domingo, 10 de abril de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sánchez Sosa


El Periodismo en Sayula, se queda corto frente al reto de explicar, poner frente a la comunidad, la verdad de nuestro tiempo de forma objetiva y éticamente consistente. La mayoría diserta  sobre tonterías mezquinas, visiones caducas o mal informadas, y peor aún,  pesimamente analizadas, de las cosas importantes para las personas que invierten nueve o diez pesos en ello, y que les reditúa poco o  nada incluso, en lo personal y en lo comunitario. Ryszard Kapu?ci?ski, periodista polaco con 45 años de experiencia, lectura obligada para los estudiantes de periodismo (o la menos debería de serlo), pude ayudarnos, a los periodistas locales, a reflexionar sobre nuestra responsabilidad al ejercer este oficio:
"El periodismo, en mi opinión, se cuenta entre las profesiones más gregarias que existen, porque sin los otros no podemos hacer nada. Sin la ayuda, la participación, la opinión y el pensamiento de los otros, no existimos. La condición fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro: hacemos, y somos, lo que los otros nos permiten.
Esta característica viene acompañada por uno de los misterios de nuestro oficio: ¿qué pasa cuando el otro tiene una visión sesgada de los hechos, o intenta manipularnos con su opinión? Para prevenir esto no existe receta alguna, porque todo depende de las situaciones, que es como decir de un montón de cosas.
La única medida que se puede tomar, si disponemos de tiempo, consiste en juntar el mayor número de opiniones, para poderlas equilibrar y hacer una selección…Como, por ejemplo, en 1991, durante la llamada primera guerra del Golfo. No quise ir allí; me negué porque me daba perfecta cuenta de que aquello no tenía nada que ver con el oficio. Era propaganda pura y dura, con todo su mecanismo clásico de control. La única fuente de información eran los comunicados del ejército estadounidense. Durante aquella guerra, el periodismo se había transformado en departamento de propaganda al servicio del estado mayor norteamericano. Con la diferencia de que sus comunicados oficiales no los transmitía el puesto de mando sino el reportero de turno. Lo mismo ocurrió con la invasión de Somalia; otro tanto, con la de Granada; y volvió a repetirse en Haití. Si se le arrebata la autonomía, ¿qué misión puede cumplir un periodista  en esas condiciones?... Cuando el reportero se ve privado de la posibilidad de conseguir información por su cuenta y riesgo, el periodismo deja de ser periodismo, y se convierte, a veces, en propaganda.
Yo he sido cronista del mundo que surgió del colonialismo, del llamado Tercer Mundo, del fortalecimiento de culturas no europeas, y recuerdo cuando África o Asia tenían todavía un gran complejo de inferioridad frente a Occidente, una tremenda humildad. ¡Ahora las cosas han cambiado! Cuando viajas por el mundo descubres numerosas civilizaciones orgullosas de su identidad, el islam, el hinduismo, los indígenas latinoamericanos, los chinos. Todos ellos están dispuestos a defender su identidad, a subrayar sus propios valores. Piden un lugar en la gran mesa del mundo al que también pertenecen…Todo el lado humanista de nuestra escritura de periodistas radica en el esfuerzo de transmitir la imagen del mundo auténtica, verdadera, y no una colección de estereotipos…El estereotipo, justamente porque no es fruto de conocimientos sino de emociones, es muy peligroso…
El que decide dedicarse a esta profesión debe, a mi juicio, asumir todas las consecuencias de su elección. Si no lo hace, nunca vivirá de verdad lo que tiene que vivir ni acabará de comprender las cosas…En mi opinión, humildad y empatía son los rasgos fundamentales para ejercer este oficio
Es que siempre olvidamos que vivimos en un mundo de gente hambrienta, descalza, enferma, sin perspectiva alguna. Europa, Estados Unidos y un corto etcétera no son más que islotes de relativo bienestar. A mí en cambio me interesa ese mundo que tiene vetado el acceso a la mesa puesta y llena de manjares. Lo tiene vetado ahora y lo seguirá teniendo en el futuro. La vida de esta gente, su pobreza, su humillación y su frustración es lo que me llega más hondo…Solo puedo pensar en que tres cuartas partes de la humanidad llevan una existencia tan miserable que lo único que les interesa es qué comerán el día siguiente, cuando se despierten sin divisar ninguna perspectiva de mejora en sus vidas (y aparte le deben a Coopel, Soriano o Aurrera…). Esta es mi mirada.
La miseria universal (que va en aumento), producto de un reparto de la riqueza clamorosamente desigual, es una bomba de tiempo que puede estallarnos en la cara en cualquier momento. La pobreza genera frustración, y la frustración siempre busca su "tubo de escape" en la agresión. He aquí una gran amenaza que irá extendiéndose por el mundo cada vez más…La creciente desigualdad penetra todas las esferas de la existencia humana. Empieza ya en el seno de la familia: las mujeres y los niños lo tienen todo mucho más difícil que los hombres, cosa que se acentúa en situaciones de conflicto, sobre todo de guerra. El mundo está sacudido por guerras de nuevo tipo, desconocido en la historia de la humanidad. La tradicional consistía en un enfrentamiento entre fuerzas armadas. Los soldados eran hombres y en ellos recaía la lucha. El soldado estaba perfectamente identificado, tenía su uniforme y su arma, y se sabía quién luchaba contra -y con- quién. Hoy estamos ante un nuevo tipo de guerra: si en la Primera Guerra Mundial por cada siete soldados abatidos moría uncivil, hoy, a principios del siglo XXI, la proporción ha dado un giro de ciento ochenta grados: por cada soldado abatido mueren ocho o diez civiles. ¿Quién es soldado y quién civil? Hoy, paradójicamente, resulta mucho más fácil sobrevivir estando en el ejército. Otra de las paradojas de nuestro mundo. ¿Y a quién golpean todas estas guerras? ¿Quién muere en ellas? Mujeres y niños. La cuestión de libertad versus seguridad ha adquirido, sobre todo a la luz de la doctrina de Bush de la "guerra contra el terrorismo", una importancia colosal. Como el mundo de hoy no es escenario de grandes guerras entre países, el tradicional miedo a la guerra ha sido sustituido por el miedo ante la falta de seguridad. La gente se siente insegura, amenazada. De la misma manera que se puede hablar de un mundo de nuevas desigualdades, también puede hablarse de un mundo de nuevas amenazas: desde el simple atraco callejero hasta el crimen organizado y el terrorismo, pasando por el peligro de perder el puesto de trabajo o de caer mortalmente enfermo, por ejemplo, de cáncer provocado por agroquímicos. Entre una cosa y otra, el hombre contemporáneo se siente amenazado, tanto más cuanto que ve multiplicarse a su alrededor grupos violentos de todo tipo: cárteles, mafias, etc. La globalización iba a remediar los problemas de la humanidad. El mundo no para de avanzar, es cierto, pero su desarrollo genera desigualdades. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. De momento, sin embargo, no somos capaces de cambiar esta tendencia. La necesidad de inversión en desarrollo que tiene el mundo es mucho mayor que los medios de los que disponemos para destinar a este fin…Simplificando: el mito de la globalización se asienta en la convicción de que si todos tenemos acceso a un computadora teléfono celular y a Internet, viviremos estupendamente. Esta falsa idea se ve profusamente difundida por los medios de comunicación, por el Banco Mundial, por el Fondo Monetario Internacional y por todo el establishment (el sistema de poder) planetario, pues la globalización ha engendrado una nueva clase gobernante, cosmopolita pero dominada por los norteamericanos. Sus representantes, que también son los creadores de la ideología de la globalización, deciden cómo hay que interpretar la realidad económica y social del  país (del estado, de Sayula y del…) mundo." Ryszard Kapu?ci?ski.

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