martes, 6 de junio de 2023

 Historia del poder oligarca

en Sayula y el Sur de Jalisco

Por Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

 " El dominio múltiple o fragmentado implica que los recursos relevantes son controlados por varios actores, que por ello comparten una situación superordinada…para el sur de Jalisco, cada familia dueña de haciendas o ranchos en el siglo XIX podía concebirse como situada en la cúspide de un dominio unitario con respecto de sus peones, aparceros y arrendatarios. En conjunto, las familias propietarias no formaban un actor corporado en el sentido estricto del término; pero sus vínculos sociales y convergencias económicas les permitían defender sus intereses no sólo familiares sino de clase en un vasto ámbito territorial. En este ámbito, el pacto oligárquico - una especie de dominio unitario sujeto a continua negociación - se constituía en un eslabón necesario para la implantación del orden público. Roto este eslabón en la época revolucionaria, su reemplazo fue harto difícil. Los integrantes de la nueva categoría de pueblerinos enriquecidos (nuevos ricos) surgida en los años previos al estallido revolucionario no lograron establecer entre ellos alianzas sólidas sino, a lo más, se agruparon en facciones - es decir, en torno a objetivos de corto plazo , cuyos pactos y enfrentamientos se entrecruzaban con los de las facciones que competían por el gobierno en los niveles del estado y la nación. Ninguna instancia local o supralocal controlaba suficientes recursos para ejercer un poder unitario sobre las facciones. Posteriormente, éstas quedaron subordinadas a la actuación de corredores o intermediarios políticos, cuyo poder se ha basado en el control del apoyo popular y la comunicación y la negociación vertical, sobre todo con las agencias del gobierno federal. Esta nueva situación - que aún persiste - permite la paz social; y además tiene dos importantes consecuencias: refuerza la fragmentación local y regional, y a la vez contribuye a la unificación del poder al nivel nacional.


  El nivel de articulación regional ocurre cuando un conjunto de actores locales se encuentran situados bajo un mismo dominio (unitario o múltiple) cuyo alcance va más allá que el de cualquier localidad (hacienda, rancho, pueblo o ciudad). A su vez, el dominio regional puede estar (o no) situado en un nivel de articulación estatal o nacional. La estructura regional implica la vigencia de una serie de instituciones y expectativas de conducta. Esta vigencia trasciende el nivel local; pero no depende mecánicamente de la fuerza de las instituciones. 

 Las tierras situadas al suroeste del lago de Chapala, al noroeste de la sierra del Tigre y al noreste de los volcanes de Colima - lo que llamo en este ensayo "el sur de Jalisco"- tuvieron durante la colonia un estatuto sui generis. A pesar de su cercanía con la ciudad de Guadalajara, capital de la jurisdicción de la Nueva Galicia, no formaban parte de ésta, pues habían sido conquistadas directamente por parientes de Hernán Cortés, quien las reclamó para la Nueva España. Se formó la Provincia de Ávalos, llamada así porque Alonso de Ávalos, primo de Cortés, se convirtió en el encomendero y terrateniente más importante: su dominio unificaba paisajes tan diversos como los del Valle templado de Sayula, las sierras de Tapalpa y el Tigre, la fría altiplanicie de Zapotlán, y las cuencas semitropicales de Zapotiltic, Tamazula y Tuxpan. Aunque la Corona estableció alcaldes mayores en las poblaciones principales -en Sayula, y más tarde en Zapotlán el Grande-, Alonso de Ávalos y sus descendientes, y otras familias propietarias que llegaron a lo largo del siglo XVII, se convirtieron en los gobernantes efectivos, gracias a la falta de autoridad de Guadalajara y a la lejanía de la ciudad de México. En el siglo XVIII, sin embargo, esta autonomía disminuyó, por dos razones. En primer lugar, ciertas familias principales de Guadalajara se apropiaron de haciendas sureñas, mediante alianzas matrimoniales y también mediante compras directas de tierras. La importancia comercial de Guadalajara había aumentado notablemente, y los propios hacendados de la vecindad de Sayula y Zapotlán buscaban acceso a nuevos mercados.  Cuando se creó en 1794 el Real Consulado de Guadalajara - la corporación de comerciantes encargada de organizar y regular el flujo de mercancías-, una de sus delegaciones más activas fue la de Sayula. En segundo lugar, la reorganización borbónica del virreinato en intendencias había puesto a las viejas tierras de Ávalos bajo la directa jurisdicción de Guadalajara, y una burocracia real más profesionalizada se hizo presente en las ciudades y pueblos. Más tarde, la independencia nacional dio a Guadalajara el rango de capital de Jalisco.

Con todo, tanto la Guerra de Independencia, como luego la casi perpetua guerra civil entre centralistas y federalistas, entre conservadores y liberales, tuvieron graves repercusiones en la organización económica y política jalisciense. Una de ellas fue la incapacidad de los gobernadores del estado de hacer valer directamente su autoridad. Hubo incluso un intento fallido de separación de Jalisco, urdido por los comerciantes y terratenientes de Zapotlán.  Además durante treinta años (1820-1850), un cacique surgido de la insurgencia, el general Gordiano Guzmán, se convirtió en la figura dominante en las tierras del sur, gracias al apoyo de milicias campesinas y a su papel como intermediario político entre los pueblos y los gobiernos liberales. Después de que Guzmán murió a manos del ejército conservador en 1854, una nueva generación de hacendados - algunos de ellos descendientes de las familias coloniales; otros, recién llegados- tomó el mando… se apoderaron directamente de los puestos políticos y los usaron en su favor, sin que el intento liberal de crear una burocracia profesional y un poder judicial independiente pudiera ponerse en práctica. Desde 1855, los dueños de haciendas tuvieron la autorización oficial del gobierno del estado de formar ejércitos privados para combatir el bandolerismo. La capacidad que tenían los oligarcas de movilizar gente armada resultaba útil para las facciones que se disputaban el poder nacional. Durante las guerras de Reforma y de resistencia al ejército napoleónico, el apoyo de los sureños permitió a las tropas liberales el libre tránsito desde Guadalajara o el del centro de Michoacán a la costa del Pacífico.

El poder oligárquico debe entenderse en el contexto de la expansión y diversificación de las haciendas. Merced a la legislación liberal prevaleciente en Jalisco, las tierras comunales de muchos pueblos del sur habían sido expropiadas y rematadas por las autoridades cantonales o municipales en las décadas posteriores a la Independencia. Muchas de estas tierras fueron adquiridas por nuevos o viejos hacendados que mostraron un especial dinamismo: no sólo orientaron una buena parte de la producción agrícola y pecuaria a los mercados sino además mostraron especial interés en la producción agroindustrial y manufacturera, aprovechando la abundancia y variedad de recursos naturales. Dentro de las haciendas, se ampliaron los trapiches e ingenios, los aserraderos, los molinos de trigo y las plantas destiladoras de mezcal; asimismo, se crearon ladrilleras, fábricas de jabón, y hasta una gran fábrica de papel y una fundición de hierro. Desde los puertos relativamente cercanos de Manzanillo y San Blas se trajo maquinaria europea reciente. Ahora bien: esta diversificación implicaba el control por parte de la hacienda de una fuerza de trabajo abundante y múltiple: trabajadores permanentes (agrícolas e industriales), aparceros, arrendatarios y trabajadores estacionales que se movían de una hacienda a otra. Estos últimos eran campesinos temporaleros residentes en las antiguas comunidades indígenas (a veces propietarios, a veces aparceros) que dejaban descansar sus milpas en los meses secos para vivir del jornal. Incluso los artesanos de los pueblos con frecuencia realizaban trabajos para las haciendas.

Las normas sociales y la estructura de clases no se explicaban simplemente por las relaciones de producción: el trabajo asalariado no era el único mecanismo de extracción de plusvalía. En las relaciones de distribución, los hacendados también desplegaban su poderío: poseían, además de tiendas de raya, almacenes en las ciudades y en los pueblos principales, donde acaparaban las cosechas de sus aparceros y arrendatarios, y las de muchos rancheros (medianos propietarios) y campesinos libres, para luego enviarlas a Guadalajara, la costa y áreas más lejanas, incluso la ciudad de México. Estos mismos almacenes vendían productos traídos de fuera a los arrieros y pequeños comerciantes pueblerinos, y funcionaban como instituciones de crédito. Así, el sistema de extracción de productos y distribución de bienes generaba una jerarquía regional de asentamientos humanos, que presentaba una peculiaridad: la cúspide era compartida por dos ciudades rivales, Sayula (8 000 habitantes en 1910) y Zapotlán el Grande (17 000 habitantes). Ambas eran cabeceras de cantón y presumían los más grandes almacenes…" Guillermo de la Peña, art completo en: 

https://historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc16/210.html


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