lunes, 25 de octubre de 2021

 La ocupación del suelo durante

los primeros años de la conquista

Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa/ Cronista de Sayula

“En México la acción transformadora del paisaje por el hombre se inició en la época prehispánica con el surgimiento de las grandes culturas mesoamericanas. Estas culturas sedentarias, de economía agrícola, al adaptar el habitat a sus necesidades crearon el paisaje rural. Desmontaron los campos para cultivar la tierra, condujeron el agua por acequias para su riego, construyeron chinampas sobre los lagos, acarrearon piedras para la construcción de sus monumentales centros ceremoniales y trazaron caminos. La acción del hombre prehispánico sobre la naturaleza fue más intensa en la zona mesoamericana, dejando casi intacto el paisaje natural de las zonas ocupadas por los grupos nómadas.

Con la llegada de los españoles el paisaje mexicano empezó a sufrir un cambio más radical y generalizado. Los factores que propiciaron este cambio fueron muy diversos. Entre los más importantes se cuentan la introducción de nuevos cultivos, principalmente del trigo y de la caña de azúcar , que transformaron el paisaje de muchas zonas. Estos cultivos requerían el empleo de nuevas técnicas agrícolas y trajeron consigo una utilización diferente del suelo y del agua. Uno de los cambios más radicales fue la práctica de la ganadería. El ganado mayor y menor proliferó con los pastos vírgenes, convirtiéndose en uno de los elementos característicos del paisaje mexicano. Gracias a la ganadería se utilizaron extensas zonas de tierra semiáridas que habían permanecido desocupadas durante la época prehispánica, por no ser propicias para la agricultura. Con la ganadería se relacionan prácticas como la trashumancia y el pastoreo, a la vez que la aparición del vaquero, un nuevo tipo de hombre.


La introducción de la tecnología europea revolucionó la agricultura. Mediante el arado y la yunta se logró una utilización más intensiva del suelo y un ahorro considerable en trabajo. Los fertilizantes de origen animal elevaron el rendimiento de la tierra. Por medio de la tecnología hidráulica se pudieron convertir tierras áridas en tierras de riego.  La tracción animal facilitó el transporte y la fuerza motriz animal e hidráulica se utilizó para impulsar los molinos y prensas, así como para desaguar las minas. Gracias a la minería los españoles penetraron en regiones distantes e inhóspitas, colonizando amplias zonas que antes sólo estaban pobladas por indios nómadas. Se construyeron caminos para comunicar los centros mineros con la capital y las costas, que impulsaron el comercio. Alrededor de las mismas surgieron zonas agrícolas y ganaderas para abastecer los nuevos núcleos de población. La construcción de villas y ciudades a la usanza española y la concentración de los indios en pueblos modificaron el patrón de asentamientos indígenas. Finalmente, la introducción de un nuevo sistema económico, transformó la estructura existente. Si bien durante los primeros años después de la conquista todavía predominó la economía tradicional , a partir de la segunda mitad del siglo XVI, ésta se fue debilitando a consecuencia de la escasa población indígena, la aparición de las primeras unidades productivas en manos de españoles y el surgimiento de la economía mercantil.

La repartición del suelo en la Nueva España se inició con la conquista misma. Los conquistadores, y a su cabeza Hernán Cortés, pretendieron seguir el ejemplo de la ocupación del suelo en España. Sus aspiraciones eran feudales y el ideal que perseguían era imitar a la nobleza terrateniente española. Las cesiones de tierras que dio Cortés a sus soldados fueron como recompensa por los trabajos realizados durante las diferentes etapas de la conquista, y siempre estuvieron acompañadas de indios que trabajaran las tierras. 

La Corona española, a su vez, queriendo evitar que en las Indias se desarrollara una aristocracia rural como en España, intentó desde un principio frenar las aspiraciones señoriales de los conquistadores tratando de implantar la pequeña propiedad. Entre estas dos concepciones antagónicas de la repartición del suelo se llevaron a cabo las cesiones de tierras durante la primera mitad del siglo XVI. Los conquistadores presionaban a la metrópoli para poder obtener grandes extensiones de tierra y muchos indios, y la Corona trataba delimitar sus pretensiones y de fomentar la pequeña propiedad. Sólo Cortés logró obtener un dominio equiparable al que poseía la nobleza española. 

Los demás conquistadores tuvieron que conformarse con las encomiendas (que no implicaban la posesión de la tierra, sino sólo el derecho a recibir un tributo, en especie y/ o en trabajo, de los indios encomendados como el Caso de Los Pueblos de Avalos y su encomendero Alonso de Avalos), y con una extensión moderada de tierras que, obtenidas mediante una merced real , podían poseer a título personal. Con el tiempo la encomienda perdió importancia, principalmente cuando se prohibió su traspaso mediante sucesión hereditaria a mediados del siglo XVI, y la Corona fue recobrando los distritos de encomienda para su propio beneficio, convirtiéndolos en tierras realengas. Sin embargo, aun cuando se puede apreciar desde los primeros años una clara tendencia por parte de la Corona hacia el desarrollo de la pequeña propiedad, no hubo un criterio definido y unificado para implantar ésta durante la primera época. Diferentes instancias civiles y militares llegaron a repartir tierras. La Segunda Audiencia hizo repartimientos de tierras y dio facultades a los cabildos para ceder mercedes a quienes deseaban asentarse en forma permanente en una población. A los vecinos se les otorgaba un solar para edificar casa y huerto y una merced de una o dos caballerías de tierras para cultivar.  En épocas posteriores el virrey, como representante del rey, fue el único que gozó de la prerrogativa de conceder tierras. 

La fundación de villas españolas estuvo acompañada de cesiones de tierras. Se llevaba a cabo mediante capitulaciones o convenios que celebraban los gobernadores de las nuevas provincias con aquellos individuos que consideraban más capaces para esta tarea . Después de haberse elegido el lugar para el nuevo centro de población, se delimitaba una extensión de tierras adecuada para dehesas y ejidos, otra para propios y el resto se dividía en cuatro partes, de las cuales una era para el que había obtenido la capitulación y las tres restantes para suertes iguales que se repartían entre los pobladores. Si quedaban tierras sin poblar se reservaban para futuros colonos.

Se diseñó un modelo para la traza de las villas y los pueblos que tenía como centro una gran plaza con la iglesia principal y los edificios administrativos, y a partir de dicho centro, hacia "los cuatro vientos", se disponían las calles en forma simétrica, formando ángulos rectos. Sólo en aquellos sitios donde las condiciones geográficas constituían un impedimento, como por ejemplo en las zonas montañosas , este esquema no se respetó, siguiendo las calles y las casas el curso dictado por el capricho de la naturaleza.

Entre los factores más importantes que impulsaron la fundación de nuevos núcleos de población se cuenta la minería. Es bien sabido que el principal móvil de la conquista y colonización de América fueron los metales preciosos. Entorno a su búsqueda y explotación se desplazaron grandes contingentes humanos hacia zonas alejadas y despobladas.

A partir de 1530, ante el decrecimiento demográfico del grupo indígena, el gobierno español trató de concentrar a los indios del campo - que de acuerdo con los patrones de asentamientos prehispánicos vivían dispersos-, en pueblos. Esta medida tenía la finalidad de ejercer un mayor control sobre ellos, para facilitar su explotación (tributo y fuerza de trabajo) y su evangelización. Las congregaciones se llevaron a cabo con mayor intensidad entre los años 1550-1564 y entre 1595- 1605 , cuando murieron miles de indios a causa de las grandes epidemias. La política de congregaciones produjo una reorganización fundamental en la ocupación y utilización del suelo. A los indios congregados se les otorgaron nuevas tierras y aguas alrededor del pueblo, despojándoseles de las que habían venido poseyendo. Esta medida contribuyó a romper la organización económica existente, porque los indígenas, al encontrarse en un nuevo ámbito y tener que limitarse a la utilización de las tierras que rodeaban al pueblo, ya no pudieron disponer de los múltiples recursos que venían explotando tradicionalmente. Éste fue uno de los motivos que provocó una gran resistencia a vivir en dichos pueblos, refugiándose muchos indios en las montañas. A la postre triunfó la imposición estatal. A finales del siglo XVI los pueblos ya se habían consolidado. Florescano afirma que "en conjunto, estos cambios tempranos en la redistribución de la tierra, la organización de las poblaciones y las formas de producir, prepararon la articulación dependiente de los pueblos a la economía española, cuando ésta comenzó a dominar todo el territorio conquistado".  Para asegurar las posibilidades de subsistencia de las comunidades y para protegerlas en contra de la expansión territorial de los agricultores y ganaderos, se les concedió en 1567, el derecho legal sobre las tierras, aguas, montes y demás recursos naturales que estaban incluidos en un área de 500 varas (1 vara = 0.836 m) a partir del centro del pueblo, hacia los cuatro puntos cardinales. A este espacio vital se le denominó fundo legal. Posteriormente, mediante las ordenanzas de 1787 y 1795, se concedieron 100 varas más; es decir, se amplió el fundo legal a 600 varas.

Aunque a principios del siglo XVIII (1713) se autorizó una ampliación muy considerable, ya que el fundó legal se aumentó a una legua cuadrada, en la práctica, en el centro de la Nueva España…Las tierras otorgadas a los pueblos se distribuyeron de la siguiente forma: una parte se destinaba al pueblo mismo, para las casas , huertos y solares de sus pobladores, otra se reservaba para ejidos o áreas agrícolas y ganaderas de explotación común , una tercera para baldíos (montes , bosques , zacatales y otras zonas donde se criaban animales, frutas y plantas silvestres) , que también eran de beneficio común , y una última, la más importante , se dividía en parcelas individuales para cada una de las cabezas de familia del pueblo. Sobre estas tierras explotadas familiarmente sólo se tenía un derecho de uso, no de propiedad plena, debido a una serie de limitaciones legales. Las congregaciones de indios dejaron baldías un gran número de tierras que quedaron libres para ser repartidas entre los españoles, quienes las explotaron con nuevos productos y mediante nuevas técnicas. 

La construcción de caminos fue otro factor determinante en la nueva organización del espacio geográfico. A medida que se fueron descubriendo y poblando nuevas zonas -principalmente a raíz de los hallazgos de las minas argentíferas- surgió la necesidad de construir caminos que unieran las zonas distantes con la capital y las costas. Estos caminos - de los cuales la gran mayoría sólo eran transitables por recuas de mulas, como es el caso del Camino Real a Colima que cruzaba Sayula durante la colonia- hicieron posible un intercambio de productos y de hombres, sentando las bases para una nueva organización socioeconómica. El comercio floreció gracias a estos caminos, también se impulsó la agricultura y la ganadería al tener una mejor posibilidad de conducir sus productos al mercado. Para facilitar el tránsito y hacerlo más seguro se construyeron presidios, guarniciones y ventas a lo largo de las veredas, que fueron frecuentemente el origen de nuevas poblaciones." La formación de las haciendas en la época Colonial, Gisela Von Wobeser. UNAM 1983. 


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