domingo, 28 de febrero de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Las apuestas sobre si este país colapsará luego de la caída de los precios del petróleo, la cotidiana corrupción y cinismo de la clase gobernante, el empobreciendo de más de la mitad de su población, el descredito de los monopolios mediáticos afines al régimen, la crises económica aunada a una devaluación de la moneda y por su puesto el crimen organizado y la violencia irracional de éste, deberían estar abrumadoramente a favor de ese colapso. Pero no es así ¿Cómo? ¿Qué de racional tiene apostar a lo contrario? Es México. Una y otra vez saqueado desde la colonia, este país permanece insensible hasta el último momento, algo catastrófico para las apuestas que apelan a la estadística. En este país surrealista nunca se sabe en qué momento sucederá qué, simplemente es así. Quizás algo tenga que ver lo anterior con que, mientras en otros países se celebra la consumación de los movimientos sociales que marcaron la historia de aquellos, en México celebramos el comienzo de las gestas; por ejemplo, la independencia mexicana se consumó en 1820, pero nosotros celebramos el inicio de esta en 1810; lo mismo con la revolución, consumada con el reparto agrario hasta 1921, nosotros consideramos como celebrable 1910, el inicio de la misma. Pasarían muchas cosas en ambas gestas heroicas antes de que se lograra el objetivo, sin embargo insistimos no en la consumación sino en el inicio como memorable. Es probable que la dificultad de iniciar algo, del pueblo mexicano, sea lo verdaderamente heroico. Más de 80 años de priismo, fraudes electorales, crisis, devoluciones, corrupción, ineptitud, más de 100 mil muertos los últimos años, decenas de miles de desaparecidos; sin contar con las represiones sindicales de los cincuentas y sesentas, la matanza de estudiantes en 1968 y 1870, la guerra sucia en los setentas y un largo etcétera. A México se le dificulta el "Ya basta", tarda en exigir su derecho a escoger su destino y forma de gobernarse, mientras se deja imponer por autoritarismo déspotas y hasta criminales. Aún cuando esto sucede, cuando algunos toman la iniciativa, los otros no los siguen sino hasta que se ven empujados por las circunstancias a hacerlo. Y no es un juicio producto del a priori, es un juicio con fundamento en la historia nacional, en hechos como los ya citados, la Independencia y la Revolución mexicanas. Debemos decir a nuestro favor que, una vez iniciado un movimiento, este es imparable y ha conseguido el éxito rotundo de su empresa, no sin las consecuentes traiciones, pero en general se lograron los derechos exigidos para todos. El problema sigue siendo la organización del movimiento de resistencia de la injusticia y el cambio necesario, que parece siempre se tarda de más en México. Fuera de una valoración profunda, que devele el misterio de este fenómeno particular de nuestro país, nos limitamos a señalar el hecho. No es posible argumentar en contra de esta visión de la historia de México una generalización en la historia de los pueblos de la tierra. No, definitivamente no ha sido así en  luchas parecidas de otros pueblos en el planeta. Aunque cada una tiene sus particularidades, la nuestra es dilatar demasiado lo impostergable.
Nos estamos tardando en exigir un verdadero cambio hoy, pero lo hicieron en el pasado nuestros abuelos y antepasados. La cobardía queda descartada, la historia del pueblo de México así lo acusa, México es un pueblo de Valientes ¿entonces qué nos frena? ¿Cómo pueblo nos cuesta tomar decisiones, nos cuesta organizarnos, ponernos de acuerdo, coincidir, confiar unos en otros? ciertamente lo ignoró, es un fenómeno complejo, descarto que no exista una unidad nacional al margen de políticas oficiales, hay una identidad nacional, un orgullo nacional, diría yo hasta un nacionalismo que raya en lo decimonónico; pero, a pesar de ello, la unidad tarda, y hoy lo vemos ¿Por qué? creo que los que detentan el poder en México, conocen el fenómeno y lo explotan, alimentan la parte letárgica de nuestro actuar en defensa de la nación, de nuestras familias, de mostros mismos. Hay políticas con este enfoque, alimentar y reproducir nuestra indecisión histórica. Conocido en todo el mundo es nuestro conservadurismo como pueblo y cultura. El conservador teme al cambio, en su temor cree que con todo lo malo que pueda ser el presente no supera lo incierto del futuro temido. "Estamos mal, pero podríamos estar peor". Claro que los criollos y mestizos temían que los movimientos independentistas empeoraran su condición durante la colonia; los peones acasillados y los obreros explotados de las minas y fabricas de principios del siglo XX temían terminar peor luego de una revolución. Tal como luego del triunfo del panismo en el año 2000, y tras la decepción, los mexicanos temieron al futuro con mas panismo, y se dijeron, no sin ayuda de los interesados: "Estábamos mejor con el PRI". Es posible que este en nuestros genes, no biológicos sino culturales, en nuestro inconsciente colectivo como pueblo, esté la respuesta: los aztecas vieron la conquista como un ritual, una representación de las fuerzas cósmicas en lucha, sabían del cambio, de antemano conocían el destino que les esperaba cuando vieron llegar a los españoles, así lo datan las crónicas de uno y otro lado. Trataron de prolongar lo que consideraban una catástrofe inminente, la desaparición de su mundo, recibieron como huésped de Tenochtitlán a Cortés y sus hombres, con una resignación que impacta. Sólo se resistieron cuando para ellos ya era tarde, aunque sabían que no tendrían éxito ¿Estaremos de alguna manera ligados a ese pasado?  ¿No termina de consumarse el mito, el ritual de la conquista, en nuestro inconsciente? Ese temor a un futuro peor que el presente ¿tiene que ver con lo que le pasó al mundo azteca, a pesar del discurso del progreso moderno?
    Es probable, y nuestros verdugos, abusadores y traidores, juegan con eso a su favor, lo refuerzan y reproducen. Solo como a los aztecas, los mestizos, criollos e indios de la colonia y los campesinos y obreros de principios del siglo XX, cuando el futuro sea al igual que el presente, desesperanza y muerte, no nos quedará otro camino. La pregunta esta vez es: ¿no será ya demasiado tarde? dice el dicho mexicano: "La tercera es la vencida".

No hay comentarios:

Publicar un comentario