domingo, 12 de abril de 2020

Especial para Horizontes...
Hernán Cortés y las lecciones de la Historia
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Las empresas difíciles crean traidores y desertores. Militarmente los grandes generales de la historia previendo esto, preparan a sus tropas en las batallas difíciles. Una de las tácticas más recurrentes desde los griegos y Alejandro Magno es obligar a los soldados a seguir luchando porque no hay otra opción, no hay posibilidad de huir, es vencer o morir. Es una forma de sobrevivencia legítima cuando la cuestión es de vida o muerte. En días pasados el enfrentamiento entre el presidente de la república y los empresarios por el rescate que exigen en estos momentos delicados del país, me recordó esto. El presidente López Obrador, "les quemó las naves" a los empresarios que ante la situación querían volver al viejo sistema seguro del rescate económico como los soldados que se acobardan y
retroceden. La negación del presidente fue contundente como el general que pone a su soldados en una situación donde lo único que les queda es luchar aún a su pesar. No hay donde huir, el mundo esta igual en todos lados, lo que queda es luchar y no esperar un rescate a costa de la derrota. Me parece que fue el mensaje. Como cuando Hernán Cortés, hundió sus naves para evitar el motín y la deserción, aquí el relato histórico del hecho y el perfil de Cortés como líder.
Hernán Cortés, conquistador de México Tenochtitlán y de todo lo que después sería el territorio de la Nueva España, tendrá un papel determinante en el destino de Sayula durante la primera etapa de la colonia. Los territorios en el occidente de la Nueva España serían encomiendas en manos de sus parientes y más cercanos hombres, nos interesa particularmente Hernando Saavedra, su primo, al que daría como encomienda el señorío tzayulteco. Cortés será el protector de estas tierras y su herencia y legado se extenderán en ellas durante toda la colonia. Por ello, es necesario recrear la epopeya de la conquista de México, para poder adentrarse en lo que será tanto la Provincia de Ávalos, como Sayula su capital, durante la colonia. La leyenda de capitán Cortés formará parte de la nueva identidad que se asentará en el valle de la laguna de Sayula, y todo el sur de lo que hoy es Jalisco, y el estado de Colima. Sin embargo, particularmente en el caso del valle de la cuenca de Sayula que es el que nos ocupa, la identidad y la unidad del antiguo Tzaulan, permanecerá, incorporando las nuevas formas europeas. Al principio aislada, esta identidad, en la república de indios, y luego fusionándose en un sincretismo que le dará sentido a la Provincia de Ávalos como unidad cultural durante la colonia.
Las formas de ejercer el poder sobre los grupos dominados, por parte de los parientes de Cortés, los Ávalos Saavedra, estarán relacionadas con las del propio capitán Cortés, que mantendrá a los pueblos de Ávalos bajo la jurisdicción de la Audiencia de la Nueva España. En este capítulo seguiremos a Cortés desde la isla de Cuba hasta Tenochtitlán, y luego a sus hombres hasta el occidente del hoy territorio mexicano, la región sur de lo que sería mucho después el estado de Jalisco, particularmente la sede del señorío tzayulteco, el antiguo y mítico Tzaulan. La Nueva España. En 1517, siendo gobernador de la isla de Cuba Diego de Velázquez, 120 españoles en busca de fortuna, hacen su capitán a Francisco Hernández de Córdoba y zarpan de La Habana el 8 de febrero a bordo de tres navíos, cuyo piloto principal fue Antón de Alaminos. Los exploradores navegaron el Caribe hasta la Península de Yucatán. Ya en tierra firme fueron atacados por nativos y obligados a escapar hacia el territorio de lo que hoy es Campeche, donde otro grupo de naturales los enfrentó, matando a 50 de ellos e hiriendo a una decena; entre estos a Hernández de Córdoba. Derrotados, tomaron la ruta de la Florida para volver a Cuba. Esta fue la primera exploración e intento de conquista de las costas mexicanas.1 Diego de Velázquez animado por los reportes de Hernández de Córdoba, decidió intentar la conquista de aquellas tierras de nuevo, para la empresa encomendó a su pariente Juan de Grijalva cuatro navíos y dos centenares de hombres, lo acompañaron Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila y el piloto de navío Juan de Alaminos. Zarparon de Cuba el primero de mayo de 1518. Recorrieron las costas de la península de Yucatán, llegando por los litorales de Campeche hasta la Laguna de Términos, lugar que Grijalva llamaría la Nueva España; nombre que Cortés impondría más tarde, en sus relaciones desde México, a las tierras que conquistó. Grijalva continuaría hasta la isla que llamaría San Juan de Ulúa, donde desembarcaron. Prosiguiendo luego hasta el río Pánuco, encontrando poblaciones organizadas y ricas tierras cultivadas. Grijalva entonces  pensó que todo aquello debía pertenecer a un gran imperio que él en sus condiciones no podía enfrentar. Regresó a Cuba por refuerzos, pero el gobernador no se sintió satisfecho con Grijalva, y lo relevó de la misión. Este fue el segundo intento por conquistar tierras de lo que hoy es México. 2 El gobernador Diego de Velázquez, a la vuelta de Juan de Grijalva de costas hoy mexicanas, consideró que los reportes de una tierra rica y vasta, sobrepasaban sus ambiciosas expectativas; por lo que ordenó enviar una nueva armada, mayor que las anteriores, para lo cual dispuso 10 navíos; incluyendo los cuatro que recién regresaron. Decepcionado de Juan de Grijalva su pariente, los candidatos a sustituirlo fueron varios, entre ellos Vazco Porcallo, Agustín Bermúdez, Antonio Velázquez Borrego y Bernardino Velázquez; estos últimos también parientes del gobernador. Los soldados que volvieron de la expedición última, insistían en que Juan de Grijalva no fuera relevado de la empresa; sin embargo, los asesores cercanos al gobernador Velázquez, Andrés de Duero y Amador de Lares, propusieron como capitán de aquella armada a un hidalgo de nombre Hernando Cortés, natural de Medellín, Extremadura, recién casado, con una encomienda de indios y una mina en Cuba, pero casi en quiebra por la vida dispendiosa que llevaba.
 Cortés bordeó la costa de la Península de Yucatán en marzo de 1519, ahí se le daría a conocer la existencia de dos náufragos españoles que habían alcanzado la costa y dados por muertos o desaparecidos en los reportes de la armada española sobre dicho naufragio. Vivían con los indígenas de la península tierra adentro. Estos fueron, Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero. El primero se convirtió en intérprete de Cortés y su ejército, y el último se negó abandonar su nueva vida y nueva cultura. El mestizaje genético y cultural en estas tierras, comenzó con Gonzalo Guerrero, que tenía una mujer indígena e hijos con ésta; además, dirigía los ejércitos de resistencia a la invasión española siendo él mismo español. En su momento se negó a acompañar a Jerónimo de Aguilar al encuentro con sus pares europeos, cuando Cortés pagó rescate al cacique, amo de Aguilar, este a diferencia de Guerrero, era esclavo. Gonzalo Guerrero murió en combate contra los españoles defendiendo al pueblo indígena que lo acogió. Ya en Tabasco, fue entregada como presente a Cortés, con otras 20 doncellas indígenas, Malintzin o doña Marina; la otra intérprete de Cortés, que sería en lo sucesivo su amante y madre de su primer hijo mestizo: Don Martín Cortés. Para Cortés fue una fortuna encontrarse con doña Marina y Jerónimo de Aguilar. El náufrago español, hablaba maya; Malitnzin o Malinche, conocía el náhuatl y el maya, además ésta pronto aprendió a hablar castilla o español, todo lo cual facilitó las alianzas y negociación con los indígenas de las nuevas tierras. Por ella, Cortés sería conocido, por los indígenas de estas tierras, como Malintzin o Malinche.
La armada de Cortés desembarcó en cabo Catoche, la punta de la península de lo que hoy es el estado mexicano de Yucatán, luego pasó a Tabasco, Campeche y arribó a San Juan de Ulúa el jueves santo de 1519, en el hoy Veracruz, siempre bordeando las costas.
Ese mes de marzo de 1519, la semana siguiente al domingo de resurrección, Cortés y sus hombres fundaron la Villa Rica de la Veracruz, nombrando alcaldes y regidores según la usanza y ley españolas; se puso una picota en la plaza y una horca a las afueras de la Villa. Sus primeros alcaldes fueron Alonso Hernández Puertocarrero y Francisco de Montejo.
Alonso de Grado y Alonso de Ávila fueron nombrados alcaldes sustitutos de la Villa Rica de la Vera Cruz. Poco después de dicho nombramiento, un grupo inconforme de amigos de Diego Velázquez decidió regresar a Cuba, entre los que estaban fray Juan Díaz, Juan Velázquez de León, Diego de Ordás, Alonso de Escobar, Juan Escudero, el piloto Diego Cermeño, y los marineros Gonzalo de Umbría y Alfonso Peñate.  Ante la situación se celebró un consejo de guerra presidido por Cortés y organizado por el regimiento de la villa con el respaldo de los nuevos alcaldes. Como resultado Juan Escudero y Diego Cermeño fueron sentenciados a morir en la horca, a Gonzalo de Umbría se le cortó parte de un pie, y a los demás se le puso bajo arresto. Cuando los amotinados fueron puestos en libertad, se convirtieron en incondicionales del caudillo.  Adicionalmente, como medida preventiva para futuras conspiraciones, Cortés mandó barrenar y hundir la mayor parte de los barcos.  A manera de excusa se dijo que las embarcaciones eran "innavegables" y dicha declaración fue respaldada por los seguidores de Cortés.  De acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, quienes pretendían desertar se vieron obligados a continuar en la empresa.

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