lunes, 26 de abril de 2021

 Esclavos de ascendencia negra en Jalisco, siglos

XVII y XVIII, y dos mercaderes de Sayula

Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

“Luego de una niñez indecisa, el comercio de negros en América, alcanzó su plena madurez en el último tercio del siglo XVI,. En 1580 la corona española se adueñó de Portugal y esa circunstancia propició que el mercado de esclavos en sus posesiones alcanzase niveles altísimos. Este auge se mantuvo hasta 1640, cuando Portugal y España se separaron de nuevo, pero la introducción de negros al continente siguió hasta el fin del periodo colonial. Sin embargo, el mercado novohispano se saturó en el siglo XVIII y por su cuarta década se sustituía ya el trabajo esclavista por el libre, con excepción de Tabasco y Campeche que estaban aún poco poblados y podían todavía absorber cantidades limitadas de negros. De acuerdo con Thomas Calvo -a partir de su estudio del Archivo del Sagrario Metropolitano de Guadalajara-. la importación de esclavos a al estado culminó entre 1620 y 1624. En ese lapso se bautizaron ahí 76 negros adultos. de los cuales dos terceras partes eran mujeres. Ello acentuó la


ilegitimidad en los nacimientos en la ciudad y reforzó al grupo afromexicano. Así a principios del siglo XVII, el 40% de los bautizados en ella eran hijos de padre o padres desconocido,. en tanto que hacia la mitad del siglo la incidencia de bautizos en esas condiciones creció hasta alcanzar la altísima cifra de casi el 60%. El abultamiento de la curva demográfica parece tener su origen en el crecimiento de la introducción de esclavos en las décadas previas. A principios de siglo XVII, según la reconstrucción de Calvo, seis de cada siete esclavas no habían tenido marido y cuatro quintas partes de los infantes nacidos en ese sector de la población eran ilegítimos constituyendo la mitad de los hijos naturales de la ciudad. Pero por 1720 las cosas habían cambiado  ya que en el lapso transcurrido desde entonces hasta 1724 un mulato de cada cuatro casaba con española o mestiza. Ante este panorama no es difícil imaginar el volumen de mezcla de sangre negra que tuvo la vieja población "criolla' Tapatía y en el estado. Sobre todo en el siglo XVIII  y no me refiero tan sólo a su sector pobre, sino también al grupo dominante. Por ejemplo tenemos a don Agustín Gamboa el más rico comerciante de entonces en la ciudad. Este enviudó dos veces sin descendencia legítima, pero como fue padre de una esclava, la liberó y dotó adecuadamente para su matrimonio.  Varias décadas después en 1712, según registro notarial don José Félix de Escolar y Echauri caballero de la Orden de Santiago, recibió dote por 80000 pesos, luego de casarse con Ángela de Amezcua y Gamboa quien, según mi reconstrucción era nieta del dicho don Agustín e hija de un acaudalado y  muy conocido mercader de fines del siglo XVII y principios del XVIII) el capitán Miguel de Amezcua. Algo más que nos da idea del grado de inyección de sangre negra recibida entonces por Guadalajara y el estado, es señalada por el propio Calvo. Dice que las castas "estaban instaladas en el concubinato" más decididamente que los blancos. También que ciertas mulatas libres llegaban a tener hasta siete y nueve vástagos ilegítimos, en tanto que las españolas -con frecuencia por consecuencia de una viudez precoz- alcanzaban a tener sólo dos o tres hijos ilegítimos. El aumento de la concurrencia de esclavos a la zona entabló relación causal con la fuerte caída de la población indígena de la época, que se acentuó terriblemente a fines del siglo XVI y en las primeras décadas del XVIl. Ello, de acuerdo con esta investigación, incidió en el valor de la mercancía humana.   También debió influir la ya referida separación de Portugal, en 1640, que tal parece fue causal de la reducción de las importaciones de negros a Nueva España. Así, para las últimas décadas del siglo XVII  los valores alcanzaban sus niveles más altos para el periodo observado. Estos eran literalmente estratosféricos, si se les mira con la mentalidad de ahora. Aunque según Gonzalo Aguirré Beltrán en el siglo XVI debieron alcanzar niveles superiores…  

 Paradójicamente en aquella época los esclavos podían llevar una buena ración de la sangre de sus amos y éstos a su vez de la de sus siervos. Todo ello gracias a una piadosa omisión de los encargados de los registros bautismales o a la apertura social que el propio Thomas Calvo documenta para Guadalajara a partir del inicio del siglo XVIII. He aquí el panorama que se nos presenta y la documentación que refuta la muy difundida opinión de que entre los tapatíos y algunos sectores sociales de  jaliciences yace la esencia del mexicano criollo. Ello también contesta la pregunta sobre la razón de ser de los rasgos fenotípicos negroides que de vez en cuando aparecen entre las familias "blancas" y acomodadas de la comarca pues sobre ello se suele responder, sin comentarlo a sus portadores, que se debe a la limitada inmigración de cubanos y panameños a principios del siglo XIX. 

   Las fuentes primarias utilizadas proceden sobre todo del Archivo de Instrumentos Públicos de Guadalajara y de 115 protocolos notariales obtenidos en el curso de un estudio más amplio. Éstos presentan una cobertura temporal irregular y no sistemática, pero bastante nutrida, entre el fin del siglo XVII y el segundo tercio del XVIII. Ello  permite hacer estimaciones sobre el comportamiento de los precios de los esclavos, por ejemplo, en el ámbito comarcal y contrastarlos con información referente a la fluctuación poblacional de la época, así como con el flujo de importación de esclavos a Nueva España. 

Por lo que se refiere a los precios de compra-venta se hizo la siguiente reconstrucción, a partir de protocolos notariales pertinentes a cuatro mercaderes de Guadalajara. Aunque abundan datos aislados, de ambos siglos sobre operaciones de más de media docena de señores de la época. También utilicé documentos de avalúo de una hacienda cercana a Guadalajara. Al primero que me habré de referir es a don Juan Bautista de Panduro, importante comerciante (que fue vecino de Sayula donde tenía su hacienda) y personaje comarcal de fines del XVII y principios del XVIII . Entre los años de 1682 y 1703, Panduro efectuó doce operaciones de compra-venta de esclavos, según registros. Cuatro fueron de compra, siete de venta y en la restante intervino en nombre de terceros. Seis de las trece se realizaron por 400 pesos o más. El valor promedio de los esclavos que se negociaron fue de 365.9 pesos. Destaca un caso en que vendió una esclava de 25 años llamada Agustina de la Cruz, con un infante de diez meses de edad y en consecuencia con pocas expectativas de vida, por 550 pesos. 

Operaciones de compraventa de esclavos, se realizaron  por don José Colaso Feijoo entre 1721 y 1743. De Colaso se registraron quince operaciones de compra y catorce de venta. En sus precios se observa una tendencia generalizada a la baja con respecto al siglo XVII y dejó, en ese periodo, de haber esclavos con valor de 490 pesos o más.

La participación de José Colaso en el mercado del "ébano", da la impresión de que, al menos en su caso, más que una rama formal de los negocios, la compraventa de esclavos era una actividad mercantil supeditada tanto a sus necesidades como comerciante de otros artículos como a las tareas domésticas de su propia casa, que era de gran tamaño y llena de hijos. También se puede percatar uno de que en varias ocasiones obtuvo muy buenas ganancias, aunque en otras perdió, reflejando quizá la tendencia a la baja de valor de los esclavos en el mercado. Las transacciones con utilidad las hizo Colaso sobre todo en el lustro de 1715 a 1720 y llegó a ganar entre 50 y 70 pesos por individuo. Quizá entonces este tipo de operación complementaba a sus otras actividades mercantiles. En otra ocasión, en 1736, nuestro personaje vendió, con pérdida de 50 pesos, un esclavo que seis años antes había adquirido de Gertrudis de Aguirre. Ello sucedió no obstante que el siervo estaba en su mejor edad. Quizá en esos años el mercado sufrió una caída de precios más marcada que en los anteriores. El colapso de los precios de los esclavos se puede asociar sobre todo a la gran recuperación de la población indígena en el siglo XVIII y al consecuente crecimiento de la oferta de mano de obra asalariada, que debió ser menos costosa. Pero también es de tomar en cuenta la saturación del mercado en Nueva España -con excepción del sureste- que documenta Aguirre Beltrán para las primeras décadas de la centuria. Las transacciones de dos colegas de José Colaso, llamados Joaquín Fermín de Echauri (Residente de Sayula) y Felipe Gutiérrez de Ceballos, permiten corroborar la tendencia a la baja en el valor de los esclavos en el siglo XVIII, observada al comparar las operaciones de Juan Bautista de Panduro con las de José Colaso. Las transacciones de Echauri y Gutiérrez de Ceballos, así como la observación de la muestra de los últimos 50 años registradas, corroboran la tendencia a la baja de los precios antes consignados y permiten algunas conjeturas más. Se registra un paulatino descenso de los precios a lo largo del siglo XVIII, como era de esperarse. También se percibe un descenso igualmente gradual de la edad promedio de los esclavos, hasta la mitad del siglo, seguido por un aumento violento de la misma. Esto, en su etapa descendente, se puede asociar a la saturación del mercado, seguida del envejecimiento rápido del grupo por la suspensión de importación de sus miembros." (Esclavos de ascendencia negra en Guadalajara siglos XVII y XVIII, Rodolfo Fernández.)


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