jueves, 29 de noviembre de 2012

ANESTESIA Emocional
Por el psicólogo Arturo Fregoso Flores
¡Acérquese! Aquí andamos otra vez en este espacio que es alimento para el ánimo del escritor.
Hoy con el favor de su atención les traigo algo sobre el tema "TRASTORNO DE RUMIACIÓN".
La característica esencial del trastorno de rumiación es la regurgitación y nueva masticación repetida de alimento que lleva a cabo un niño tras un período de funcionamiento normal y que dura por lo menos 1 mes. Hacen su aparición en la boca alimentos parcialmente digeridos sin que aparentemente se asocien a ello náuseas, arcadas, disgusto o alguna enfermedad gastrointestinal. Entonces, el alimento es arrojado de la boca o, más frecuentemente, masticado y vuelto a deglutir. Los síntomas no se deben a una enfermedad gastrointestinal asociada ni a otra enfermedad médica (por ejemplo: síndrome de Sandifer, reflujo esofágico) y no aparece exclusivamente en el transcurso de una anorexia nerviosa o una bulimia nerviosa.
Si los síntomas aparecen exclusivamente en el transcurso de un retraso mental o de un trastorno generalizado del desarrollo, deben ser de suficiente gravedad como para merecer atención clínica independiente. El trastorno se observa con mayor frecuencia en niños pequeños, pero puede verse en individuos de mayor edad, particularmente con retraso mental. Los niños afectos de este trastorno asumen una postura característica, estirando y arqueando la espalda con la cabeza colgando hacia atrás, producen movimientos de succión con la lengua y dan la impresión de experimentar satisfacción con tal actividad.
SÍNTOMAS
Los niños con trastorno de rumiación se muestran generalmente irritables y hambrientos entre los episodios de regurgitación. Aunque el niño parece estar hambriento e ingiere grandes cantidades de alimento, puede haber malnutrición, porque la regurgitación tiene lugar inmediatamente después de la ingestión alimentaria. Puede haber pérdida de peso, ausencia de los aumentos ponderales esperados e incluso la muerte (se han descrito tasas de mortalidad hasta de un 25 %). La malnutrición parece ser menos frecuente en los niños mayores y los adultos, quienes pueden manifestar el trastorno de modo continuo o episódico. Ciertos problemas psicosociales, como falta de estimulación, abandono, situaciones vitales estresantes y problemas en las relaciones padres-niño, pueden constituir otros tantos factores predisponentes.
Si el cuidador llega a desanimarse y a inhibirse a causa de unas experiencias alimentarias infructuosas o del desagradable olor del material regurgitado, puede producirse una estimulación insuficiente del niño. En algunos casos aparece también un trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o de la niñez. En niños mayores y en adultos el retraso mental constituye un factor predisponente.
PREVALENCIA
El trastorno de rumiación es muy poco frecuente y se observa más a menudo en varones que en mujeres.
CURSO
El inicio de un trastorno de rumiación puede aparecer en el contexto de ciertos retrasos del desarrollo. La edad de inicio se sitúa entre los 3 y los 12 meses de edad, excepto en sujetos con retraso mental, en quienes el trastorno se puede iniciar en estadios del desarrollo algo posteriores.
En los niños el trastorno suele remitir espontáneamente. Sin embargo, en algunos casos graves el curso es continuo.
COMPLICACIONES
Las complicaciones pueden ser desnutrición, baja resistencia a la enfermedad y retraso en el desarrollo.
SITUACIONES QUE REQUIEREN ASISTENCIA MÉDICA
Se debe buscar asistencia médica si el bebé parece estar escupiendo, vomitando o remasticando los alimentos repetidamente.
EXPECTATIVAS (PRONÓSTICO)
En algunos casos hay remisión espontánea, es decir, el niño vuelve a comer normalmente sin necesidad de tratamiento. En otras ocasiones, se requiere tratamiento.
PREVENCIÓN
Se desconoce, sin embargo, la estimulación normal y la buena relación entre padres e hijos
puede ayudar a reducir la aparición del trastorno de rumiación. TRATAMIENTO
El trastorno de rumiación se trata con técnicas conductuales como el entrenamiento aversivo leve, que implica la asociación de consecuencias desagradables con la rumiación y consecuencias agradables con un comportamiento más apropiado. Otras técnicas incluyen el mejoramiento del ambiente sicosocial del niño (en caso de haber abuso o rechazo) y una sicoterapia para los padres. Agradezco el favor de su atención y sigo recibiendo sus opiniones en mi correo electrónico arturo_fregoso@hotmail.com. Recuerden algo… Si la única herramienta que tienen es un martillo, piensen que cada problema que surge es un clavo. ¡Atrévanse a soñar!, confíen en ustedes y ¡hagan que las cosas sucedan!


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