lunes, 22 de mayo de 2017

Especial para Horizontes...
El Sayula del Siglo XVII y Juan Rulfo
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Finalizados los diez días dedicados a la conmemoración de los cien años del natalicio de Juan Rulfo, a muchas personas en el municipio, no les queda claro por  qué se debe homenajear a un personaje como Rulfo al que la mayoría identifica como quien negó Sayula, su tierra natal. Esto traté de explicar la semana pasada. Sin embargo, aún persiste la duda sobre si el lugar de nacimiento refiere alguna importancia en la obra del icónico escritor, igual pudo nacer en Chiapas o Oaxaca y, algunos piensan, sería lo mismo. Por supuesto que NO. Tras Rulfo existe una historia que involucra a Sayula, una historia que le da la particular visión del mundo al autor de Pedro Páramo y que influye su obra, más allá de sus lecturas y preparación técnica. El leguaje, medio por el cual se preserva la identidad, aquél que de niños aprendemos y que es producto de una historia familiar, desarrollada en un entorno social, geográfico y cultural especifico, definió a Juan Rulfo como individuo, producto de una sociedad, la del Sur de Jalisco; pero, particularmente, de Sayula. Su familia paterna, los Pérez-Rulfo, se construye en una sociedad antigua de historia trascendente para el país y el municipio, Sayula, la antigua alcaldía de la Provincia de Ávalos, donde se desarrolla la cultura de forma particular, influenciada por las grandes fortunas que aquí se amasaron y personajes de vanguardia en su tiempo que terminaron por definir la historia política y cultural de México, aunque se escuche pretencioso. Nos parce a quienes desconocemos la historia de este municipio, un misterio el fenómeno del escritor que escribió la obra más trascedente del siglo XX en México. Parece fantasmagoría que Rulfo surgiera prácticamente de la nada, de un rincón olvidado de Jalisco para darnos una lección de universalidad en sus obras. Pero, eso es sólo ignorancia, Rulfo, era heredero de una tradición cultural e intelectual desarrollada desde la colonia en las señorial Sayula Alcaldía Mayor de la Provincia de Ávalos desde 1556, donde se leía a Erasmo de Roterdam, antes que Guadalajara fuese Fundada como Audiencia u obispado; donde el pensamiento de vanguardia de Occidente se cultivaba aún a pesar del control del Clero y la Santa Inquisición. No es raro, que un sayulense, cuya identidad familiar provenía de esta tradición, diera al mundo una de sus obras literarias más grande de todos los tiempos, Pedro Páramo. Lo que sigue es parte del investigación que un servidor escribió para el Ayuntamiento de Sayula, y que está por editarse: "Sayula: Del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo." Donde se aborda la actividad intelectual durante el siglo XVII en Sayula y su contexto político, social y económico:
"La bonanza económica y los contrastes sociales.
Durante la primera mitad del siglo XVII, a  la mala administración del imperio se sumó un error del rey Felipe II, en España, ordenó expulsar a todos los moros que quedaban, unas 275 mil personas, lo cual colapsó la economía de Valencia y Aragón, al ser ciudades importantes de este sector. Esto repercutió en toda España, de la noche a la mañana el país se convirtió en una nación de mendigos, bandidos y quebrados; se generalizó la devaluación, escaseó el oro y la plata y la moneda española fue substituida por el vellón de cobre. La nación más rica de la tierra se empobrecía debido a la corrupción y la incompetencia. Su producción de bienes era escasa, sus importaciones eran considerables y la brecha social entre ricos y pobres era abismal. Para pagar deudas que le generaban las prolongadas guerras que sostenía España en Europa, tenía comprometidas sus producciones de oro y plata en América. Se pusieron a la venta los puestos públicos y hasta la sede del gobierno podía ser comprada y vendida . En las colonias se exigió mayor producción, se incrementaron los impuestos y tributos; las clases poderosas dueñas de las haciendas y minas en la Nueva España, aprovechando la coyuntura decadente y corrupta, experimentaron una bonanza y pudieron, como en el caso de Alonso de Avalos y Bracamonte Ulibarri de la Cueva, comprarse títulos nobiliarios. La clase emergente, sin embargo, mestizos y castas, engrosaron los gremios de mendigos y desocupados que vagaban por las ciudades españolas. Los indígenas vivían en sus comunidades aislados de esta realidad viviendo el orden anterior que marcaban los tiempos de la iglesia, anunciados por las campanas de los templos desde que salía el sol hasta que se ocultaba,  apacentados por el clero regular, y obligados por las alcabalas, impuestos, deudas y recogimientos.
´Los metales (del Nuevo Mundo) tenían que pagar las costosas guerras de España…sus ostentosos monumentos, su lujosa aristocracia, la lucha contra la Reforma protestante, la administración del imperio y la importación de bienes manufacturados…Luís XIV de Francia dijo...´Vendámosle bienes manufacturados a España y cobrémosle con oro  y plata´…España era pobre porque España era rica…´
 En esta compleja sociedad virreinal de contrastes, sumida en la decadencia  de la administración imperial, donde el deber ser y la voluntad de ser se contraponían, surgen dos personajes importantes de la época en Sayula que ejemplifican la paradoja social y económica del siglo XVII en la Nueva España: Fray Juan Larios evangelizador del norte de la Nueva España y Juan de Arrúe Calzontzin, un sobresaliente artista plástico del siglo XVII. El primero descendiente, bisnieto, de un conquistador español del siglo XVI que llegó con Cortés, natural de la Villa Naumrquende, Joan Larios. Su abuelo Pedro Larios llegaría a la región alrededor de 1568, volviéndose un poderos terrateniente por sus vínculos con Alonso de Ávalos el Viejo.  Los indios lo acusaban de apropiación ilegal de tierras y hostigamiento, éste déspota y violento acaparador fue dueño de tierras en los límites de Michoacán con la sierra del Tigre; tierras de ganado mayor y siembra en Colima;  por el cerro de Juruneo después llamado de Larios, hasta las cercanías de Jiquilpan Michoacán, Tamazula, Zapotlán, San Sebastián y San Andrés Ixtlan.  Casado con María Contreras de Sayula, procreó varios hijos entre los cuales estaba quien heredara todas sus posesiones Agustín Bautista Larios, que casó con Francisca Munguía Villela, ambos vecinos de Sayula y emparentados con los ricos dueños de minas en Amula los Monguía Villela. Fray Juan Larios nace en Sayula entre 1623 y 1633, sin precisarse fecha exacta. El 24 de marzo de 1651 recibe el hábito de novicio y un año después, misma fecha, fray Antonio Tello le otorga la profesión. El 28 de noviembre parte a evangelizar el estado norteño de Coahuila, fundando las misiones de san Marcos, santa Rosa de santa María y de Nadadores o Nuestra Señora de la Victoria de Casa Fuerte, San Idelfoso de la Paz; repoblando Nueva Amadén, Villa de Monclova, la Santísima, San Pedro y San Pablo, San Diego santa Cecilia, Nuestra Señora de Guadalupe, San Miguel de Aguayo, San Francisco de Coahuila, San Bernardino de la Caldera. Falleció el 7 de septiembre de 1676 en Villa de Mondova antes San Francisco de Coahuila.
Por su parte Juan de Arrúe y Caltzontzin, uno de los pintores más destacados de la época colonial, Hijo de un talentoso pintor y escultor sevillano que arribó al sur de Jalisco en 1549 Juan de Rúa, quien castellanizando su apellido a Arrúe, en 1563 casó con una dirigente indígena de Zapotlán y Tuxpan de origen Purépecha, Doña Marta Caltzontzin. Trabajó en la ciudad de México en 1555, luego de un viaje a Filipinas en el que acompañó en 1564 a Miguel López de Lagazpi y Andrés de Urdaneta. Se le atribuye una Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe considerada como una de las más antiguas y bellas del continente. Su hijo Juan de Arrúe se cree que nació en 1570 en Sayula, sin tener documentos que así lo confirmen. El muchacho tuvo como maestro a su propio padre además de los importantes pintores Simón de Pereyns, Andrés de la Concha y Juan Correa. Casó con Ana de Medina en México en 1587, al morir esta sin hijos, se volvió a casar en 1632 con María Isabel de Ortega. En 1599 decoró y pintó imágenes para un retablo en la catedral de Oaxaca y en el convento de San Bernardino de la propia ciudad. Su nombre es muy conocido en España. Sus principales obras, de arte sacro, se encuentran en Cuauhtinchan, Huejotzingo, Xochimilco, Azumba, Coixtlahuacan, Huaquechula, Tlaxcala, Yaquitlán,Atlihetzia, Tecali etc.
En el primer caso Fray Juan Larios, vemos un criollo descendiente de conquistadores y terratenientes hacendados de la Provincia de Ávalos, cuya vocación religiosa, inteligencia y preparación lo llevan por el camino de la segunda evangelización del territorio producto del contexto político y social del siglo XVII en el imperio. Para la orden de San Francisco, la utopía de la fe en América no había terminado: El gobernador de la Orden franciscana en la Nueva España, el Comisario General fray Francisco de Treviño trata de fomentar un renacimiento misional frente a la disyuntiva que representaba el reto al viejo orden por parte de las reformas que triunfan y se consolidad en Europa amenazando a la España monolítica ensimismada en su unidad religiosa. Larios representa la fidelidad al viejo orden en la región, no se vuelve a cuestionarlo ni aprovecha el contexto para hacerse rico y poderoso, como los herederos Dávalos Saavedra (los descendientes y familiares de Alonso de Ávalos).
Por su parte Juan Arrúe Caltzontzin; Es el mestizo talentoso, hijo de una noble indígena y un español, que al parecer es aceptado con reservas en la sociedad española; pero que, a diferencia de Larios, cuestiona veladamente el orden establecido desde el ideal que llega allende los muros que aíslan España del resto de Europa. En 1611 fue contratado para pintar una imagen aparecida en la corteza de un pino, copia que resulto perfecta, tan o más que la original. Fue llevado ante la Inquisición para jurar que no había sido él quien pintara la original, que se creía aparecida. Afirmó Arrúe al Santo Oficio que la imagen aparecida tenía líneas delicadas y hermosas que no podrían atribuirse a mano humana; pero que las facciones de la cara eran de menor calidad que las pintadas por él. No se sabe si recibió alguna reprimenda por ello, pero el analices de sus pinturas, para apreciar este nuevo espíritu posiblemente análogo al de los pintores de la Edad de Oro de la España del siglo XVII, hasta donde este autor sabe, no existe.
"La decadente monarquía española del siglo XVII habría de coexistir con el mayor florecimiento de la Cultura en España: el Siglo de Oro, la época gloriosa de la literatura y la pintura en España, de la edad de los pintores El greco, Velázquez, Zurbarán y Murillo; de los dramaturgos Lope de la Vega y Calderón de la Barca; de los Poetas Quevedo y Góngora, y del novelista Cervantes."
Aunque la influencia del siglo de oro español en las artes fluía por territorio novohispano, sobre todo en la ciudad de México, no así en el territorio del hoy estado de Jalisco. En la Nueva Galicia concretamente, salvo personajes como los mencionados anteriormente, el silgo XVII pasó con poca gloria, aunque se amasaron grandes fortunas aprovechando la fuerza de trabajo del repartimiento y los esclavos africanos. Cita José María Muriá a Luis Pérez Verdía:
 ´Dice don Luís Pérez Verdía que el siglo XVII se extinguió sin dejar en la Nueva Galicia ningún recuerdo glorioso en las ciencias ni en las letras´. No podía ser diferente ´Donde no habría imprenta hasta 1793, ni universidad, ni escuelas, ni modelo que imitar…´" (Sayula: Del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo)
Al parecer una pequeña comunidad culta en Sayula, se distinguió del resto de sus vecinos, con una actividad que produjo personajes como los citados en este fragmento. Los cuales, especulamos, podrían ser los antecedentes lejanos de Rulfo y otros destacados sayulenses como Severo Díaz.

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