miércoles, 18 de abril de 2018

                         Política y Cultura
Por Rodrigo Sánchez Sosa

"Al comienzo del siglo XXI, el mundo está regresando a unos de sus fundamentales e inconclusos debates: las cuestiones relativas a la libertad, igualdad, las responsabilidades colectivas, y el rol de los gobiernos en pro de la democracia y la justicia social y económica. Las políticas culturales tendrán un impacto positivo como estrategia para el estímulo de apertura de nuevos espacios para la interactividad y la negociación en estas áreas". UNESCO (world culture report 2000)
Uno de los fenómenos que nos mantiene estancados como municipio, es el que la cultura se reduzca en las administraciones municipales a mero relleno de la prioridad de las políticas públicas de estas. Fuera del esfuerzo de los maestros de Sayula por la difusión de la cultura en sus planteles, no hay un ejercicio profesional en el campo cultural, la mayoría de personas que se dedica a la cultura en el municipio, son aficionados, algunos muy buenos en el campo del arte, pero no más. Los maestros terminan como directores de la casa de la cultura, como oradores, como presentadores, como difusores, como encargados de las políticas culturales del municipio, y estos no pueden ir más allá de su formación. Además que lo poco que se logra en esto se limita al trienio y a la buena voluntad del ejecutivo municipal en turno que no siempre está dispuesto al apoyo total a este campo, pues tiene otro tipo de prioridades, y los contra pesos en las regidurías no entienden nada de lo que es cultura, y además les importa muy poco si esto no empata con sus intereses políticos y hasta económicos de grupo, y así se puede ver un ambiente muy triste en la cultura local, Nadie considera así que la cultura pueda dar algo al municipio, que es mero ornato o festivalitos de días de la madre, del niño, el maestros y los cultos cívicos a los héroes nacionales  o locales. La cultura para el sector público y privado no es redituable ni económica ni políticamente, y así se construye un pueblo inculto   con su complicidad. Al evaluar las condiciones del municipio resulta que no entienden ni unos ni otros, por qué somos un municipio que no desarrolla todo su potencial o por qué un regidor no tiene ni idea de qué hacer cuando se le da una comisión que involucra la cultura.
Producto de esto tendremos posiblemente en el próximo trienio unas políticas culturales truncas que implicarán, ojalá y no sea así, el proyecto ambicioso del Centro Cultural el Páramo, que es parte de otro más ambicioso también en el limbo hoy como  la Ruta Cultural Rulfina. Es una pena que tengamos un potencial cultural enorme y se apuesta por ignornacia a las políticas tradicionales de desarrollo que han demostrado no sólo su fracaso sino el riesgo en el que ponen a la población aceptando modelos de desarrollo que depredan el medio ambiente y contaminan indiscriminadamente. No veo interés e incluso veo una aversión a este proyecto cultural citada  por parte de, por lo menos , uno de estos equipos que pretenden ser el próximo ayuntamiento municipal de Sayula, que incluso plantea la demolición de todo lo que en este rubro se trabajó durante esta administración, algo irracional por demás.
Veamos cómo la cultura tiene un potencial que en Sayula ignoramos y que por ello nos mantenemos en un atraso tremendo con respecto a otros municipios con la misma riqueza cultural en México:
¿Qué entendemos por cultura?
Es curioso observar que todos los modelos de desarrollo se gestan a partir de un cambio cultural, sin embargo, la cultura en si, nunca ha sido considerada como un componente integral de las principales teorías de desarrollo. Los enfoques económicos hacen caso omiso de las dimensiones y potencialidades de la cultura como agente de cambio, no obstante, no podemos rechazar que los factores culturales propios de cada grupo representan la fuente principal de su evolución económica y social.
Mientras la mayoría de los economistas rechazan la influencia de la cultura en cuestiones de avance social y económico, existe una presencia cada vez mayor de las actividades culturales en las estrategias de regeneración de las ciudades occidentales. La cultura se esta convirtiendo en un factor predominante en las estrategias de desarrollo de las economías urbanas.
Lo anterior obedece a que actualmente exista un incremento de consenso entre gobiernos locales, empresarios y sociedad civil con respecto a la importante contribución de las políticas culturales en el desarrollo de la economía local, en la regeneración del espacio urbano, en el estímulo a la cohesión e inclusión social, en la atracción de turistas e inversionistas, y en general, al mejoramiento de la calidad de vida.
Las sociedades contemporáneas se caracterizan por estar sometidas a un proceso continuo de cambios rápidos, multidimensionales y muchas veces impredecibles. Dentro de este contexto la cultura tiene una función muy particular, ya que nos permite entender estos cambios y simultáneamente nos proporciona una serie de herramientas para definir las estrategias con las cuales se confrontan las nuevas realidades sociales.
La cultura puede ser definida en términos generales como "el mecanismo a través del cual los individuos, las comunidades y las naciones se definen a si mismos. Por medio de la cultura uno busca la satisfacción en un sentido individual, y de forma simultánea desarrolla el sentido de identidad grupal."
También puede ser entendida como la capacidad colectiva para satisfacer una de nuestras necesidades más básicas, y el derecho a definir cuáles son justamente esas necesidades (Comisión Mundial sobre Cultura y Desarrollo). De forma más simplificada podemos entender a la cultura como una estructura
conformada a partir de: - La producción social y transmisión de identidades, significados, conocimientos, creencias, valores, aspiraciones, memorias, propósitos y actitudes. - La forma de vida de un grupo particular de seres humanos: costumbres, creencias, códigos de conducta, de vestimenta, lenguaje, arte, cocina, ciencia, tecnología, religión, tradiciones e instituciones.
La cultura también promueve el desarrollo de ciertas herramientas que son indispensables para el crecimiento económico, en este sentido posee un valor instrumental, tal como lo es la educación. Del mismo modo establece una relación con otro tipo de objetivos, como la conservación del medio ambiente, la regeneración urbana, la estimulación de la creatividad, la preservación de los valores comunitarios y la protección de las instituciones civiles.
  En las sociedades occidentales la cultura no siempre ha constituido un elemento de "empoderamiento" humano. En sus inicios, el concepto de "cultura" era utilizado para hacer mención a toda forma de representación artística o estética. La "creatividad" como fenómeno ligado a la expresión cultural no era valorada como un componente trascendental en el proceso de desarrollo de la industria, los negocios, la educación, el desarrollo humano y la comunidad. Esta transformación tiene una relación significativa con los cambios económicos, sociales y tecnológicos a los que han estado sometidas las grandes urbes europeas desde la época de la posguerra hasta la actualidad. El cambio se da a partir una revalorización de la cultura como bien público, así como en la inclusión de nuevos elementos ajenos al pensamiento económico convencional.
En el caso europeo, la necesidad de confrontar los estragos de la guerra llevo a plantearse la utilización de la cultura como un elemento capaz confrontar a una sociedad golpeada tanto material como espiritualmente. Como resultado de ello, las políticas culturales estuvieron principalmente enfocadas a la creación y expansión de aquellas infraestructuras tradicionalmente asociadas a las artes clásicas, tales como museos, centros cívicos, teatros, etc. Como elemento innovador, se buscó desarrollar y facilitar la accesibilidad de todos los estratos sociales a ciertas actividades culturales por medio de subsidios públicos. "Las políticas culturales encabezaron una serie movimientos de democratización e inclusión social facilitándole a las masas el acceso a las artes."
Sin embargo, la actitud prevaleciente de la clase políticas, era la de percibir a la cultura como una esfera separada de las prioridades del gobierno. Es decir, una esfera limitada al ocio, marginada de toda actividad económicamente productiva y de regeneración social. Aun en esta época la cultura no era reconocida como un instrumento social de cambio y económicamente productivo.  ("El valor de la cultura en los procesos de desarrollo urbano sustentable." Erik M. Rish Lerner)


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