo, puramente documental de los informes que Rulfo debía redactar sobre las actividades de la Comisión y del registro objetivo que, al menos en principio (y sin que medie tratamiento especial de las imágenes en el laboratorio fotográfico), hay entre ese trabajo y el legado fotográfico de Rulfo. 

Muchas de sus imágenes de comunidades indígenas se originaron, justamente, en esas fechas. Sin que puedan (ni deban) descartarse intenciones o méritos artísticos en esas series de Rulfo, es claro que provienen de un interés primordial por conservar evidencias o testimonios de distintos componentes de la realidad que rodeaba al fotógrafo, como ha observado José Carlos González Boixo (véase "Esteticismo y clasicismo en la fotografía de Juan Rulfo", en el libro Tríptico para Juan Rulfo: poesía, fotografía, crítica). Sólo que, de nuevo, sería necesario tomar en cuenta la proclividad de buena parte de la tradición crítica a leer de manera autobiográfica la narrativa de Rulfo para comprender la necesidad de ligar actividades creativas que no tienen relación alguna entre sí, puesto que el sujeto que las realiza no se vincula -ni mucho menos- con el individuo que nace, crece, se reproduce y muere. Es un error común del escritor principiante intentar recrear episodios y estados de ánimo de su propia vida, pues esos recuerdos son nulos (y hasta perjudiciales) al hacer literatura…"

Jorge Zepeda, "La fotografía como documento, la literatura como Imaginación". 


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